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Doñana
Espero que tanto la Junta de Andalucía haya hecho bien sus cuentas, como que sus críticos no actúen por motivos políticos
Laguna de Santa Olalla, en Doñana
Tuve la suerte de estudiar aquel bachillerato de siete años, que incluía latín y griego, geografía e historia española y universal, física y química, álgebra y geometría, derivadas e integrales. Aunque la verdadera suerte fue que tuvimos profesores deseosos de transmitir el amor que sentían ... por su asignatura. El de Ciencias Naturales, don Francisco Bernis, tuvimos que formar nuestra colección de minerales, vegetales y animales, nuestros más lejanos ascendientes y cuando llegó la noticia de que había de nuevo peces en el Támesis, escribí una crónica apasionada sobre ello. Quiero decir con ello que, cuanto sé, lo aprendí en aquel bachillerato tan denostado.
Bernis, ya como catedrático, fue el encargado de clasificar el olvidado paraíso de Doñana, en Huelva, donde aves de todo tipo acuden desde todos los puntos cardinales, para procrear o descansar en sus largos viajes. Formado por humedales y lagunas, con la vegetación y el clima conveniente para ello, lleva tiempo proclamado Patrimonio de la Humanidad, sujeto a normas estrictas de conservación.
El problema surge del éxito del Parque Natural o, exactamente, de su explotación agrícola-industrial. Empezó con la fresa, siguieron la frambuesa y el arándano, que vienen suministrando al mercado español y europeo. Regado todo con los acuíferos subterráneos, buena parte de ellos ilegales, que debido a la falta de lluvia disminuyen hasta el punto de secarse algunos. Que la Junta de Andalucía haya decidido ampliar la superficie regable en mil hectáreas, alegando que no vendría del subsuelo sino de trasvase de los ríos Tinto, Odiel y Piedras es rechazado por los actuales productores, así como Bruselas y las organizaciones ecologistas. Su advertencia es que, de seguir ese camino, no habrá agua ni parque, ni paraíso para nada ni para nadie.
No soy experto en la materia, pero lo que me enseñó don Francisco Bernis es que todo está relacionado en el universo en que vivimos y regido por leyes que en parte conocemos y en parte no. Sabemos también que el cambio climático empieza a notarse y que el agua, a pesar de ser el elemento más común en la tierra, puede un día agotarse. Como que encontrar otro planeta al que mudarse está más cerca de la ciencia ficción que de la realidad. Eso no es mudarse de piso, sino de mundo. Espero que tanto la Junta de Andalucía haya hecho bien sus cuentas como que sus críticos no actúen por motivos políticos. Aunque lo más importante es que éste no es un asunto político, sino de vida o muerte de la humanidad, que sólo se arregla con la colaboración de todos, si lo tiene.