El Congo se despide del Papa: «Aquí mutilan, asesinan y torturan. Si el Papa consigue que esto pare, sería un milagro»
Agradecen al Papa que haya sido «altavoz de nuestro sufrimiento»
Corresponsal en el Vaticano
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Iniciar sesiónMiles de congoleños miraban con una mezcla de tristeza y alegría el coche que este viernes por la mañana trasladaba al Papa desde la sede de la conferencia episcopal congoleña hasta el aeropuerto de Kinsasa. Alzaban las manos para despedirse, gritaban en francés « ... viva el Papa», y le daban las gracias cada uno en su idioma: «Matondo», «Melessi», «Aksanti», «Tuasakidila», «Merci».
«La gente está muy contenta de que el Papa haya venido, pues venía a hablar con los políticos a ver si podemos conseguir la paz para este país, que ya lleva 30 años en guerra, y la situación es horrorosa», ha explicado a ABC la religiosa asturiana Ángela Vicente Gutiérrez, que lleva 30 años en la República Democrática del Congo.
«Es horrible ver cómo mutilan, asesinan, torturan… Es horrible. Nos da mucha pena. Si el Papa puede conseguir que se haga algo por que esto se pare, pues sería un milagro. Hay mucha miseria, mucha injusticia. Muere la gente como si no valieran nada. Aquí destruyen a las personas», lamenta con prisa, pues no le falta trabajo en «Télema», un centro que abrió en 1989 junto a otras Hermanas Hospitalarias para acoger a enfermos mentales abandonados por las calles.
Efectivamente, esta semana el Papa ha denunciado el «genocidio silencioso» de 10 millones de personas en el Este del País, por parte de milicias que se disputan el control de minas de diamantes, cobre y coltán en el Este del país. Se mueven con violencia desmedida (violaciones como armas de guerra, canibalismo, decapitaciones), para expulsar a la población. Como consecuencia, en RDC hay 5,6 millones de desplazados.
También lo recordaba el Papa este viernes, mientras viajaba rumbo al aeropuerto, sentado junto al conductor, y miraba con atención los rostros apelotonados a ambos lados de las calles a lo largo de los 28 km de trayecto. Y quizá se interrogaba sobre qué cambiará en el país con esta visita.
Este viernes se dirigió a los 48 obispos del país, que recordaban lo que han cambiado las cosas desde que Juan Pablo II los visitó hace 37 años, cuando Mobutu Sese Seko gobernaba con puño de hierro. La caída del dictador, derrocado por Laurent-Désiré Kabila en 1997, abrió la puerta a los depredadores, líderes militares del país y de países fronterizos como Ruanda y Uganda que formaron milicias armadas para hacerse con el control de riquísimas minas y yacimientos del Este del país. Desde entonces, reina la violencia inhumana en esa región, en las provincias de Ituri, Kivu del norte y Kivu del sur.
Tras despedirse del Pontífice, el obispo Félicien Mwanama Galumbulula dijo a ABC que Francisco ha intentado ser altavoz del «grito de sufrimiento del Este la RDC, de la miseria, guerra, violencia y humillaciones que estamos viviendo, pues las grandes potencias pisotean nuestra dignidad para explotar nuestros recursos». «Nos sorprende el silencio de los medios de comunicación de todo el mundo, porque aquí hay muchos muertos», confesó con pena el prelado a la televisión italiana Tv2000.
«Nos sorprende el silencio de los medios de comunicación de todo el mundo, porque aquí hay muchos muertos»
Félicien Galumbulula
Obispo
El misionero y periodista Giulio Albanese agradecía satisfecho al Papa que haya «denunciado sin pelos en la lengua los antiguos males de África: la corrupción, los intereses internacionales para depredar este continente, las desigualdades, la riqueza concentrada en un puñado de personas. Ha apuntado a los políticos, que no están al servicio de la gente, sino de sus intereses».
En el aeropuerto, el Papa Francisco se ha despedido del presidente Felix Tshisekedi, que ha sido un buen anfitrión, también porque la presencia del pontífice le beneficiará en las elecciones previstas para dentro de diez meses. «No tenemos un mejor abogado (para la causa de RDC) que el Santo Padre», declaró el portavoz del gobierno Patrick Muyaya cuando el avión de Francisco desapareció del horizonte. Quedaron sin comentarios las proclamas contra Tshisekedi que se alzaron el jueves durante el encuentro del Papa con miles de jóvenes.
«Ojalá se haya escuchado el mensaje del Papa», reflexiona en Kinsasa el sacerdote Paulin Sabuy, de regreso del aeropuerto. «Nos deja como mensaje la reconciliación y la paz. El perdón es indispensable para salir de la espiral de la violencia, para restablecer la justicia y reconstruir la paz», añade.
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Quizá pensando precisamente en ese futuro, en este país donde la edad media es de 19,8 años (en España es en torno a 45 años), una de las últimas personas a las que el Papa saludó antes de marcharse de RDC fue el pequeño Angelo Johanne Maria, de un año y medio de edad, vestido con una camiseta con los colores de la bandera del país. El Papa le regaló un rosario, su última caricia en Kinsasa, y el sueño de que sus ojos no vean el drama que sí que están viendo sus padres.
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