Soltera, 33 años y madre de 14 hijos

Al trascender que la madre californiana que la semana pasada trajo al mundo octillizos ya tiene otros seis hijos, Estados Unidos polemiza sobre las limitaciones éticas y los controles aplicables a los tratamientos de reproducción asistida

La noticia del nacimiento de octillizos en el sur de California se propagó el lunes de la semana pasada por todo el mundo como una feliz nota de fertilidad en tiempos de crisis y un homenaje a la pericia médica requerida para llevar a ... buen término un embarazo de altísimo riesgo. Pero en cuestión de días -al trascender que la madre protagonista de esta excepcional historia es una obsesiva soltera de 33 años con otros seis hijos- todo el confort, esperanzas y simpatías generadas por ese alumbramiento múltiple han dado lugar a una sustancial polémica sobre las limitaciones y controles aplicables a los tratamientos de reproducción asistida en Estados Unidos.

En primer lugar, el caso de Nadya Suleman con sus 14 hijos concebidos «in vitro» está planteando toda serie de cuestiones sobre la personalidad y competencia mental de esa madre soltera que se enfrenta al multimillonario reto olímpico de sacar adelante a 10 niños y 4 niñas, todos ellos menores de ocho años y uno supuestamente con problemas de autismo. Sin trabajo conocido, Nadya depende de la ayuda de sus padres, quienes a su vez tuvieron el año pasado que declarar una bancarrota personal.

Falta de regulación

Junto a todos esos reproches de responsabilidad personal, también se está cuestionando la deontología de los especialistas que han hecho posible gestar octillizos a una madre en estas condiciones. Sean Tipton, portavoz de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva , ha reconocido la apertura de una pesquisa interna: «Ciertamente estamos intentando averiguar quién ha sido el médico responsable para conocer las circunstancias de esta gestación». Con especial atención a la irresponsabilidad que supondría haber implantado ocho embriones a una mujer de 33 años.

Aunque ante el vacío legal existente en Estados Unidos, con un sistema sanitario dominado por el sector privado, las posibilidades de castigo en principio no van mucho más allá de que la clínica donde se concibieron los octillizos pierda las credenciales requeridas por las compañías de seguro para sufragar este tipo de costosos tratamientos. Sin que se anticipen consecuencias judiciales.

En el año 2004, la Asociación Americana de Medicina Reproductiva planteó la opción de negar tratamientos de inseminación «in vitro» solamente en virtud de «juicios bien sustanciados» sobre la incapacidad de una paciente para criar a su descendencia. Con un listón bastante elevado hasta casos extremos y evidentes de drogodependencia, malos tratos o cuadros psicóticos. Además en caso de una gestación con un peligroso superávit de fetos, la opción de proceder a un aborto selectivo siempre depende exclusivamente de la madre.

Ante la polémica planteada por el caso de los 14 hijos, especialistas en medicina reproductiva de Estados Unidos parecen rechazar en bloque la responsabilidad de marcar límites por su cuenta y riesgo. Según insistía ayer en las páginas del « USA Today » el doctor Robert Stillman, «nosotros no estamos, ni debemos estar, en la posición de decidir quiénes van a ser buenos padres o cuántos hijos queremos que tengan».

Obsesión y dinero

A juicio de Jeffrey Steinberg, director médico de los Institutos de Fertilidad con diversas clínicas por Estados Unidos, «¿quién soy yo para decir que seis es el número límite?». Según James Grifo, profesor de ginecología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York ; «No creo que sea nuestro trabajo decir a la gente cuantos bebés pueden tener. Yo no soy el policía reproductivo de Estados Unidos. Mi papel es educar a los pacientes».

Amigos y familiares han confirmado la obviedad de que Nadya Suleman es una mujer obsesionada con tener hijos. Según Ángela Suleman, la desbordada abuela de 14 nietos, su hija «solamente quería tener una niña más». Pero sin dejar de reconocer que hubiera sido mejor que Nadya hubiera canalizado su obsesión con la infancia trabajando en una guardería. Cuando su hija y los octillizos reciban el alta médica, todos vivirán en la vivienda de tres dormitorios que los abuelos tienen en la localidad de Whittier, a las afueras de Los Ángeles.

De acuerdo al retrato elaborado por una serie de medio de comunicación locales, la imparable madre de origen árabe estuvo casada en el pasado con un hispano, con el que no tuvo ningún hijo. También trabajó como asistente médico, hasta que supuestamente sufrió una lesión laboral hace unos años. Desde entonces se habría dedicado básicamente a tener hijos con ayuda de donantes y a estudiar psicología infantil en la Universidad Estatal de California.

Algunas estimaciones apuntan que sólo el parto de los octillizos -nueve semanas prematuros- puede llegar a costar un millón de dólares. Más otros dos millones para cubrir las necesidades básicas de sus 14 hijos hasta la mayoría de edad. En cualquier caso, dispuesta a hacer limonada con todos los limones acumulados en su vida, Nadya Suleman ya ha contratado los servicios de una compañía de relaciones públicas y ha empezado a examinar todas las posibilidades para rentabilizar su polémico historia. Con un precio estimado de dos millones de dólares por la exclusiva inicial.

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