Precuarentena, el concepto alemán para poder celebrar la Navidad en familia

«Implicaría quedarse en casa, evitar todos los contactos sociales y físicos durante al menos una semana antes del encuentro familiar con personas de riesgo, entre las que se encuentran los ancianos», propone, lo que supondría prescindir de las compras navideñas que no sean online y trabajar desde casa. «Naturalmente, cada individuo debe considerar cómo se puede o no implementar la precuarentena en su caso, no siempre será posible», reconoce Drosten, que señala como casos de especial dificultad las familias con hijos en edad escolar o con puestos de trabajo que no permiten el homeworking. «No es una garantía al 100%, pero sería bueno intentarlo», invita, «hasta cierto punto, las personas tienen que sopesar por sí mismas los riesgos de la pandemia». «No existirá una seguridad absoluta, siempre hay riesgos residuales que cada uno debe valorar », añade, empeñado en tratar a los ciudadanos como seres responsables y pensantes.

Drosten es el virólogo que ha guiado a los alemanes a través del pedregoso camino del coronavirus. Además de asesorar al gobierno Merkel, semanalmente ha estado difundiendo un podcast en el que informaba del desarrollo de la pandemia de forma didáctica e iba dando consignas a seguir con la garantía de, seguramente, el departamento de Virología más avanzado de Europa. Contrario a los confinamientos obligatorios, Drosten ha llevado a los alemanes de la mano por la senda de la responsabilidad ciudadana. «Todo se reduce a muchas pequeñas decisiones cotidianas», resume su pensamiento, «por ejemplo, cuando sales a comer y te surge la duda sobre si es prudente entrar en el restaurante aunque ves que está bastante concurrido. Quizá en lugar de entrar puedes pensar bien, hace frío, pero podemos tomar algo rápido en la terraza y el postre en casa… o esa fiesta que habías planeado organizar este invierno, quizá puedas encontrar un espacio más grande o, sencillamente, posponerla». Drosten insiste en que hay «muchas cosas que no están prohibidas, que nadie quiere ni podría regularlas, pero eso no impide que todos nos tomemos la situación muy en serio, incluso cuando estemos intentando llevar una vida cotidiana lo más normal posible».

Para Navidad, además de los PCR, que por cierto desarrolló Drosten en su laboratorio y difundió gratuitamente a través de la web de la Organización Mundial de la Salud, contaremos con los test de antígenos, sobre los que dice que, «aunque no son tan sensibles como un PCR, dan positivo en un rango en el que probablemente las personas siguen siendo infecciosas». Pero lo responsable, según el experto, es no agotar la capacidad de test , tan necesarios para el diagnóstico médico y para mantener a raya al virus en el sistema educativo, sino organizar la seguridad de nuestras reuniones familiares de Navidad tirando de contención y sentido común. Además, subraya, de la necesaria transparencia trasparencia informativa, sin la cual los ciudadanos quedamos indefensos ante la pandemia. «Más importante que hacer test masivos, puesto que resulta imposible hacer pruebas todo el tiempo a todas las personas, es mantener a la población correctamente informada», asegura, «me gustaría escuchar a los políticos decir que es probable que el 80% de los adultos se contagien y muestren síntomas y es muy importante que insistan también en que, quien los presente, debe quedarse en casa, pase lo que pase». Drosten considera que la comunicación política es una de las claves del éxito en nuestra lucha contra el coronavirus: «una palabra que viene de muy alto tiene un gran alcance y los mensajes son sencillos, pero deben enviarse».

Y respecto a la vacuna que hipotéticamente nos permita pasar la Navidad juntos con la tranquilidad de no estar contagiando a quienes queremos tanto, Drosten se muestra muy cauto. «Antes de nada, hay que diferenciar entre vacuna aprobada y vacuna a la venta», dice, y aunque admite que habrá vacunas en el mercado antes de finales de año, lamenta que eso no signifique el final del virus.