Proliferación de apariciones marianas

Partiendo del supuesto de que existe algo más que lo natural, y de la posibilidad de que lo sobrenatural se exprese, la complejidad de esta realidad demanda no sólo de interpretación sino de purificación. La Iglesia siempre ha considerado la posibilidad de que existan apariciones y revelaciones privadas, que no tienen la misma relevancia que lo que dice la Escritura y la Tradición. Muestra de ello es la historia de la mística. Algunas apariciones marianas han sido reconocidas, como La Salette 1846, Lourdes 1858, Fátima, 1917. Las revelaciones privadas no descubren ninguna doctrina nueva necesaria para la salvación, sino que proponen un mensaje práctico para el fiel. La cuestión está en la verificación de la autenticidad de las revelaciones, por tanto de los mensajes, y su posterior interpretación. Ejemplos de ilusiones y fraudes que incluso se han convertido en movimientos sectarios y heréticos, o en puro negocio, hay abundantes. Lo sorprendente es que, en este tiempo de progreso, de modernidad, de cientificismo, haya una eclosión de apariciones marianas por todo el mundo, también en España. Hasta punto de que la Iglesia, y el papa, tengan que dedicarle tiempo a estos signos de nuestro tiempo. La diferencia entre creencia y credulidad es demasiado sutil, también ahora.