Gabilondo, el encuestador

Solo dentro del Informe del Defensor del Pueblo tenemos, por un lado, los datos de la realidad de las víctimas que acudieron al Defensor del Pueblo: 478. Por otro, los que aportaron las diócesis españolas y congregaciones religiosas: 1.430. Y en tercero, el polémico resultado demoscópico a partir de 8.013 entrevistas, que concluía que el 0,6% confesaba haber sido agredida por un sacerdote o religiosos católico, y un 1,13% en el ámbito religioso. Si hacemos una extrapolación con la población española actual hablaríamos de 236.000 y 440.000 personas. Se ha entendido, por tanto, que no eran suficientes las cifras de la realidad confesada. Había otra realidad encubierta que debía aflorar gracias a una encuesta.

La pederastia clerical en España se dilucida entre los datos de una realidad, las víctimas que ofrecen las diversas fuentes, basadas en su conocimiento pasado o presente de denuncias –que hay que verificar-, y una extrapolación de una muestra de 8.013 personas con un margen de error del 1,1%. Si estamos hablando del 0,6%, el 1,1% de error te puede cambiar la vida. La pederastia no puede depender de una fórmula estadística. Se podía decir incluso, de manera escolástica, que el más o el menos no cambia la especie. Un solo caso es un drama. 440.000 es otra historia