Beck había reportado que el sargento mayor de batería Michael Webber intentó besarla a la fuerza durante una reunión social de trabajo en julio de 2021. Además, sufrió un acoso constante por parte de su superior, el bombardero Ryan Mason, quien le envió más de 4.600 mensajes, incluyendo una «historia de amor» de 15 páginas detallando sus fantasías con ella.
El forense Nicholas Rheinberg determinó que la respuesta inadecuada del Ejército a estas denuncias contribuyó significativamente a la muerte de Beck. A pesar de las quejas presentadas, las acciones disciplinarias fueron mínimas, y no se llevó a cabo una investigación formal ni se informó a la policía, lo que violó las políticas establecidas.
La madre de Beck, Leighann McCready, ha instado al Gobierno a impedir que el Ejército investigue sus propios casos de mala conducta, reclamando la creación de un organismo independiente que gestione denuncias graves y garantice la rendición de cuentas. «Ninguna disculpa traerá de vuelta a nuestra hija», afirmó tras la investigación, recordando a Beck como «amable, cariñosa y verdaderamente querida por todos los que la conocieron». Por su parte, el Ministerio de Defensa ha reconocido los fallos en este caso y ha expresado su compromiso de implementar cambios para abordar el acoso y los problemas de salud mental dentro de las fuerzas armadas.
Este trágico incidente pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar los mecanismos de apoyo y respuesta ante denuncias de acoso y agresión sexual en el ámbito militar, asegurando que se tomen medidas adecuadas para proteger a las víctimas y prevenir futuros casos similares.
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