Improvisación institucional y decepción nacionalista

El republicano Carod se congratuló, sin embargo, porque el Papa había hecho más por el catalán «que todos los presidentes de Gobierno de España».

Según el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, el Papa está reconfortado y gratamente sorprendido por el recibimiento en Barcelona. Se refería a los miles de jóvenes que le esperaban de noche en la plaza de la Catedral, a las más de 200.000 personas que le saludaron en los trayectos por la Ciudad Condal y al emotivo entusiasmo de los fieles apiñados en torno al templo de Gaudí. En cuanto al protocolo institucional, sólo el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui , representó al Gobierno de España en Cataluña hasta el momento de la despedida del Papa. Y José Montilla se desdobló en candidato y presidente de la Generalitat. En calidad de lo primero lanzó un mitin a favor de las familias «alternativas». Como autoridad, obsequió a Benedicto XVI con un libro sobre la historia «nacional» de Cataluña. En suma, estrecho margen para el rigor institucional y protocolario.

Por si quedaban dudas respecto a la naturaleza del viaje, el encuentro con los niños, las religiosas y las familias del hospital Niño Dios apuntaló la diáfana retórica del Papa sobre la vida, la concepción y el matrimonio. Todo ello en la misma ciudad que albergaba las clínicas abortistas del doctor Morín. Dicho ante los represententes —pocos, eso sí— de un Gobierno de la Generalitat que presume de iniciativas como el reparto gratuito de la píldora abortiva o la posibilidad de una muerte a la carta.

Fue el líder de Unió, Josep Duran Lleida , quien primero valoró el aldabonazo y reclamó atención para la familia en el contexto de una cultura de la vida; también fue el que con menos reparos abordó las polémicas subyacentes. Criticó que Zapatero buscara una «foto alternativa» en Afganistán, que fuera a rezar con Obama y eludiera recibir al Papa y aseguró que Benedicto XVI aludía exactamente al periodo de la Segunda República cuando habló del anticlericalismo de los años treinta, es decir al mismo régimen mitificado por el Gobierno. Salvo imprevisto, todos estos asuntos dinamizarán la actualidad política de la próxima semana.

Los efectos en la Iglesia en Cataluña serán más duraderos, puesto que hay un antes y un después del 7 de noviembre. Todo ha cambiado, pero no en dirección hacia asuntos del perfil de una conferencia episcopal propia. La nueva basílica de Barcelona es una Sagrada Familia esculpida en piedra y en las palabras de Benedicto XVI, la Catedral del Tercer Milenio a la que se refería el arzobispo Lluís Martínez Sistach , una Iglesia en construcción cuyos retablos miran hacia el exterior.