En Siria se rinden: «Aquí no va a llegar ninguna ayuda porque hay sanciones contra nuestro país»

George ve el futuro negro. «Aquí no va a llegar ninguna ayuda. Quizá algo a través de la ONU y de alguna ong, pero poca cosa», explica resignado. «Creo que 47 países han enviado ayudas a Turquía como drones, hospitales de campo, maquinarias… Nosotros no vamos a recibir nada, porque se mantienen las sanciones contra nuestro país», lamenta.

La situación que describe es límite. «No tenemos máquinas para quitar escombros, ni combustible para hacerlas funcionar. No tenemos aparatos para escuchar voces o detectar calor. ¿Cómo vamos a salvar a las personas?», dice con un hilo de voz. Subraya que ha pasado demasiado tiempo desde el terremoto, y que «ya es difícil encontrar a personas vivas bajo los escombros, consideramos muertos a quienes no hemos encontrado».

«Me pregunto cuál es la diferencia entre una víctima turca y una siria. Los dos han perdido su vida, o una parte de su cuerpo, o su casa... Ante eso, no podemos poner obstáculos, no podemos decir, 'hay sanciones y no les ayudamos'», explica. «Por supuesto, que se ayude a Turquía, pero que no haya víctimas de segunda división», añade.

No se ha quedado de brazos cruzados. El primer día, tras el terremoto, el hermano Georges Sabe y los maristas de Alepo acogieron a mil personas («teníamos sólo 250 mantas, dimos al menos una a cada familia», explica). Explicaba que este miércoles ya «sólo atienden» a 550 personas. La ONG de los maristas en España, «SED», les está enviando ayudas tanto materiales como financieras.

También en Alepo está el sacerdote argentino Enrique González. Contactado por ABC, explica que «el terremoto, aparte de muertos y destrucción, ha generado mucho miedo. Miedo a volver a casa, ver las grietas, ver la destrucción. Estamos a oscuras. Acaban de cortar el agua en la ciudad. Se van sumando cosas que hacen la situación más caótica. Y frío. Ayer hubo 5 bajo cero, muy húmedo».

Envía un vídeo en el que se muestra una larga fila de coches. «Son autos de familias que van a pasar la noche durmiendo allí, por miedo a lo que pueda pasar durante la noche», confía con un nudo en la garganta. «Se han instalado en las grandes avenidas y en las zonas de calles bajas, por miedo a derrumbes», explica. «Se ven carpas y gente calentándose en fogatas», describe.

El sacerdote reside en la casa del obispo. Dice que han aprovechado huecos y pasillos, y que, «aunque no es muy grande», han acogido a decenas de personas. «Estos días tenemos 80 personas a nuestro cargo. Nos estamos multiplicando. Les damos comida, agua caliente y techo», asegura.

Explica que reciben ayudas de Cáritas, Ayuda a la Iglesia Necesitada y la Media Luna Roja. «Pero nos falta de todo. Cualquier cosa que nos envíen está bien visto y aceptado», bromea.

La situación en Siria era ya terrible la semana pasada: casi doce años de guerra, un país dividido en tres y bajo sanciones, arruinado a causa de la crisis libanesa, que es su principal socio, y en medio de una epidemia de cólera. Un drama al que este lunes dio el golpe de gracia el terremoto.

El italiano Filippo Agostino, de la ONG italiana AVSI, llegó este martes a última hora a Alepo, y el miércoles por la tarde enviaba sus primeras impresiones. En su opinión, las cifras oficiales aportadas por Damasco, 1.250 fallecidos y más de 7.000 heridos en todo el país, «son muy a la baja». Lo que más le ha impresionado es que «la gente sigue bajo shock. No aguantan más, están desmoralizados y necesitan apoyo, no sólo primeros auxilios. Ahora el desafío es dar esperanza a este pueblo, que desgraciadamente la ha perdido», asegura.

Esta ONG está colaborando con la nunciatura vaticana para acoger a personas en los pocos centros católicos de Alepo, como una escuela que aloja a 450 personas, o el Hospital St. Louis, que «acoge a decenas de heridos». Dice que ahora iniciarán «actividades psicosociales para ayudar a los niños a superar este trauma».

El Departamento de Estado de Estados Unidos aseguró en redes sociales que las sanciones no incluyen «ayuda humanitaria, médica, alimentaria y de otro tipo» y que no están impidiendo el envío a Siria. Sin embargo, el enviado de la ONU a Damasco, Geir Pedersen, confirmó que las sanciones obstaculizan la entrega de ayudas a poblaciones afectadas por el terremoto».

Alepo está en la zona de Siria controlada por Bashar al Assad, que está recibiendo ayudas de aliados como Rusia, India, Pakistán, Armenia e Irán, y de árabes como Argelia, Arabia Saudí, Túnez, Egipto, EUA, Jordania, Irak o el Líbano.

A la zona de Siria bajo el control de rebeldes, en la provincia de Idlib, sólo se puede acceder a través del paso fronterizo de Bab al Hawa, justo en el área de Turquía devastada por el terremoto.

La ONU ha asegurado que espera llevar allí este jueves las primeras ayudas, pues no han recibido ninguna asistencia.