La paz de León
«No ha dejado de mostrar su estilo firme y tranquilo, al tiempo que plenamente consciente de los desafíos»
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El domingo el Papa León tomó posesión de la basílica de San Juan de Letrán, su sede como obispo de Roma. De alguna manera, con este acto culminaban los días de «presentación» del nuevo Papa, días en los que no ha dejado de mostrar ... su estilo firme y tranquilo, al tiempo que plenamente consciente de los desafíos planteados a la misión de la Iglesia y a su guía en un m omento histórico convulso.
En la basílica Lateranense el Papa recordó aquel momento en que la primera comunidad cristiana se enfrentaba al desafío de anunciar el Evangelio al mundo pagano, un proceso que no fue fácil y requirió mucha paciencia y escucha mutua, según explicó. Ante la discusión suscitada, la comunidad de Antioquía decidido enviar a Jerusalén a Pablo y a Bernabé para buscar una solución «en la comunión con la Madre Iglesia». Pedro y los apóstoles escucharon sus preocupaciones y considerando la fatiga de los que se acercaban a la fe desde una tradición pagana, y acordaron no imponerles cargas excesivas, y tan solo les pidieron atenerse a lo esencial, como relatan los Hechos de los Apóstoles.
León XIV llamó la atención sobre el pasaje de la carta que los apóstoles dirigieron a los hermanos de Antioquía en que dicen: «Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros…». Y subrayó que «la escucha más importante, que hizo posible todo lo demás, fue la de la voz de Dios». Sin mencionarla explícitamente, estaba explicando el verdadero sentido de la palabra «sinodalidad», una de las grandes cuestiones abiertas. La comunión se construye ante todo «de rodillas», dijo el Papa, en la oración y en un compromiso continuo de conversión». León XIV concluyó expresando a los responsables y a todos los fieles de la diócesis de Roma su compromiso de «escuchar a todos para aprender, comprender y decidir juntos», como en aquel diálogo de los de Antioquía con Pedro y los apóstoles, reiterando las clarificadoras palabras de San Agustín: «con vosotros soy cristiano, para vosotros obispo».
También fue significativo el encuentro con los empleados de la Curia Romana, en el que recordó la misión de Pedro y de sus sucesores de servir a la comunión y a la unidad, en la caridad y en la verdad, y observando que esta tarea se debe reflejar en el modo de trabajar en la Curia, superando malentendidos con paciencia, humildad y una buena dosis de humor, dentro de un espíritu de fe y de oración. Estas palabras se colocan en línea con el deseo expresado en su primer saludo tras la elección, en el que señalaba que si la Iglesia debe anunciar la paz que nace del Evangelio, ella misma debe ser una comunidad que vive esta paz.
En este sentido, no han pasado inadvertidos los nombramientos, publicados el sábado, que afectan a los cardenales Robert Sarah y Luis Antonio Tagle. Sarah ha sido nombrado enviado especial del Papa para la celebración 400 aniversario de las apariciones de Santa Ana al campesino bretón Yvon Nicolazic, mientras que ha asignado a Tagle el título de la Iglesia suburbicaria de Albano, el mismo que ostentaba el cardenal Prevost. Son nombramientos de carácter simbólico, sí, pero que expresan el deseo de contar con todos más allá de etiquetas o de esquemas ideológicos. León XIV pide y trabaja por una Iglesia unida, lo cual no significa uniformidad sino «la convivencia de las diferencias» en la armonía del Espíritu.
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