Arrecian las críticas a Erdogan cuando llega la hora de los vivos

El malestar crece en las zonas afectadas por la lenta respuesta del Gobierno

Superada la emergencia llega el momento de ayudar a quienes lo han perdido todo

Bomberos españoles participan en las tareas de rescate en Turquía EFE

Mikel Ayestaran

Adiyaman (Turquía)

«¡Gracias, gracias, gracias!», repite en español Yabous al grupo de bomberos de la ONG Acción Norte que tratan de rescatar a sus padres de entre los escombros de su casa en Adiyaman, Kurdistán turco. Está triste, pero entero, muy entero. «La pena es que ... ya es tarde, los equipos de rescate con medios han llegado demasiado tarde. Al principio solo estábamos nosotros y nuestras propias manos, escuchábamos las llamadas de la gente, pero no podíamos hacer nada», lamenta Yabous.

El terremoto supera ya los 23.000 muertos y ha removido la tierra al Este de Turquía, pero también ha removido la escena política. Las críticas al Gobierno por la lentitud en la respuesta se repiten en cada testimonio, es algo en lo que están de acuerdo a lo largo de las zonas afectadas.

«Estamos ante un colapso del sistema. El Gobierno ha sido incapaz de dar una respuesta de emergencia efectiva. No ha discriminado entre zonas islamistas u opositoras, el desastre ha sido general», opina el diputado del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) kurdo Hisyar Ozsoy, quien añade que «la discriminación llegará cuando toque distribuir fondos para la reconstrucción, pero en este primer momento ha sido un desastre para todos igual».

Desde el opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), también señalaron al líder islamista como «responsable de esto y sus políticas nos han llevado a este escenario», en palabras de su máximo dirigente, Kemal Kiçdarolu.

Nadie quiere hablar de elecciones mientras se están enterrando a miles de personas en fosas comunes, pero esta tragedia deja en el aire los comicios que Erdogan adelantó al 14 de mayo. El enfado general puede tumbar sus aspiraciones de seguir en el poder en este año clave en el que se conmemora el primer centenario de la república. Ahora es momento de duelo por los miles de fallecidos y de ayudar a los supervivientes, por eso el duelo político queda, de momento, en segundo plano.

El presidente se defiende recordando la magnitud del desastre, pide «unidad nacional y solidaridad» y en su última aparición subrayó además que «se han logrado poner a salvo a unas 75.000 personas a pesar de los contratiempos que han sufrido los equipos de rescate».

Respuesta mundial

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó el terremoto como «uno de los mayores desastres naturales de nuestro tiempo» y para hacerle frente en Turquía trabajan ahora grupos llegados de decenas de países del mundo. Una situación muy diferente a la de Siria. Los bomberos de Acción Norte llegaron desde Vitoria y comparten labores de rescate en esta ciudad del Kurdistán turco con un gran despliegue del Ejército de Méjico.

Superadas las primeras 72 horas se acaba el plazo probable de encontrar gente con vida, aunque se han producido ya varios «milagros», y empieza una nueva fase, la de ayudar a quienes lo han perdido todo y parten de cero, si es que se puede alguna vez olvidar una tragedia de este tipo.

Los bomberos vitorianos no han logrado rescatar a nadie con vida y tras inspeccionar varios edificios en los últimos días, señalan que «este tipo de construcción es el más complicado para nuestra labor porque deja pocos huecos de vida. Nosotros intentamos abrir esos huecos para llegar a las víctimas, pero lo que hemos encontrado son cadáveres», apunta Héctor Pérez, del turno 5 del parque de Vitoria, como el resto de sus compañeros.

La calidad de la construcción en una zona sísmica como esta y la falta de controles a los contratistas es otro de los frentes abiertos en la mesa de las autoridades ya que el mandato de Erdogan ha estado caracterizado por el boom urbanístico.

Tras la entrada del primer convoy de ayuda de la ONU por la frontera turca, el régimen sirio anunció que permitirá la entrada de ayuda para la provincia de Idlib, la última que permanece fuera de su control y que es una de las más afectadas. El organismo internacional recibió la noticia con cautela.

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