El volcán de La Palma ya emite un magma evolucionado, y los científicos estudian si ha cambiado de fase

No descartan un tercer derrumbe parcial ante el gran crecimiento de la pared por el suroeste

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El magma que emite el volcán -aún sin nombre- del Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, está empezando a evolucionar . Aunque esto no quiere decir que haya entrado en una fase nueva, sí que está empobreciéndose y podría ... indicar que no se alimenta desde grandes profundidades, como ha ocurrido hasta este momento. Así lo confirma Raúl Pérez, geólogo de Emergencias del IGME-CSIC después de mostrar orgulloso un trozo de roca que la UME consiguió el día anterior de la zona de la erupción. En esta nueva fase de la investigación , una vez que se pueden analizar los productos emitidos, es cuando se incorpora al análisis la petrología, esto es, el estudio de los minerales que salen hasta la superficie . «Para nosotros es muy importante porque nos dará información de la profundidad de la que procede el magma , y permite saber si la cámara magmática se va a volver a estabilizar», resume este experto.

La roca que porta, negra, con agujeros, destellos y pequeñas incrustaciones verdes , cuenta, es muy rica en magnetita , por eso es tan pesada y está imantada. «La presencia de los olivinos grandes, lo que brilla en verde, nos habla de un magma un poco más evolucionado », y esto se da mientras el volcán sigue explotando, por lo que los científicos no tienen claro si tendrá relación con su evolución: «Ahora es tiempo de analizar y estudiar estos materiales» , apostilla este geólogo y sismólogo. Pese a todo, los expertos no saben si aún se encuentran en la casilla de salida : «Que hayamos encontrado esta lava no sé si es un indicador de que la boca, tal y como está, será suficiente para vaciar lo que le llega. Me gustaría tener un elemento científico claro para poder plantear un escenario con menos incertidumbre », expone Pérez. Las únicas certezas que han hallado por el momento han tenido que ver con la erupción inminente y la zona en la que se iba a producir. «Todo lo demás ha sido incertidumbre», reconoce.

En su caso, e ste es el primer volcán que ha visto nacer en un lugar donde antes no existía esa montaña , y la falta de pistas que aporten certezas les lleva día a día a reinventar la manera de acercarse al volcán para comprenderlo. Una técnica novedosa que prueba y estudia actualmente Pérez junto al equipo del IGME tiene que ver con la inyección de fluidos. «Estamos intentando analizar a partir de la energía sísmica el volumen de la cámara magmática» , expone el geólogo, que tiene claro que, por el camino, encontrará a un sector de la ciencia reacio a la aplicación de estos métodos que, de momento «están al borde del conocimiento, porque vamos a hacer una cosa inversa frente a una técnica industrial». Quizá por ello, resume su trabajo en «poner esparadrapos y una brida para intentar arreglar las cosas» .

Entender el futuro del volcán

Mientras continúan con sus experimentos, no cesan en su intento de hallar algún indicador que les ayude a entender la futura evolución del volcán . Una parte importante de lo que estudian tiene que ver con la vigilancia del cono y la evolución de la morfología, que es lo que permite valorar si se encuentra o no en otra fase. Aquí es cuando entran en juego los drones y reconocimiento de las imágenes. « Sabíamos que podían ocurrir los dos derrumbes parciales que ha habido hasta el momento , y no podemos descartar que vaya a sucederse un tercero, porque el edificio ha crecido bastante hacia el suroeste después de la fase explosiva registrada ayer», expone Pérez.

En cuanto a la monitorización, de la que también se encargan, se basa en el estudio de los terremotos y la deformación del terreno . Los terremotos que se han dado hasta ahora, de magnitud 3 , no son suficientes para romper 10 kilómetros de piedra hacia arriba, por lo que los científicos deducen que dentro del cono existen fracturas preexistentes de los que se aprovechan estos pequeños seísmos. Pese a que a quien pasa por la zona pueda parecerle el fin del mundo, el volcán de La Palma ha sido catalogado con un índice de explosividad de 2 sobre 8 por el Instituto Geográfico Nacional, que se basa en lo que mide la corona eruptiva. Para alcanzar el grado máximo debería medir entre 22 y 30 kilómetros, superando la estratosfera, mientras que en la ‘isla bonita’ no ha superado, por el momento, los 6 kilómetros, «que ya es bastante para un volcán monogenético (que erupciona donde no había uno antes)», apostilla Pérez.

En último lugar, para estudiar el volcán en la fase de emergencia, se analizan también los gases . El más importante de ellos es el dióxido de azufre, cuyo análisis permite estimar la cantidad de magma que alberga el volcán. «Además, estudiamos la toxicidad , cómo afecta a la población, etc., pero nos da información científica muy importante sobre lo que ocurre dentro», informa el sismólogo. Otros gases que no pierden de vista tienen que ver con la presencia de metales pesados y gases paralelos, que son irritantes y que en altas concentraciones pueden resultar tóxicos.

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