Menores que cometen agresiones sexuales: «No fue para tanto»

Según los datos de la memoria de la Fiscalía General del Estado, en 2021 (último año del que se dispone de datos) hubo 2.625 procedimientos por delitos contra la libertad sexual cometidos por menores de edad. Son prácticamente 1.000 más que los que se contabilizaron en 2020 (1.661), marcado por la pandemia, pero siguen siendo muy superiores a los de último año de 'normalidad' antes del Covid-19, 2019, cuando hubo 1.934. Desde 2015, explica en declaraciones a ABC el fiscal de Sala de Menores, Eduardo Esteban, se ha observado un aumento «evidente y de manera progresiva». «Lo hemos advertido porque es algo que nos preocupa», sostiene. Detrás, dice, hay causas como «la banalización del sexo» o «el acceso cada vez más jóvenes a la pornografía».

Ese aumento lo aprecian también los profesionales que se dedican a ayudar con terapia a estos menores agresores. «Vemos que se ha incrementado el número de chicos que acuden a tratamiento tras cometer violencia sexual», sentencia Celia Nevado, directora de los programas de intervención con menores que ejercen violencia de la Fundación Márgenes y Vínculos, que gestiona junto a los gobiernos autonómicos de Andalucía, Extremadura y Canarias planes de terapia para estos niños.

Noticia Relacionada

«El consumo de porno en la infancia se adelanta a los 8 y 5 años de edad»

Esther Armora

El acceso precoz a estos contenidos se ha puesto en el foco tras la agresión grupal de menores a una niña de 11 años en Badalona

Desde 1998, año en el que comenzaron con el programa, han visto un cambio en los chavales que acuden, no solo por el aumento, sino también por el descenso en su edad. Ven a chicos desde los 10 años y hasta los 17, y creen saber por qué cada vez son más pequeños. «Se ha incrementado bastante la exposición temprana a la pornografía. Además, hay una falta de educación sexual por parte de la familia, por lo que sumado a la influencia de esos contenidos pornográficos que ven a través de las nuevas tecnologías desarrollan una creencia errónea sobre la sexualidad y las relaciones», apunta Nevado.

«Cada vez son más jóvenes», coincide Natalia Ortega, directora de Activa Psicología y miembro del Colegio de la Psicología de Madrid. En su consulta trata a estos menores y confirma una subida de los casos. Algunos, cuenta, son niños que han sufrido abusos sexuales en su entorno y los reproducen en otros niños. Pero hay más factores. «Creo que el aumento se debe al acceso que tienen a las nuevas tecnologías y a los contenidos agresivos y pornográficos. No tienen capacidad para discernir lo que está bien y tienden a copiar conductas. De ahí que actúen más en grupo, como forma de sentirse integrados y participar en él», expone.

Es la directora de los programas de intervención de la Fundación Márgenes y Vínculos la que reproduce las excusas que utilizan los menores para no enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Afirma, además, que en la mayoría de los casos existe falta de empatía hacia la víctima, algo que se intenta abordar durante la terapia.

«Les damos espacio para que nos planteen qué opinan y así sabemos si reconocen o no esa violencia sexual. Hay un porcentaje alto de chicos que no la reconocen, que dicen que fue algo consentido», explica Nevado como uno de los factores que los menores utilizan para no sentirse culpables. Por lo general, sigue, «minimizan el daño que han podido provocar», por lo que el trabajo se centra en esa identificación de la violencia para avanzar hacia los factores que les llevaron a cometerla y asegurarse de que disminuyan y no haya reincidencia. Son varias las comunidades autónomas que cuentan con programas de este tipo. Acuden a ellos tanto los mayores de 14 años que cometen esta violencia -a los que por su edad ya se puede juzgar- y cumplen medidas de internamiento en centros, como los que están por debajo de esa franja de edad que pese a ser inimputables y por tanto no haber una sentencia condenatoria son derivados por los servicios sociales o por su propia familia. El Gobierno balear cuenta desde 2008 con el programa Atura't, que hasta el año pasado atendió a un total de 266 menores agresores o con conductas sexuales indebidas, en su gran mayoría varones.

«Hay diversidad de perfiles, aunque tienen cosas en común como la falta de habilidades sociales, autoestima baja, problemas relacionales, y a veces consumo de pornografía y de sustancias tóxicas», cuenta Mar Calleja, psicóloga del programa, que insiste en la necesidad de reforzar la educación sexual. «Cuando trabajamos con ellos la parte de la sexualidad vemos que prácticamente el cien por cien están muy verdes. Tienen cuatro nociones sueltas, pero cuando hablan de consentimiento, límites o prácticas no tienen ni idea», lamenta.

Son equipos multidisciplinares formados por psicólogos, educadores y trabajadores sociales los que trabajan en la terapia de estos menores, que puede durar años. El resultado, asegura Calleja, es positivo: «Hay pocos casos en los que hemos tenido que reabrir expedientes tras el tratamiento». En la Comunidad de Madrid es la Agencia para la reeducación y reinserción del menor infractor (ARRMI) la que se encarga de la ejecución de las medidas judiciales impuestas a menores de edad que hayan sido juzgados, es decir, de más de 14 años. Por tanto, también de los que cometen violencia sexual, aunque este tipo de delitos, explica el director gerente del organismo, Diego López del Hierro, «son una minoría dentro del total de delitos. En 2021 fueron apenas un dos por ciento del total», explica.

Desde hace 15 años, concreta López del Hierro, Madrid cuenta con un programa específico para agresores sexuales juveniles que se centra en «focalizar y neutralizar» los factores de riesgo. «Es exitoso porque la tasa de no reincidencia es de prácticamente el cien por cien», apunta. De los casos que hubo en la región en 2021, el último con datos cerrados de todo el año, el 55% de las medidas fueron por abusos y el 42% por agresiones sexuales. «En los últimos años se ha detectado cierto aumento, pero no alarmante. Pero evidentemente hay que prestarle atención», concluye.