El cambio de hora altera el ritmo del sueño de niños y mayores
El horario de verano que empieza esta noche es el que más afecta al bienestar
El cambio de hora altera el ritmo del sueño de niños y mayores
Un par de veces al año, nuestro organismo tiene que contribuir al ahorro energético, adelantando o atrasando en 60 minutos la hora de acostarnos y levantarnos. Nuestro reloj biológico interno, que utiliza la luz para «ponerse en hora», en general es capaz de adaptarse sin ... mayores complicaciones en dos o tres días. Eso sí, puede que durante ese tiempo arrastremos sensación de cansancio y somnolencia, que no es preocupante. Eso a pesar que de que el cambio horario que sufrimos ahora sea brusco, frente al par de minutos diarios que desde el solsticio de invierno, el 21 de diciembre, van incrementando paulatinamente la duración del día.
Esas pequeñas variaciones diarias de luz —o la más brusca, equivalente a la de todo un mes, que nos espera mañana— son captadas por un tipo especial de células en la retina, distintas de las que nos permiten ver, y transmitidas a una región del cerebro donde se encuentra la maquinaria de nuestro reloj interno. Gracias a ella podemos adaptarnos a la variación anual de luz diurna y regular nuestro ciclo sueño-vigilia.
De los dos cambios de hora que sufrimos al año, éste es el que más afecta a nuestro bienestar. El organismo humano tiene más dificultades para adaptarse cuando siente que «ha perdido» una hora que cuando la gana. «Al igual que en los viajes, es más fácil adaptarse a los horarios de países donde se gana tiempo», explica Carlos Tejero de la Sociedad Española de Neurología.
Más cansados
Los efectos varían de una persona a otra al igual que el tiempo que se puede tardar en adaptarse. Los más comunes en personas sanas son: sensación de cansancio, laxitud, somnolencia o falta de concentración. Estas molestias deberían desaparecer en un máximo de diez días. Si persisten es el momento de acudir a la consulta del especialista, advierte Antonio Yusta, neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid.
El cambio puede ser más perturbador para los niños, personas con algún trastorno neurológico (cefaleas, epilepsia o problemas de sueño) y también para los mayores. Sobre todo si toman ansiolíticos o antidepresivos porque repercuten en el funcionamiento cerebral, en el ciclo biológico vigilia-sueño y en la estructura del sueño, detalla.
Los cambios de hora afectan al apetito, el sueño y también a las defensas del organismo. Esta reacción es un aspecto relativamente nuevo aún poco explorado, explica el doctor Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española del Sueño y director del Instituto del Sueño de Madrid. Aunque aclara que un cambio de una hora dos veces al año en nuestro reloj biológico no tiene apenas repercusión sobre nuestro estado general de salud. Sin embargo, llama la atención sobre situaciones mucho más cotidianas que afectan a una parte importante de los trabajadores, los cambios de turnos, que con el tiempo, sí pueden acarrear problemas. «El hecho de dormir más o menos produce cambios en el sistema inmune. La duración del sueño y el reloj circadiano ejercen una función reguladora sobre las defensas».
Este reloj biológico regula también la secreción de cortisol, un inmunosupresor que potencia la actividad inmunológica, y también la función del sistema nervioso simpático. De hecho el cortisol alcanza su mínimo entre las 11 de la noche y la una de la madrugada, coincidiendo con el momento de ir a dormir. Su silencio permite el mejor funcionamiento de nuestras defensas. ¿Y por qué trabajan de noche? Después del ajetreo diario, es cuando se dispone de medios y energía para poner en marcha otras líneas de defensa, entre las que sobresalen las respuestas del sistema inmunitario.
Tal vez más preocupante que el cambio horario sea la falta de horas de sueño contínuas de los pequeños, como han reflejado diversos estudios, que además de impedirles atender e incluso hacerles caer en brazos de Morfeo en clase, pueden perjudicar sus defensas.
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