Las dos preguntas que tendrá que responder el nuevo Papa tras ser elegido por el Cónclave
Tras la muerte de un Papa, la Iglesia Católica activa un proceso ancestral y meticulosamente estructurado para elegir al nuevo líder espiritual
Cuántos votos se necesitan en el Cónclave para ser Papa
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El reciente fallecimiento del Papa Francisco ha sumido a la Iglesia Católica en un período de luto y reflexión. Con su partida, se activa un proceso ancestral y meticulosamente estructurado para elegir al nuevo líder espiritual de más de mil millones de fieles en todo el mundo. Este proceso, conocido como Cónclave, culmina con la elección de un nuevo Papa, quien deberá responder a dos preguntas fundamentales que definirán su pontificado.
Tras la muerte de un Papa, la Iglesia entra en un estado denominado 'Sede Vacante'. Durante este período, el Cardenal Camarlengo asume la administración temporal de los asuntos vaticanos y se encarga de organizar el Cónclave. Este es el encuentro secreto donde los cardenales electores, aquellos menores de 80 años, se reúnen para elegir al nuevo Pontífice. La Capilla Sixtina, con su majestuosa bóveda pintada por Miguel Ángel, sirve como escenario para este solemne evento.
Antes de ingresar al Cónclave, los cardenales participan en congregaciones generales donde discuten el estado actual de la Iglesia y los desafíos que enfrenta. Estas reuniones preparatorias son cruciales para elegir el perfil ideal del futuro Papa. Una vez iniciadas las votaciones, se requieren dos tercios de los votos para que un candidato sea elegido. Después de cada ronda de votación, las papeletas se queman; el humo negro indica que no se ha alcanzado una decisión, mientras que el humo blanco anuncia la elección de un nuevo Pontífice.
Las dos preguntas decisivas
Una vez que un candidato obtiene la mayoría requerida, se le plantea una pregunta trascendental: «¿Acepta su elección canónica como Soberano Pontífice?». Este interrogante, formulado por el Cardenal Decano, busca confirmar la voluntad del elegido de asumir la responsabilidad más alta dentro de la Iglesia Católica.
Si el candidato acepta, se le formula una segunda pregunta: «¿Con qué nombre quiere ser llamado?». La elección de un nuevo nombre papal es una tradición que simboliza un nuevo comienzo y refleja las aspiraciones o inspiraciones del nuevo líder. Esta práctica se remonta al año 533, cuando el Papa Juan II adoptó un nombre diferente al suyo al asumir el pontificado.
Tras responder afirmativamente a la primera pregunta y seleccionar su nombre papal, el nuevo Papa se viste con las vestimentas blancas tradicionales y es presentado a la congregación de cardenales, quienes le ofrecen su respeto y obediencia. Posteriormente, el Cardenal Protodiácono anuncia al mundo la elección con la famosa frase «Habemus Papam» desde el balcón de la Basílica de San Pedro. El nuevo Pontífice se dirige entonces a los fieles, impartiendo su primera bendición «Urbi et Orbi».
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