El exorcista exorcizado
«Realizaba un ritual con tocamientos sacramentales en las partes íntimas»
Madrid
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Iniciar sesiónEstamos en un momento de la Iglesia en el que parece que lo imposible es real. La noticia de esta semana ha sido el precepto penal que el arzobispo de Madrid ha promulgado, basado en el canon 1399, contra un sacerdote exorcista, sin nombramiento ... oficial, E.G.G., al que ha limitado gravemente sus actividades pastorales, después de un proceloso proceso canónico, en Madrid y en Roma, en el que no hay que descartar que interviniera el mismísimo Papa Francisco.
El exorcista, por otra parte muy conocido en la diócesis capitalina, durante sesiones de exorcismo y sanación, entre otras prácticas, realizaba un ritual que consistía en que desnudaba a las mujeres con tocamientos «sacramentales» en las partes íntimas. Tocar para sanar. Perdonen que no siga con el detalle en la descripción de los hechos. Mi conciencia no me lo permite.
Si graves son los actos, que representan un auténtica perversión, lo más grave es que el victimario plantee su defensa diciendo que nunca le movió ánimo libidinoso alguno. Los hechos objetivos, más allá de la cuestión técnica del dolo, no admiten dudas: son gravísimos, contrarios a la dignidad de la mujer, lesivos de derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la integridad personal y al desarrollo madurativo de la sexualidad, basados en una antropología desviada, además de la cuestión de fondo, el falso misticismo. Éste sí que es un tema nuclear que está presente no sólo en este caso sino en algún anterior reciente que se ha dado en España.
El falso misticismo supone abusar de la imagen de Dios que está en lo profundo de nosotros mismos, hacer desaparecer la «semejanza divina», provocando un «cortocircuito moral» más sutil que el ateísmo, según el teólogo H. de Lubac. Se trata de la legitimación moral de acciones inmorales echando mano de motivaciones de carácter teológico-espiritual. Un fenómeno que no es la primera vez que aparece en la Iglesia, ni mucho menos. No hay que olvidar que el principal enemigo del cristianismo de los primeros tiempos fue el gnosticismo.
Quizá estemos en un momento de renovada floración gnóstica, entre otras cuestiones.
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