revisión de un centenar de publicaciones
Dos estudios desvelan el agujero científico que hay respecto al uso de bloqueadores de la pubertad y sus efectos
«Doce meses de terapia psicológica causaron una clara mejoría en los adolescentes tratados por disforia de género», concluye el equipo de la doctora Taylor en Reino Unido
Reino Unido se replantea toda su estrategia trans y prohibirá los bloqueadores antes de los 16 años
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Iniciar sesiónItalia ha sido el último país que ha propuesto limitar el uso de los bloqueadores de la pubertad y tratamientos hormonales cruzados que suelen seguir a los primeros en un proceso de reasignación de género. No existen, sostiene el Gobierno italiano, evidencias médicas que ... justifiquen su empleo. En Reino Unido, el informe de la doctora Hillary Cass que se ha publicado justo hoy miércoles pone contra las cuerdas todos los puntales sobre los que se levantó la ley Trans británica (copiada a su vez por el equipo de la exministra de Igualdad Irene Montero para la española) y que ha provocado que cientos de jóvenes decidiesen tratar su disforia o incongruencia de género con una terapia hormonal. Pero el 'informe Cass', publicado tras cuatro años de revisionismo del proceso de transición del NHS (Sistema de Salud de Gran Bretaña), es sencillo en una recomendación: terapia antes que transición. Informes psicológicos y examen de la salud mental del joven antes que un inyectable que paralice la pubertad o la interrumpa, lo primero que eliminó en España la norma que tiene ahora un año.
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Con el debate mundial por el abuso o mal uso de los bloqueadores con adolescentes púberes, este miércoles 10 de abril, además, se publican dos revisiones científicas en 'la revista 'Archives of Disease in Childhood' que vuelven a cuestionar esos tratamientos porque no tienen, infieren, suficiente respaldo de la ciencia. Cabe recordar que los análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH-a) se utilizan como tratamiento de primera línea para la disforia de género, también en nuestro país, como recientemente publicó ABC, aunque se pueden utilizar también fármacos con propiedades antiandrogénicas, como las progestinas y la espironolactona.
En ambas revisiones se analiza un centenar de estudios ya publicados -de una base de datos de 28.147 registros al buscar 'niños' y 'disforia de género o identidad de género- y el equipo de la doctora Jo Taylor, del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad británica de York concluye que no hay pruebas sólidas que se pongan sobre la mesa de los endocrinos y expertos de las terapias afirmativas sobre los riesgos y beneficios que tienen estas terapias. Se adolece por tanto de una buena «evidencia para el uso rutinario de los bloqueadores de la pubertad», lo que para muchos especialistas no significa que no puedan ser útiles de manera ocasional.
En concreto, para el estudio del equipo de Taylor se revisaron estudios de 2006 a 2022, en Estados Unidos, Canadá, Países Bajos, el propio Reino Unido y Brasil y Alemania. Dentro de ellos hubo 10.673 participantes estudiados. 9.404 de ellos eran adolescentes que padecían disforia de género, 4.702 de ellos recibieron supresores de la pubertad y 4.702 no. Además, otros 1.269 jóvenes pertenecían a otros grupos de comparación, y también se incluyeron para contrastar esos resultados adultos y adolescentes que no habían recibido ningún tratamiento hormonal, junto a 56 que recibían ese mismo tratamiento por motivos médicos diferentes. Dice Taylor que la mayoría de esos estudios publicados evaluaron la producción de gónada GnRH-a, que es justo para la que se toman análogos o inyectables que la paralizan. Entre esos participantes, sobre todo varones registrados al nacer, tomaron espironolatona, y en otros casos progestágenos o antiandrógenos, terapias hormonales. Es curiosa la llamada de atención que realiza el equipo británico encargado de este artículo: «No se informó del número de participantes que tomó cada uno».
Por tanto, la mayoría de los estudios incluyeron a adolescentes que recibieron solamente mecanismos para la supresión de la pubertad, lo que dificulta, dice Taylor, determinar los efectos de las hormonas por sí solas.
Y, así, de forma bastante sesgada, entre los resultados médicos que se extrajeron con más frecuencia fueron la supresión de la pubertad, seguido por efectos en la salud física. «Si bien la supresión de la pubertad puede ofrecer algún beneficio, existe preocupación por el impacto en la salud ósea, e incertidumbre respecto al desarrollo cognitivo, los resultados psicosociales y la salud cardiometabólica. No hay pruebas suficientes para respaldar las recomendaciones clínicas de esos fármacos».
De los primeros 50 estudios revisados, por ejemplo, critican que la salud psicológica solo se midió en 13 de los estudios, mientras que los efectos secundarios de esos medicamentos solo se notificaron en seis estudios, la salud ósea en nueve y un estudio único midió la fertilidad. Todo esto resulta sorprendente para los científicos, sobre todo porque una de sus afirmaciones es que tras doce meses de terapia psicológica las cohortes de adolescentes estudiadas con malestar hacia su sexo biológico mostraron una clara mejoría.
«Hay una falta de investigación de alta calidad que evalúe el uso de hormonas en adolescentes que experimentan disforia/incongruencia de género. La evidencia de calidad moderada indica que la salud mental puede mejorar durante el tratamiento, pero aún se requieren estudios sólidos. Para otros resultados, no se pueden sacar conclusiones. Estudios más recientes publicados desde abril de 2022 hasta enero de 2024 también respaldan las conclusiones de esta revisión«, acreditan Taylor, junto a cinco miembros de su equipo, coautores de esta publicación.
Hubo edad mínima, 12 años, luego se eliminó
En la introducción del estudio, los científicos británicos hacen constar que los criterios de los primeros protocolos de tratamiento para la supresión de la pubertad marcaban que los menores debían tener al menos 12 años, estar en el estadio 2 de Tanner de la pubertad, haber experimentado disforia de género en la infancia que persistiera y se intensificara durante la pubertad, pero en Estados como Países Bajos se justificó el tratamiento para «ganar tiempo» y pausar el desarrollo de características sexuales secundarias hasta que el joven adoptase el rol de género deseado. La Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero y otras directrices médicas eliminaron la recomendación de edad mínima, lo que para los autores del texto es una decisión que tampoco tiene una base empírica que la sustente.
«Faltan evidencias sobre los efectos en los testículos y el esperma de los niños que toman esos bloqueadores y que podrían no ser reversibles»
Ashley Grossman
Catedrático emérito de Endocrinología de la Universidad de Oxford
Como reacción a estos estudios, Ashley Grossman, catedrático emérito de Endocrinología de la Universidad de Oxford, señala a la cadena de medios Science Media Centre España que «durante muchos años hemos estado usando bloqueadores de la pubertad en niños pequeños que están entrando en la pubertad precoz para retrasar la pubertad hasta un momento normal, esto ha tenido mucho éxito«. Pero en los dos estudios de la doctora Taylor sugiere que »no hay suficientes datos válidos que muestren los efectos a largo plazo en niños con disforia de género«. De hecho, aún faltan evidencias sobre los efectos en los testículos y el esperma de los niños que los toman y que alguna investigación aún no revisada por pares sugiere más allá que podrían ser irreversibles, agrega.
El trastorno de la disforia a una edad muy confusa
Grossman también sentencia que el proceso que atraviesa un adolescente transgénero «es tremendamente angustioso» y hay que ayudar a estas personas, pero, como defienden muchos padres en España como los de la agrupación Amanda, existe la disforia de género como trastorno en muchos de esos niños por la edad confusa en la que se encuentran y la solución no debe ser el uso rutinario de tratamientos que podrían tener consecuencias a corto, medio y largo plazo.
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Grossman apunta también que los niños necesitan «un asesoramiento muy cuidadoso, asistencia y ayuda en estos momentos difíciles». A largo plazo, «un pequeño número» de estos niños puede transicionar a un sexo diferente, pero se precisan «ensayos clínicos mucho más minuciosos para poder comprender cómo y cuánto están justificados y son beneficiosos estos tratamientos», acaba el catedrático de Oxford.
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