España mantiene la confianza en el Domund mientras caen en picado las aportaciones para las misiones a nivel mundial

«El pueblo español es muy generoso, colabora mucho», ha explicado el director de OMP en España, José María Calderón quien además ha añadido que «los españoles, por regla general, acogen con mucho cariño el testimonio de vida de los misioneros». Además, ha destacado que incluso en momentos como la pandemia, «bajaron un poco los ingresos, pero ahora han crecido de nuevo».

Un aumento con el que «desgraciadamente no suplimos lo que bajan otras naciones», ha añadido Calderón, en referencia a los datos globales de OMP, que esta misma semana hacía público el secretario general de la Obra Pontificia para la Propagación de la Fe, Tadeusz Jan Nowak. «Estamos experimentando desde hace algún tiempo una tendencia a la baja», explicaba el padre Nowak en Roma, «y desafortunadamente, cada año el fondo disminuye: hace diez años, había aproximadamente 140 millones de dólares para distribuir, este año la mitad, sólo 70. Es necesario preguntarse, por ejemplo, de dónde obtendrán las diócesis de Myanmar, Malawi, Bangladesh, Pakistán, Sri Lanka y otros el dinero para llevar a cabo su misión«.

La situación es más compleja, si cabe, si se tiene en cuenta que los desafíos evangelizadores son cada vez mayores en las zonas de misión. «Si hasta hace unos días había 1121 territorios de misión, ahora hay 1122, porque ayer mismo el Papa creó una diócesis en África, porque la vida de la Iglesia crece», ha explicado Calderón. En la práctica, las diócesis en los territorios de misión (la mayor parte de África y Asia, algunas zonas de Oceanía como Nueva Zelanda, y Alaska y territorios del interior en Sudamérica, Centroamérica y México) se van modificando desde la Santa Sede en función del aumento de población de las diócesis.

Desde Roma, el padre Nowak, ejemplificaba el problema al explicar, hace unos días, que «cada vez es más difícil hacer comprender que las graves necesidades de evangelización, de las que habla a menudo el Papa Francisco, son también y sobre todo las necesidades pastorales fundamentales de las Iglesias en situaciones de mayor necesidad». Entre estas necesidades incluía «la formación de seminaristas, sacerdotes, religiosos, catequistas locales, la construcción y mantenimiento de lugares de culto, seminarios y estructuras parroquiales, el apoyo a los medios de comunicación católicos locales, la provisión de medios de transporte, el apoyo a la catequesis, la enseñanza católica, la formación cristiana de niños y jóvenes«.

En total son unas 1150 realidades locales (entre diócesis, vicariatos, prefecturas apostólicas y misiones sui iuris» las que atiende este Fondo de Solidaridad Universal. De todas ellas, las aportaciones españolas de 14,2 millones de euros en 2022 han servido para financiar un total de 538 proyectos en 213 territorios de 32 países. Por tipo de proyectos, el 41,3% eran proyectos ordinarios; el 36,4%, de formación de catequistas, y el 22,3%, proyectos extraordinarios, como construcciones, vehículos o equipamiento.

A la reducción en las aportaciones también se suma una significativa reducción del número de misioneros. España, otrora el país con un mayor de religiosos enviados a la misión, también ha visto mermado el número de misioneros. Según los datos facilitados en la memoria de OMP, el número de misioneros españoles en el mundo asciende a 7.788, cuando el año pasado se situaba por encima de los diez mil. De ellos, el 53% son mujeres, y la mayoría (4.421) son consagrados. También hay 2.000 sacerdotes religiosos, 589 diocesanos, 681 laicos, 85 obispos y 4 cardenales.

Ante estos números, preguntado por cómo fomentar las vocaciones misioneras, el sacerdote Saturnino Pasero, que estuvo durante 37 años en Benin y presente en el acto, ha señalado que no se trata de algo «exclusivo de unos cuantos». «No se trata de unos héroes, sino de ver lo que tienes en tu corazón y, si te empapas del mensaje de Jesús, no te puedes quedar quieto. Si acoges el mensaje de Jesús, no van a faltar nunca pies que se pongan en camino«, ha asegurado.

Pasero también ha explicado que su deseo de hacerse cura «allí donde más se necesitara» le llevó a este país africano, donde ha aprendido a «ver, oír y callar», a «no dar juicios» y a «penetrar en la cultura a través de la lengua» -tuvo que aprender tres idiomas- y por medio de la ayuda a los más vulnerables. En su caso, se centró con las personas con discapacidad y con problemas de salud mental.