El Papa expulsa de modo fulminante al fundador del Sodalicio por graves abusos contra sus miembros

En un comunicado publicado en Lima, la Conferencia Episcopal Peruana informó que el Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica a través de un decreto, que Figari fue expulsado del Sodalicio y pierde su condición de laico consagrado.

En el texto se señala que «el Santo Padre Francisco, con carta del 6 de agosto 2024 ha delegado a este Dicasterio la potestad de disponer, pro bono Ecclesiae (por el bien de la iglesia), la expulsión del Sr. Luis Fernando Figari Rodrigo, de la citada Sociedad de Vida Apostólica, así mismo por causa de circunstancias distintas de las previstas en el can. 695 y can. 696, pero en cualquier caso incompatibles y por tanto inaceptables en un miembro de una institución de la Iglesia, así como por causa de escándalo y grave daño al bien de la Iglesia y de cada uno de los fieles; con la finalidad de restablecer la justicia dañada por el comportamiento tenido por el Sr. Luis Fernando Figari Rodrigo a lo largo de muchos años, así mismo para proteger en el futuro el bien individual de los fieles y de la Iglesia».

Según señalaron fuentes del equipo que trabajan en el Vaticano al ABC, la expulsión de Figari es «una medida disciplinar» que abre un cuestionamiento directo al «carisma» del Sodalicio como organización consagrada por el Vaticano en 1997 y desde ya es un golpe a la zona de flotación de la organización porque de acuerdo al derecho canónico; «Dios no puede confiar una gracia a un desgraciado que abusaba incluso antes de fundar el Sodalitium Christianae Vitae»; refiriéndose a Figari, quien tiene denuncias de abuso que datan de antes de la fundación de la organización en 1971.

El Sodalicio de Vida Cristiana es una comunidad perteneciente a la Iglesia católica compuesta por sacerdotes y laicos consagrados que juran cumplir los votos de pobreza, castidad y obediencia y cuyo fin era ser un contrapeso ideológico a la apuesta de religiosos de izquierda en América Latina que crearon la Teología de la liberación, donde uno de los miembros más prominentes es el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.

Sin duda corren otros vientos en el Vaticano para Luis Fernando Figari, el fundador del Sodalicio de Vida Cristiana; quien en el día de su 50 cumpleaños, el 8 de julio de 1997, recibió de regalo la aprobación del Vaticano para la organización que fundó en 1971, gracias a la cercanía del peruano con el Papa Juan Pablo II y a partir de ahí, el Sodalicio se convirtió en una Sociedad de Vida Apostólica laical de Derecho Pontificio, dependiente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Desde ese momento, la organización inició una febril actividad económica en la que buscó aprovecharse del Concordato, tratado firmado entre el Vaticano con el Estado peruano para que toda organización católica no pague impuestos ante la ley. Así el Sodalicio se hizo con diez cementerios en todo el país, colegios, universidades, inmobiliarias, mineras, agroexportadoras entre otras; acumulando una fortuna que movió fuera del país a través de varias off shore a Panamá, las islas vírgenes británicas y a Denver en Estados Unidos.

El periodista Pedro Salinas, coautor de Mitad Monjes, Mitad soldados y «Sin noticias de Dios», y uno de los investigadores de la organización dijo a ABC que «la decisión del Papa Francisco debería ser el inicio de una serie de acciones más importantes. Figari no actuó solo, y por eso, tiene que caer la guardia pretoriana que acompaña a Figari como Jaime Baertl, José Antonio Eguren, Eduardo Regal y los hermanos Len».

«La decisión del Papa Francisco de designar a la misión formada por Charles Sicluna y Jordi Bertomeu ha arrojado resultados tangibles y que parten de certezas absolutas. Lo que hacen es desnudar los errores de la justicia peruana para procesar al Sodalicio y ha evidenciado las omisiones y actos cobardes por parte de los obispos peruanos con la excepción de tres obispos; el arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio; el cardenal Pedro Barreto y el obispo de Caravelí, Reynaldo Nann», siempre según la versión de Salinas.

«El resto de pastores son una manga de cobardes. Son pastores que no han acompañado a Francisco, han abandonado a una parte de su rebaño y a las víctimas del Sodalicio. Es una buena noticia, sí, pero esperamos que vengan más noticias tan o más importantes que esta que hemos conocido el día de hoy», finalizó.

En tanto, en un comunicado publicado por el Sodalicio firmado por el Superior General, José David Correa señalan que «Luis Fernando Figari es el fundador histórico del Sodalicio de Vida Cristiana, pero no es un referente espiritual para nuestra comunidad ni para la Familia Sodálite».

«Reconocemos profundamente el dolor de las víctimas y reiteramos nuestra solidaridad con ellas… acompañados con la ayuda de Nuestra Madre Santa María y de la Iglesia, confiamos continuar el proceso de renovación de nuestra comunidad a la que nos ha alentado el Santo Padre en diversas ocasiones. Nos encomendamos a sus oraciones», finaliza el documento.

El ex congresista y presidente de la comisión del caso Sodalicio en el Congreso, Alberto de Belaunde dijo al ABC que «tengo sentimientos encontrados. Por un lado, la satisfacción de saber que el caso no se ha olvidado y que hay acciones concretas que se siguen dando, y que espero ayude a las víctimas del Sodalicio en su proceso de reparación. Por otro lado, no dejo de sentir frustración por tantos años de impunidad y sufrimiento sin encontrar una justicia plena».

El abogado que ha denunciado al Sodalicio ante la fiscalía, José Ugaz, contó que desde hace ocho años la investigación no avanza porque «es una organización que tiene poder e influencias» pero que a pesar de ello confía en que el fiscal superior Reyder Hender Ramírez apruebe la investigación y llegue a buen puerto.

Sobre las investigaciones contra el Sodalicio, José Ugaz señaló que el Estado peruano tiene firmado un acuerdo con el Vaticano, en virtud del cual las instituciones católicas no pagan impuestos y eso hace que la iglesia católica tenga un estatus privilegiado.

«El Sodalicio se acogió a ese concordato y desarrolló una serie de negocios millonarios estafando gente, apropiándose de fortunas o de inmuebles, o de bienes de las familias que, como tenían a sus hijos en la institución, eran convencidos y en algunos casos, forzados para transferirle al sodalicio su patrimonio. A partir de ahí, y sin pagar impuestos desarrolló una serie de negocios que tienen una base inmoral y claramente ilícita», concluyó.