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«He rezado todos los días por el sacerdote que me violó»

Daniel Pittet, víctima de abusos cuando tenía ocho años, asegura que no estaba «muy seguro» de que el Papa Francisco aceptara hacer el prólogo de su libro porque «en su entorno hay gente que está en contra»

Daniel Pittet en un momento de la entrevista con ABC Isabel Permuy
Laura Daniele

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En su línea de «tolerancia cero» con los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, el Papa Francisco ha decidido escribir por primera vez el prólogo del libro de una víctima. Su nombre es Daniel Pittet , un bibliotecario suizo de 58 años, víctima de más de un centenar de violaciones entre los ocho y los 12 años a cargo del capuchino Joel Allaz.

El autor se encuentra estos días en Madrid para presentar, junto al cardenal Ricardo Blázquez, su publicación que lleva por título «Padre, yo le perdono. Sobrevivir a una infancia rota» (Mensajero). A diferencia de otras víctimas, Daniel Pittet ha sido capaz de perdonar a su agresor. En esta entrevista concedida a ABC, Pittet reconoce que el perdón ha sido «la única manera de poder pasar página y seguir adelante en la vida».

Además de estar casado y tener seis hijos, Pittet dedica buena parte de su tiempo libre a ayudar a asociaciones que tutelan a víctimas de abusos sexuales. De hecho, los fondos que obtenga con la venta de este libro los dedicará a una casa de acogida de menores en Hungría.

En el prólogo, Francisco agradece a Pittet «por haber derribado el muro de silencio que escondía los escándalos y los sufrimientos, vertiendo luz sobre una terrible zona de sombra de la vida de la Iglesia».

-¿Qué mensaje quiere enviar el Papa Francisco a la Iglesia al escribir el prólogo del libro de una víctima de abusos sexuales?

-La Iglesia ha sufrido mucho por los escándalos de abusos sexuales y el Papa Francisco, en continuidad con Benedicto XVI, se ha tomado el tema muy en serio. Francisco quiere acabar realmente con esta cuestión y terminar con este sufrimiento, que se conozca definitivamente este drama y se resuelva. Él sabe que no podrá acabar del todo con ello pero hará todo lo que está en su mano y esa es la razón por la que prologa mi libro. No hay otra razón que la de dar a conocer este tema y combatirlo todo lo posible.

-¿Qué ha significado ese gesto para usted?

«De un lado estaba el sacerdote y de otro, un enfermo, un pobre hombre que tenía esa adicción. Ahí fue cuando empecé a perdonar»

-En el prólogo el Papa se hace una pregunta que me gustaría hacérsela a usted, ¿cómo puede un sacerdote, ordenado al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a causar tanto daño?

-Un pedófilo es un pedófilo, es una enfermedad. Todos los pedófilos trabajan en ámbitos donde hay niños, como la enseñanza, los deportes. Se dedican a estos sectores porque es una oportunidad para poder encontrarse con ellos. Se sienten atraídos por los niños. No se se sienten atraídos por mujeres u hombres adultos. Los pedófilos perversos, aquellos que no tienen conciencia moral, no se dan cuenta del mal que hacen. Hay casos en los que ellos piensan que están tratando bien a los niños, que les están ayudando, que les están pagando los estudios o las vacaciones y no son conscientes del daño que están haciendo.

-Usted conoció lo mejor y lo peor de la Iglesia, ¿cómo ha conseguido quedarse con lo bueno?

«Cuando se habla de pederastia la gente piensa que es atacar a la Iglesia y no es así»

-Desde su propia experiencia, ¿qué cree puede hacer la Iglesia para evitar los casos de abusos sexuales?

Portada del libro ABC

-La Iglesia no puede hacer mucho para evitar la pederastia, pero lo que sí puede hacer en caso de dudas es intervenir. En el caso de que haya una denuncia lo que tiene que hacer es reconocerlo públicamente y por escrito porque eso es lo que permite a las víctimas poder iniciar un proceso de sanación. Si el obispo no quiere reconocerlo, las víctimas caen en la droga, en el suicidio. Por eso el obispo tiene esa obligación moral de reconocer a las víctimas y ayudarlas. En este sentido, la Iglesia en Suiza y en otros sitios, como Irlanda o Boston, está haciendo lo que debe hacer.

-En el libro usted dice que es «muy simplista pensar que basta con denunciar para poner todo en orden», ¿pero existe otra alternativa?

-Lo más importante es poder hablar del tema con alguien. Con una persona con la que uno tenga confianza, como un amigo, un médico, un psiquiatra. Es importante poder hablar del tema y sentirse escuchado y comprendido. Ese es el paso más importante.

-¿Cree que la Iglesia ha dado pasos suficientes para atacar este problema tan grave?

«El obispo tiene esa obligación moral de reconocer a las víctimas y ayudarlas»

-¿Cómo ha sido recibido este libro por los obispos y laicos en general? ¿Qué le dice la gente?

-El libro ha sido muy bien recibido por los laicos. El 99% de mis conocidos y amigos laicos lo han apreciado mucho. He recibido miles de cartas y ninguna ha sido crítica. Por parte de la Iglesia como institución ha habido de todo. Ha habido obispos y cardenales a los que no les ha gustado nada y que lo han criticado. Afortunadamente ahora son tiempos democráticos. Si esto hubiera ocurrido hace 50 o 60 años pues a lo mejor habría desaparecido después de publicar este libro. Al final me ha ido bien. A Jesús le crucificaron, pero a mí no me han matado. Bromas aparte, la recepción ha sido bastante diversa.

-¿Cómo consiguió perdonar a su agresor?

«En la Iglesia he encontrado mucha santidad. Estas personas han sido para mí el verdadero rostro de la Iglesia»

-Usted cuenta que eso ocurrió 44 años más tarde, ¿cómo fue ese encuentro?

«Ha habido obispos y cardenales a los que no les ha gustado nada mi libro»

-¿La gente le comprende cuando usted habla de perdón frente una situación tan dolorosa?

-Una vez estaba en una rueda de prensa en el que la gente era muy crítica con este tema del perdón. Me decían que «no se puede perdonar a una persona así, porque es un cerdo». Entonces una mujer se levantó y dijo: «Yo soy de Ruanda, mataron a mis cinco hijos delante de mí y he perdonado. Por eso Daniel te comprendo muy bien». Al lado de esta mujer a la que le habían asesinado cinco hijos, ¿qué es lo que yo había perdonado? No era nada.

«El Papa Francisco está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para acabar con los abusos sexuales»

Cuando he hablado en la televisión o participado en algún congreso me he sorprendido al ver cuánta gente ha sufrido estas experiencias dolorosas. Cuando era niño pensaba que yo era la única persona en el mundo a la que le ocurría esto, pero le pasa a mucha gente. El sacerdote que abusó de mí, abusó de otros 150 niños o más. Cuando me he encontrado con personas que han sido violadas o abusadas siento que son mis hermanos. La unidad hace la fuerza y siendo un equipo es mucho más fácil apoyarse y afrontar esto. El sufrimiento crea un vínculo muy fuerte. A mí me han violando más de 200 veces, pero una vez ya es demasiado.

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