Jordi Bertomeu: «La supresión del Sodalicio es parte del legado de Francisco»
En una entrevista en exclusiva con ABC, el hombre que suprimió al Sodalicio de Vida Cristina reflexiona sobre los últimos días de Francisco y su decisión de disolver la organización católica apenas una semana antes de su muerte
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En una entrevista exclusiva con ABC, habla el miembro de la misión especial que investigó al Sodalicio y hoy Comisario apostólico de la organización católica que suprimió el Papa Francisco, el religioso catalán, Jordi Bertomeu Farnós (Tortosa, 1968). Al día siguiente de la partida ... del Papa, Bertomeu reflexiona sobre el legado del pontificie y su rol imprescindible para suprimir por vez primera a una organización católica por falta de carisma de su fundador y abusos sectarios
-¿Qué lectura hace de que Francisco haya muerto precisamente en este lunes, que para los católicos, es el Lunes de Pascua?
-Para mí no es casualidad sino providencia que tras dos largos años de investigación y toma de decisiones, Francisco muera siete días después de haber suprimido el Sodalicio y el lunes de Pascua, celebrando con gozo la resurrección de Cristo. Veo la supresión del Sodalicio como una parte importante del legado, de su testamento espiritual de Francisco. Este Papa quiso poner a las víctimas en el centro porque allí está Cristo, la víctima por antonomasia. Denunció una iglesia sorda al abuso. Cambió las leyes para que los abusos se denuncien, se castiguen y en lo posible no se repitan. Quiso una iglesia que fuese de una vez un espacio sano y seguro para todos, en particular, para los más vulnerables.
-¿Cómo era el Francisco que conoció personalmente Jordi Bertomeu?
-A partir de la crisis de Chile del 2018 tuve el privilegio de estar con Francisco casi todas las semanas. Poco a poco me di cuenta que el Francisco que conocía por los medios era casi una caricatura. Es cierto que era un hombre muy social, muy simpático, sencillo y dicharachero. En cambio, el Francisco que voy conociendo en aquellos encuentros era en primer lugar, un hombre muy reflexivo. Tenía el don de poder escuchar. Me impresionó, sobretodo, su profunda vida interior. Era un hombre de profunda oración que no tomaba ninguna decisión de gobierno sin haberla llevado a la contemplación, según el método ignaciano. Todo ello con una humanidad y sencillez que desarmaba.
-¿Cómo fue la relación del Papa con la Curia?
-Una cierta desconfianza sí había. La Curia tardó en acostumbrarse a aquel 'outsider' de expresiones fuera del guión, especialmente a 10.000 metros de altura, cuando regresaba de sus viajes. Tampoco llevó demasiado bien su agenda personal, extraoficial, en Santa Marta, donde acabó recibiendo a centenares de personas de toda clase y condición. Gracias a ellas tomaba constantemente, de primera mano, la temperatura a nuestro mundo de hoy.
-¿Cómo iniciaron estas misiones especiales ordenadas personalmente por Francisco?
-El Papa estaba convencido hasta el 2018 que Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del caso Karadima que denunciaba el encubrimiento de un obispo chileno, mentía. El Papa se había entrevistado con el obispo y, como era previsible, creyó al obispo, no a la víctima. En enero de 2018 fue de viaje a Chile y descubrió con sorpresa que aquel país había creído la versión de la víctima. Es entonces cuando Francisco demuestra su talla humana y espiritual al no querer pasar página, sino conocer la verdad. Si se había equivocado, quería pedir personalmente perdón a la víctima, como así terminó haciendo. Necesitaba una investigación especial en Chile, independiente respecto a los obispos del país, involucrados. En consecuencia, dispuso una primera misión especial confiándola a monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta y antiguo Promotor de Justicia de mi Dicasterio.
-Y le nombró miembro de la misión especial a Chile
-Monseñor Scicluna fue quien había destapado los abusos de Marcial Maciel, fundador de «Los legionarios de Cristo». Tras su encuentro con el Papa para recibir instrucciones, le pidió que yo fuese su asistente, pues llevaba seis años siguiendo la realidad de los abusos en Chile en mi trabajo como oficial del Dicasterio. Al llegar a Santiago de Chile, Monseñor Scicluna enfermó y quedó al frente de la misión. Lo demás es historia conocida.
-Después de Chile, el Papa también le encargo la misión especial en Paraguay…
-Fue interesante porque en este caso era una joven estudiante universitaria que llevaba años denunciando el acoso sexual sufrido por un profesor de la universidad católica
-Dicen que Francisco pasará como el Papa que luchó contra la corrupción en la Iglesia, ¿es es así?
-Francisco vino a Roma desde una periferia de la Iglesia universal, la latinoamericana, con grandes y graves problemas sociales. Entre ellos, la corrupción generalizada. El 24 de marzo de 2013, en el primer encuentro con el papa emérito Benedicto XVI, recibió de este un dossier con pruebas sobre el «Vatileaks» y otras formas de corrupción eclesial. En Buenos Aires, Francisco había publicado un libro llamado «Corrupción y pecado». Según él, la corrupción es mucho más grave que el simple pecado, porque se convierte en una forma de vida, en un sistema. La corrupción es la doble vida crónica o como gustaba decir, una podredumbre barnizada. El pecador puede convertirse; el corrupto muy difícilmente, porque ha hecho del pecado una cultura.
-¿Cómo les encarga a Scicluna y a usted la Misión especial en Perú con el caso Sodalicio?
-Una día de diciembre del 2022, Francisco nos convoca a Scicluna y a mí a Santa Marta, a su apartamento en el segundo piso. Nos informó que acababa de hablar con una periodista peruana, una tal Paola Ugaz, quien lo convenció de la necesidad de estudiar a fondo y, en su caso, poner fin a un sistema corrupto y abusivo llamado Sodalicio de Vida Cristiana. Nos dijo que escucharamos sobretodo a las víctimas, sin descartar miembros de la organización. También nos subrayó que fuesemos empaticos con las víctimas en su nombre porque algunas, como Jose Enrique Escardo, llevaban mas de 20 años denunciando haber sido abusadas.
-¿Cómo fue la misión especial al Sodalicio?
-Tras estudiar durante algunas semanas la documentación que había del Sodalicio en la Curia Romana y tras leer a fondo los libros publicados sobre el tema, quedé con Scicluna que iríamos a Perú la última semana de julio del 2023. También establecimos que yo iría antes a contactar con los que participarían en la misión: víctimas, periodistas denunciantes y los organizadores de una comision parlamentaria sobre el caso Sodalicio. Al final pude establecer un programa de 64 entrevistas a realizar en una semana, indicando a los testigos que trajeran toda la información documental que quisieran. Como anécdota, puedo ya afirmar que al final fueron más de 8.000 folios, sin contar con todos los volumenes con la información económica de las empresas del Sodalicio.
-¿Qué fallos destacaría en la misión especial, haciendo un ejercicio de autocrítica?
-Con cada misión aprendes. De los aciertos y de los errores. Por ejemplo, el 24 de julio de 2023, el dia cero de la misión, cuando aún no habia llegado Scicluna a Lima por perder el vuelo en Madrid, desde la Nunciatura me indicaron que dos víctimas querian hablar conmigo aquella tarde. Acepté, a pesar del cansancio del viaje, pero descubrí con sorpresa que en realidad no eran víctimas del Sodalicio sino que se decian víctimas de los periodistas y de las propias victimas del Sodalicio. Los sucesivos intentos por parte de estos dos testigos de desprestigiar la mision especial y de negarle su caracter diplomático contra toda evidencia son también historia conocida.
-¿Se reunió con los miembros del Sodalicio?
-Evidentemente. Así como nos reunimos con unas cuantas víctimas representativas del conjunto porque era imposible por el poco tiempo que disponiamos, también escuchamos a una representación del Sodalicio y recogimos toda aquella documentación que nos quisieron presentar. Recuerdo también las reuniones en la Nunciatura con la directiva del Sodalicio, con los encargados de su economía y con los dos obispos que ha tenido el Sodalicio.
-¿A qué atribuye que en la actualidad se cuestione la imparcialidad de los investigadores?
-Desde el primer momento se quiso desacreditar a la misión especial ante la opinión pública. Algunos incluso confundieron interesadamente la imparcialidad con la objetividad. Un proceso justo se basa en el contradictorio o derecho de defensa, en el principio de legalidad y en la imparcialidad del juez. Pero una investigación en cambio es preprocesal. En ella rigen otros principios, entre ellos, el de la objetividad. Ocurre lo mismo con los periodistas, que no tienen porque ser imparciales. De hecho, no son neutrales, pero sí deben ser objetivos al exponer los hechos como son. Un buen periodista diferencia un artículo informativo de un editorial. Christiane Amanpour insiste en 'to be truthful, not neutral' (ser veraz, no neutral en inglés). En este sentido, el Papa nos pidió ser empáticos con los ofendidos y lo fuimos. Con todos, también los presuntos victimarios, fuimos correctos y hasta generosos. Luego el Papa y los competentes organismos curiales sí fueron imparciales en la valoración de los hechos objetivos que les proporcionamos.
-¿Cómo se ha comportado la justicia peruana en el Caso Sodalicio?
-No me toca a mí valorar aquí la justicia peruana. Para ello me remito al uso abusivo que de ella han hecho el Sodalicio y sus terminales contra mi persona, al testimonio de las victimas, a los observatorios nacionales e internacionales que analizan las instituciones peruanas y a lo que ha ido publicando en los últimos años la prensa seria peruana. Todo apunta a que este país, por debajo de la media en lo que se refiere a los índices de corrupción en Latinoamérica, adolece de una grave crisis institucional a todo nivel que afecta también a la justicia. Decir lo opuesto o rasgarse las vestiduras por afirmaciones que dicen lo contrario podría ser una sobreactuacíón que en nada ayuda a la necesaria autocrítica y la búsqueda de un Perú mejor. La 'Operación Valkiria' y sus consecuencias para la Fiscalía General del Estado son de sobra conocidas por todos.
-¿Cómo se ve el tema de la economía del Sodalicio desde el Vaticano?
-Una parte importante de la investigación del Sodalicio consistió en el estudio pormenorizado, por voluntad de Francisco, que la Secretaría para la Economia vaticana hizo durante todo el 2024 a partir de los libros de balances y estados de cuentas de algunas empresas del Sodalicio. También intervinieron otros dos organismos vaticanos. El balance final ha sido que de esa documentacion emergen indicios de ilícitos o irregularidades económicas, algunos de los cuales presuntamente cometidos en sociedades 'offshores' localizadas en Estados Unidos.
-¿La investigación vaticana ha sido la primera que se ha hecho a la economía del Sodalicio?
-El prestigioso abogado Jose Ugaz, exprocurador anticorrupción en casos como el de Fujimori-Montesinos, declaró ante nuestra misión especial que él mismo había denunciado tales presuntos delitos ante la fiscalia peruana ya hace años. Recientemente, ha dirigido una carta a varias personalidades vaticanas advirtiendo del riesgo que corre la Iglesia Católica de ser vista por las autoridades norteamericanas como encubridora de delitos tan importantes como el lavado de activos. Por este motivo, el Papa dispuso hace unas semanas que dicha documentación sea trasladada por competencia a los organismos judiciales de Estados Unidos.
-¿Qué patrones de abuso cometió el Sodalicio?
-Su fundador, Luis Fernando Figari, pensó luchar contra el comunismo en Latinoamérica con un grupo político de inspiración fascista. De hecho, quiso fundar una Falange a la peruana. Terminó juntando jovencitos blancos de clase media o alta y de familias muchas de ellas disfuncionales. Aquel grupo religioso radical pronto se fanatizó. Mediante maltratos verbales y físicos, controlándoles el comportamiento, la información, el pensamiento y las emociones terminó por configurar un grupo en el que sus adeptos sufría el control mental propio de una secta. Todos ellos terminaron siendo víctimas de abusos de todo tipo y, algunos, victimarios. Junto a monseñor Scicluna comentamos horrorizados que algunos declarantes eran como muertos vivientes. Su mirada sin vida, vacía, perdidos aun en el horror al que les había sometido Figari cuando eran «sus esclavos».
-¿Cómo pueden defender algunos aún al Sodalicio?
-Solo cuando están tan fanatizados que, no obstante todas las evidencias, aun afirman que morirán sodalites. Otros repiten acríticamente que el Sodalicio fue la concreción del Vaticano II, imagínese. Otros insisten que por unos pocos han pagado justos por pecadores, cuando en realidad el Sodalicio dañó o destruyó a todos su libertad interior. Me remito a los testimonios ya publicados. San Bartolo, que visité con Renzo Orbegozo, una de las victimas, es un balneario al sur de Lima. Era el centro de formación de estos consagrados que ha pasado tristemente a la historia peruana como el lugar en el que una parte de la juventud peruana perdió su dignidad de persona.
-¿Qué impresión se lleva del país que ha permitido que el Sodalicio haya cumplido 54 años o que los periodistas hayan tenido que buscar amparo ante el Papa Francisco o ante los organismos internacionales de tutela de la libertad de expresión?
-En los mas de diez viajes que llevo realizando a Perú he aprendido a amar este país, en toda su riqueza y complejidad. Me duele que su gente más sencilla y pobre, pero no solo ellos, tenga que sufrir una fragilidad institucional que es causa y consecuencia de la corrupción. Siempre recordaré el encuentro con los campesinos comuneros de Catacaos y lo que me dijo uno de ellos: «es la primera vez que alguien nos escucha en este país». Este pobre señor tenía una cabaña por casa, dos cabras… y nueve demandas penales, alguna de ellas por terrorismo. Una locura. Las leyes en un país están para ser cumplidas por todos, también por los potentados. El estado de derecho está para tutelar a los mas débiles de la sociedad.
-¿Tuvo que ver algo el carácter diplomático de su misión?
-Fue Francisco quien la quiso con carácter diplomático. Quería asegurar así su independencia, siendo como era una investigación interna de la Iglesia, con pleno respeto a la legalidad peruana. La Cancillería de este país acogió como diplomáticos por la función, no por la carrera, a los dos enviados y todo ello según las reglas de la reciprocidad internacional. Al final, tras el oportuno ejercicio de defensa ofrecido a todos, la Iglesia, con su propia legislación y al amparo de lo establecido por el Concordato de 1980, ha castigado a aquellos victimarios del Sodalicio más destacados, dando así un mensaje muy fuerte de cercanía al sufrimiento de las víctimas. El Papa incluso llegó al convencimiento de que no había carisma original en Figari y tampoco le tembló la mano en firmar la supresión del Sodalicio por tal motivo. Ha sido una decisión valiente e inaudita por parte de un Papa octogenario. Impresionante.
-Por tanto, ¿podemos afirmar que la supresión del Sodalicio forma parte del legado de Francisco?
-Absolutamente. La supresión del Sodalicio es parte del legado de Francisco porque es la primera vez que la Iglesia reconoce que hay comportamientos sectarios en su seno y que un autoproclamado fundador, incluso aclamado por muchos jerarcas que en su momento le rieron las gracias, no es sino un gurú que hay que exponer a la luz pública. No se trata de una cuestión de progresismo o de conservadurismo eclesial. Es simplemente leer la vida a los ojos de Dios como ha hecho Francisco y decir claramente que tales comportamientos abusivos no tienen nada de cristianos, que no tienen lugar en la Iglesia. Estoy seguro de que el sucesor de Francisco continuará con su lucha por una iglesia mas cercana al Evangelio. No hay vuelta atrás.
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