«Podemos hacer un esfuerzo para curar la mayoría de los cánceres en diez años»

Es el autor del mayor descubrimiento en biología del siglo XX. Gracias a Watson y a Francis Crick hoy sabemos qué son los genes

James Watson y Francis Crick fueron una extraña pareja en la competitiva carrera para descifrar la estructura del ADN. Un joven biólogo interesado en pájaros y un físico que había trabajado para la «Navy» británica durante la Segunda Guerra Mundial. Pero un 28 de febrero ... de 1953, los dos entraron a la hora del almuerzo en un pub de Cambridge (Inglaterra) y anunciaron que habían descubierto el secreto de la vida. Después vino un merecido premio Nobel, puestos de máximo prestigio y una larga carrera científica.

De esa extraña pareja (Francis Crick falleció en el 2004), el más longevo y también el más polémico ha sido James Watson. A sus 81 años participó la semana pasada con entusiasmo en un importante congreso organizado en Madrid por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CIO). Le gusta España, empezando por sus grandes tenistas. Y a su edad, todavía sigue tentando un poco a la suerte en una especie de batalla constante contra el imperdonable aburrimiento. «Mi ambición ahora es ser parte del esfuerzo para encontrar una cura al cáncer».

-Se dice que vivimos en la era del genoma humano. ¿Cómo describiría la importancia de su descubrimiento sobre la estructura del ADN?

-Me atrevo sólo a repetir lo que otros han dicho: que fue probablemente el mayor descubrimiento en biología del siglo XX. Equivalente a Gregor Mendel encontrando sus genes. Y nosotros descubrimos qué eran los genes. Digamos que fue un gran descubrimiento.

-La ciencia del ADN a veces es comparada con la ciencia atómica, llena de irritantes opciones y dilemas imposibles...

-No. Realmente creo que la ciencia del ADN ha simplificado la vida. Antes, había mucho que no éramos capaces de entender o con lo que no podíamos hacer algo. Por eso creo, que la ciencia del ADN está ayudando a hacer un mundo mejor. No tenemos el equivalente a una bomba atómica. La era atómica ha desequilibrado las cosas. Pero no la genética, que puede permitir curar el cáncer.

-Pero, por ejemplo, usted siempre ha mantenido una oposición frontal a las patentes comerciales sobre las secuencias de genes.

-En efecto. Creo que las secuencias de genes son algo existente y no creo que nadie deba obtener derechos de patente. Pero algunos lo han conseguido. A mí me parece que lo que debemos lograr es que todo el mundo obtenga formas más baratas y mejores de conseguir información genética. Pero yo ya no tengo nada que ver con la política científica que se hace en Washington. Perdí mi trabajo allí porque no me necesitaban. Y por eso mi vida ahora es más simple.

-¿Cuáles son sus preocupaciones sobre privacidad genética?

-Mire, yo he colocado toda mi secuencia genética en Internet. Creo que esa información debe tratarse como si fueran historiales médicos. No me parece que tengamos que invertir una enorme cantidad de dinero en intentar mantener los datos genéticos secretos porque creo que la mayoría de la gente no tiene interés en conocer esa información. En mi caso, tengo un factor de riesgo de alzhéimer. Y a pesar de mi edad, no lo quería saber porque no puedo hacer nada para evitarlo. Salvo probablemente hacer ejercicio y ser una persona activa, lo cual hago en cualquier caso.

-¿Todavía cree que se necesitarán otros 25 años antes de lograrse un avance sustancial para curar el cáncer?

-No. Me parece que dije eso hace 25 años. Ahora creo que podemos hacer un serio esfuerzo para curar la mayoría de los cánceres en los próximos 10 años. A pesar de que he sido un pesimista, me he vuelto muy optimista porque hemos alcanzado un nivel de conocimiento que no teníamos antes.

- ¿Qué papel ha jugado la suerte en su éxito?

-La suerte ha tenido un papel enorme en mi carrera científica. Linus Pauling debería haber encontrado antes que nosotros la estructura del ADN. Rosalind Franklin debería haberla encontrado. Francis Crick y yo competíamos en una carrera de tres caballos. Y los otros dos tropezaron. Nosotros fuimos los únicos que quedamos en pie. Y cruzamos la meta. No era cuestión de ser más inteligente, sino de encontrar la solución.

-¿Es la crisis económica un argumento válido para recortar la financiación pública a las investigaciones científicas?

-Un país avanzado como España no debe cortar los presupuestos para la ciencia si desea mantenerse como un país moderno y exitoso. No creo que nos podamos permitir el lujo de recortar en investigaciones científicas.

- ¿Cree que Estados Unidos ha sufrido por la política científica de la Administración Bush, especialmente en materia de células madre embrionarias?

-No me parece que mucho. Tenemos el gran y nuevo avance de las células madre adultas que va a dominar todo ese sector. Aunque mezclar religión y ciencia es una mala idea. La Administración Bush no parecía pensar mucho. Pero ahora disponemos de un gobierno que piensa.

- ¿Cuándo se empezó a interesarse por la ciencia?

-A los seis años, me dieron un libro sobre pájaros. Mi capacidad de lectura fue desarrollada más temprana que otros niños. Me gusta el conocimiento. No era más brillante que otros.

- Si fuera a empezar de nuevo, ¿qué elegiría estudiar?

-Me gusta mucho la Historia. Podría haber sido un historiador.

-¿Sigue teniendo éxito a los 81 años en su lucha contra el aburrimiento?

-Me parece que sí. Por ejemplo, en la reunión científica sobre el cáncer que se ha celebrado en Madrid no he estado en mucha desventaja por tener 81 años. Ahora intento jugar bien al tenis, aunque sea más difícil. Todavía puedo correr bastante rápido y acercarme a la red.

- La primera publicación de su descubrimiento original no fue más que una página de texto. Al mismo tiempo, usted ha tenido un gran éxito como escritor. De algún modo, ¿está siempre intentando contar una historia?

-Sí, a mí me gusta contar historias. Y siempre he estado rodeado por libros. Mi casa estaba llena de libros. Mi familia gastaba todo su dinero sólo en dos cosas: libros o comida.

- ¿Todavía trabaja?

-Ahora no estoy escribiendo ningún libro. Pero he decidido que durante los últimos años de mi vida debo ser un científico serio. No quiero convertirme en una figura histórica viviente dedicada sólo a contemplarse. Eso es terrible. Mi ambición ahora es ser parte del esfuerzo para encontrar una cura al cáncer.

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