Sanitarios, sigue la lucha: «Van a tardar años en recuperarse»

La segunda ola llegó a España antes de que el personal sanitario pudiera recuperarse del sobresfuerzo hecho en la primera. Agotados, las encuestas muestran que sufren más dolores de cabeza, estómago o espalda, y su salud física es peor que cuando comenzó 2020. También han quedado tocados a nivel emocional, con menor capacidad para hacer frente a los problemas, insomnio o incluso estrés postraumático. Los resultados preliminares de un estudio del Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB) y el IESE mostró que en los meses de julio y agosto, cuando la mayor parte de los españoles veraneaba, el 42% de los médicos decían sentirse siempre o casi siempre agotados físicamente ; un porcentaje que se elevaba al 48% cuando se les preguntaba a nivel emocional. En los meses más duros de la pandemia, uno de cada cuatro llegó a plantearse dejar su profesión.

Todo empezó de nuevo con el final del estío. «Ha habido muchas UCI que han sufrido muchísimo», cuenta Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc). No siempre han salido en los medios de comunicación. Han sido, sobre todo, las de los hospitales de tamaño medio. El resto no lo ha pasado mejor. A finales del mes de septiembre todo hacía temer un noviembre negro: con los contagios al alza y muchas UCI acercándose a ocupaciones de riesgo, algunos hospitales comenzaron a posponer las operaciones menos urgentes . Sí, esta vez había material de protección, más recursos y menos incertidumbre, pero no más personal. Las guardias y los turnos se multiplicaron, al igual que el número de pacientes a cargo de cada profesional. Crecía el cansancio. «Han predominado los sentimientos de frustración al ver que somos incapaces, como sociedad, de parar esto», dice Ferrer.

Surgió la rabia, el enfado, el miedo. Y, sobre todo, el agotamiento psicológico. La emergencia ha durado demasiado tiempo ya. «La intensidad de esta segunda ola ha sido menor, pero el daño que ha producido en la salud mental de los profesionales no», dice Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón. Las mascarillas y EPI no protegen del golpe emocional . Para Pedro López-Doriga, médico en el Hospital Universitario de Getafe, resultó descorazonador revivir el drama de la primera ola, «como si de nada hubiese servido tanto esfuerzo y sufrimiento». Para el neumólogo Miguel Ángel Salvador ha habido incredulidad, terror y finalmente serenidad. Para la enfermera del Hospital de Alcorcón Gloria Barrero, ahora queda el cansancio y la tristeza.

Porque, en palabras de Arango, uno no sale de una situación como la de la primera ola como al inicio. «Uno sale tocado, sale cansado, sale con estrés». El psiquiatra se puso al frente de una unidad especial en el Gregorio Marañón para atender a los profesionales de uno de los centros que más pacientes atendió por Covid: allí se transformó la biblioteca en una unidad de cuidados intensivos o el gimnasio en un área de observación de urgencias. Hoy hay más de 500 trabajadores en seguimiento psicológico de los 8.000 con los que cuenta el hospital. Una parte de ellos acuden a grupos «de liberación» , donde poder soltar miedos, frustraciones, incertidumbres. Otros reciben tratamiento individual. Ellos son los que ya se han venido abajo. Solo en el mes de noviembre llegaron 50 personas nuevas al programa. En septiembre fueron otras 156. «El personal sanitario va a tardar años en recuperarse», dice Arango. Sufren trastornos del sueño, ansiedad, depresión, estrés postraumático. Y todo a su alrededor, las noticias o la gente, les impide evadirse del foco de su malestar.

También en el Hospital de La Paz de Madrid tuvieron que reactivar los grupos de apoyo psicológico en octubre, con la intensificación de la segunda ola. Aún se mantienen estas reuniones cortas, celebradas en las mismas UCI o en salas de Atención Primaria. Donde toque. A muchos profesionales la pandemia les ha dejado un impacto muy grande, cuenta María Fe Bravo, jefa de Salud mental de la Paz. Solo en la primera ola detectaron que un 27% de los médicos y enfermeras tenían síntomas de depresión . Bravo, por ahora, no ha encontrando mucho estrés postraumático.

«Creo que todavía no han podido bajar la guardia. No sé qué nos encontraremos más adelante», apunta. Todos saben que aún queda mucho trabajo por hacer. La pandemia no acaba el día uno de la vacunación y la tercera ola ya está aquí, sin apenas distancia de la anterior y sin contar con el factor Navidad. «Nos preocupa», dice Ferrer. Las camas de los hospitales y las UCI siguen llenas de pacientes , será muy difícil revertir la tendencia actual y el personal sanitario también debería empezar a vacunarse, con el consiguiente riesgo de reacción adversa y baja temporal. Ferrer advierte: «La segunda y la tercera ola vienen muy juntas». El peligro no ha pasado.