Cómo elegir la mejor crema solar para que tu piel se vea radiante

Una de las primeras cosas que debes conocer es qué factor utilizar según tu fototipo (capacidad de la piel para asimilar la radiación solar). Si te quemas fácilmente, tu fototipo será I o II, y te aconsejamos elegir los factores más altos (SPF 50). Si tu piel tiene una mayor tolerancia a los rayos solares (fototipos III y IV) puedes optar por un factor medio (SPF 30). El FPS o SPF indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de tu cuerpo frente a una quemadura. Un SPF 30 indica que el nivel de protección es 30 veces superior que si no utilizaras una protección. Los factores más bajos prácticamente han desaparecido del mercado y los dermatólogos no los recomiendan.

El Factor de Protección Solar hace referencia a la protección que te ofrece la crema frente a los rayos UVB (los responsables del bronceado, pero también de las quemaduras). Pero el sol también emite rayos UVA (responsables del envejecimiento cutáneo, de las intolerancias al sol y de las manchas), así que al elegir tu crema solar asegúrate de que en el envase aparecen las siglas UVA rodeadas por un círculo. Además, la farmacéutica María José Cejas Delgado, experta en dermocosmética y titular de Farmacia Europa de Puente Genil, aconseja elegir “cremas solares de amplio espectro que protegen también de los infrarrojos (IR), la luz visible e incluso la luz azul (la que emiten los dispositivos electrónicos)”.

Lo que hace que una crema solar nos proteja de la radiación solar son los filtros que incluye. Los dos tipos más importantes son: físicos y químicos. El doctor Ángel Pizarro, jefe de la Unidad de Prevención y Diagnóstico Precoz de Melanona de la Clínica Dermatológica Internacional, asegura que “ambos son seguros para la piel”.

La diferencia es que los físicos crean una película que refleja los rayos solares, es decir, no son absorbidos por la piel, y por eso son más recomendables para proteger a los bebés y niños menores de 3 años, y a todas las personas con piel sensible o alergias frecuentes. El gran inconveniente de las cremas con filtros físicos es que son más densas y resultan más incómodas de extender . Los filtros químicos captan la energía del sol y la transforman en inocua, sí que penetran y por eso en algunas personas pueden provocar irritaciones o alergias. Muchos solares suelen incluir una mezcla de filtros físicos y químicos , y la última tendencia de las firmas es incluir filtros que no dañan el ecosistema marino.

Las firmas cosméticas no paran de innovar y lanzar nuevos formatos en fotoprotección: aceites, cremas, sprays, bálsamos, sticks… Según el dermatólogo Guillermo Ramírez, miembro de Doctoralia, “el mejor formato es el que sea más cómodo de aplicar para el usuario, sin importar el hecho de que sea bálsamo, espray o crema ”. Por eso a la hora de elegir una crema solar, el experto recomienda darle prioridad a aquellas que sean de fácil aplicación, para poder renovar la protección con más frecuencia.

Aunque hay protectores que se pueden utilizar de forma indistinta en el rostro y en el cuerpo, la farmacéutica María José Cejas Delgado, aconseja “elegir un fotoprotecgtor para el rostro que suelen incluir, además, activos antiedad y sus texturas están adaptadas al tipo de piel, y otro para el cuerpo”. En el rostro es más práctico utilizar una crema, en el cuerpo, en cambio podemos elegir un espray o bruma y para proteger zonas pequeñas especialmente sensibles, puedes optar por el formato stick.

Según el doctor Ángel Pizarro la cantidad recomendada es de “2 milígramos por centímetro cuadrado de piel. Esto significa que en un adulto la cantidad que necesitaríamos para cubrir todo el cuerpo sería de 25 ml de crema solar”. Aunque nadie utiliza tanto producto, a la hora de aplicarlo, intenta ser generoso y no dejarte ninguna zona, como el empeine, el cuello, la nuca, la cabeza, si eres calvo o has perdido gran parte del pelo, la parte superior de las manos, las orejas o la nariz.

Además, para estar bien protegido es necesario reaplicar cada dos horas y siempre después del baño, aunque elijas un producto resistente al agua. Y recuerda que, aunque estés en la sombra, o el día esté nublado, debes utilizar crema solar si no quieres quemarte.