Portugal recula y prohíbe la entrada y salida del área metropolitana de Lisboa

La restricción comienza este viernes 18 de junio a las 15.00 horas (16.00 en España) y estará en vigor hasta el lunes muy temprano, a las seis de la mañana. Una iniciativa que ha cogido por sorpresa a muchos portugueses, pero que se explica por el hecho de que es precisamente la capital y el valle del río Tajo la zona más afectada del país vecino por el repunte inesperado y cada vez más grave.

La polémica no se ha hecho esperar, pues algunas voces han apuntado en las redes sociales: « Portugal vuelve a tener cortapisas a las libertades constitucionales », en vista de que el contexto en el que llega este paquete de imposiciones a la población solo puede calificarse de hartazgo generalizado.

Fue el 1 de marzo de 2019 cuando se registró, de manera oficial, el primer caso de coronavirus en territorio lusitano, de modo que son ya dos años y medio de sacrificios para los portugueses. Y ahora, cuando el desconfinamiento parecía una realidad palpable, de repente este mazazo psicológico. Además, los bares y cafeterías vuelven a tener un horario cada día que expira a las 22.30 horas (23.30 en España), con lo cual puede paralizarse de nuevo la recuperación del sector, que estaba en marcha.

La indignación popular se manifiesta igualmente por la eventualidad de que un turista extranjero puede acceder a cualquier aeropuerto con un certificado de vacunación, pero ese mismo documento no le permitirá desplazarse al pueblo de al lado. Y no es Lisboa el único municipio que se ve obligado a recular, también otras poblaciones portuguesas importantes, caso de Sintra, Cascais, Albufeira o Braga.

Los hospitales, que estuvieron colapsados en marzo, se habían sentido más aliviados, pero ahora la amenaza se cierne de nuevo sobre ellos porque los servicios no relacionados con el coronavirus se van a ver relegados, cuando no cerrados para desviar recursos a la nueva infección.

La ministra de Presidencia, Mariana Vieira da Silva , admitió que estas circunstancias suponen un evidente «retroceso» en el desconfinamiento. Estaba previsto continuar con los planes de 'normalización' a partir del próximo día 28, pero ahora se pone de manifiesto que no será posible.

A diferencia de Madrid, la ciudad de Lisboa mantuvo las terrazas durante todo el invierno, las 'explanadas' (como se dice en el país vecino) han permanecido cerradas a cal y canto. Cierto que coincidía con el periodo más frío, pero era una de las medidas que contribuía a hacer de las principales ciudades auténticas urbes fantasma.

Bastaba salir a la calle en Lisboa, Oporto, Braga o Faro para comprobarlo, para sentir el desaliento generalizado. Ahora no es que el bullicio se multiplique de repente, pero dar un paseo por la capital vuelve a transmitir sensación de vida en plena pandemia.

Las mesas de los locales de hostelería tienen una limitación numérica que se reduce a cuatro personas y, obviamente, los horarios no están en absoluto desbocados, pues ese tope de las 22.30 horas inquieta de nuevo a la gente de a pie.

La actividad ciudadana se iba aproximando a los niveles anteriores y la exigencia de mascarilla en la calle desapareció 15 días atrás. Hoy, en cambio, crecen las posibilidades de que exigirla nuevamente en los espacios públicos, pues por algo el primer ministro alega: «La situación se está convirtiendo en muy preocupante». También reabrieron las escuelas de segundo y tercer ciclo , así como los gimnasios y peluquerías, unos servicios que muchas personas consideran como esenciales para poder preservar un buen aspecto.

Como medida complementaria, los amantes del arte pueden acudir a museos y galerías para ver exposiciones como la que marca la Cordoaria Nacional, que inauguró recientemente la retrospectiva más completa realizada hasta la fecha sobre la figura del artista disidente chino Ai Weiwei, que precisamente ahora se ha trasladado a residir a suelo portugués, concretamente a Montemor-o-Novo, en pleno Alentejo.

El empeoramiento del panorama sanitario es tal que Reino Unido ha reintegrado a Portugal a su 'lista negra' de destinos no aconsejados para turistas. Lo fue justo después de celebrarse (con público en las gradas) la final de la Champions League en el Estadio do Dragao, en Oporto. Una excepción autorizada por la UEFA, ya que los acontecimientos deportivos internos en Portugal, del género que sean, continúan celebrándose a puerta cerrada, como se puso de manifiesto en la final de Copa entre el Benfica y el Braga.