La Cumbre del Clima se atasca en su día final sin un acuerdo para abandonar los combustibles fósiles

Ha sido una larga noche de negociaciones en Dubái, porque para que salga un pacto de esta cumbre tiene que haber consenso. Las naciones presentes en las conversaciones han estado muy divididas estas dos semanas de negociación. Mientras algunas partes, como la UE o los estados más vulnerables, piden acordar el final de los combustibles fósiles, cuya quema genera los gases de efecto invernadero que calientan el planeta, otros han estado frenando el avance de las negociaciones. La OPEP, incluso, mandó una carta a sus miembros para que bloquearan cualquier acuerdo que se dirigiera contra el petróleo y el gas: pedían que la atención se dirigiera a las emisiones.

El texto que salga de esta cumbre orientará los próximos planes de reducción de emisiones de los países, que deben presentarse en 2025. De ahí la importancia de esta cumbre.

En un intento por desbloquear la salida, la presidencia ha publicado en la tarde del lunes un texto en el que se incluye la mención a los combustibles fósiles. Pero lo hace como opción, con un lenguaje de reducción (no de abandono) y dentro de un apartado mayor que se enfoca a la caída de los gases de efecto invernadero. Considera que para lograr esa caída de emisiones, los países «pueden incluir» diferentes medidas, «entre otras» esta opción de reducción de combustibles para llegar al cero neto en 2050. También se recoge la idea de triplicar renovables a 2030, aunque no menciona una meta concreta de Gw que sí estaba en documentos anteriores.

«No refleja nuestra postura», ha criticado la Asociación de Pequeños Estados Insulares, una agrupación de países extremadamente vulnerables. «Esta opción no nos va a mantener vivos». Incluso EE.UU. ha considerado que el lenguaje de los combustibles fósiles «debe ser reforzado sustancialmente».

El problema radica en que para limitar el calentamiento global a un umbral seguro de 1,5ºC, los países solo tienen esta década. Luego ya será imposible. Y, además, la caída tiene que ser drástica: del 43% de las emisiones en 2030. Pero esas cifras no está reflejadas y, a pesar de que el borrador pide una reducción de consumo y producción de combustibles fósiles, en todo el texto no aparecen menciones concretas al petróleo y gas. Sobre el carbón, el único mencionado explícitamente, el texto llama a «reducir» rápidamente (solo) el uso del carbón que no vaya acompañado de tecnologías captura de carbono. «Aún nos queda mucho por delante», ha reconocido el presidente de la COP28, el sultán al Jaber. Esto incluye el lenguaje sobre combustibles fósiles.

La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, ha calificado que hay elementos en el texto «inaceptables». Debe haber una «senda clara» de la energía y los combustibles fósiles no solo a 2050, sino también a 2030, ha apuntado.

«Hay un par de cosas buenas, pero en general es claramente insuficiente y no adecuado para abordar el problema», ha dicho también el comisario europeo Wopke Hoekstra. «Hay una gran mayoría de países que piden más en términos de acabar con los combustibles fósiles» y de mostrar más urgencia, ha asegurado.

En el corazón de las conversaciones y de la posición de la UE está la idea de que el acuerdo debe reflejar que esta es la década decisiva para frenar el calentamiento global hacia 1,5º. También debe quedar claro qué hacer con el carbón (el combustible fósil más contaminante) y que enviar una señal clara sobre el futuro de los combustibles fósiles. Preocupa, además, el lenguaje sobre las tecnologías de captura de carbono: esta puede ser útil para compensar las emisiones en sectores en los que la descarbonización es muy difícil (como la industria del acero o del hormigón), pero la propuesta de la presidencia de la COP28 abre la puerta a que se utilice también para perpetuar el carbón o no hacer una verdadera transición hacia energías limpias.