El Papa reza y llora con ocho víctimas de abusos sexuales en Malta
Dando ejemplo personal en la tarea de “curar las heridas”, Benedicto XVI se reunió ayer con ocho víctimas de pedofilia de sacerdotes, con quienes rezó y lloró en un encuentro cargado de emoción. Igual que en ocasiones similares en Washington, Sidney y Roma, el encuentro ... fue absolutamente privado, sin cámaras ni periodistas, y sólo se dio a conocer después de haber terminado.
Los veinte minutos de diálogo con el grupo y con cada una de las ocho personas a lo largo de veinte minutos en la nunciatura apostólica se fueron cargando de emoción. Según Lawrence Grecht, de 37 años, “fue muy emotivo, y todo el mundo lloraba”. Grecht añadió que “yo he pasado veinte años sin fe, y le dije al Papa que él llenaba el vacío de lo que un sacerdote me arrancó cuando yo era joven. Esto ha cambiado mi vida, y ahora puedo decir a mi hija que vuelvo a creer”.
El Vaticano manifestó que Benedicto XVI “se conmovió profundamente con sus historias, y expresó su vergüenza y pesar por lo que habían sufrido tanto las víctimas como sus familiares”. Según el comunicado, el Papa “les aseguró que la Iglesia continuará haciendo todo lo posible para investigar cada denuncia, llevar ante la justicia a los responsables de abusos y poner en práctica medidas para proteger a los jóvenes en el futuro”.
El énfasis en la promesa de “llevar ante la justicia a los responsables de abusos” refleja una práctica habitual en Malta y en otros países como Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos, donde la denuncia a las autoridades es obligatoria para todos los obispos según las leyes civiles y las normas aprobadas por el Vaticano.
Denuncias de las víctimas
En otros países en que la denuncia no es legalmente obligatoria, el Vaticano indica a los obispos que inviten a las víctimas y sus familias a presentar denuncia, y que inviten a los culpables a presentarse voluntariamente ante las autoridades.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, competente en este tipo de delitos de sacerdotes y religiosos, no es partidaria de que la denuncia a la policía sea siempre obligatoria pues a veces las víctimas prefieren ahorrarse nuevos sinsabores y se dan por satisfechas una vez que el obispo cesa en su cargo o suspende de actividad sacerdotal al agresor. En general, lo que más les preocupa y ofende es que que la persona que les ha hecho daño siga abusando impunemente de otros niños o niñas.
La Iglesia de Malta cuenta con un “Equipo de Respuesta” para los abuso de menores, que se potenciará todavía más en los aspectos de prevención. De los 45 sacerdotes que han sido investigados por posibles abusos, 19 fueron declarados inocentes mientras que los demás han sufrido diversas penas–incluidas cuatro expulsiones del sacerdocio- o tienen procesos en curso. Los peores abusos tuvieron lugar en un orfanato en la localidad de Santa Venera en los años ochenta.
El ejemplo personal del Papa
Antes de su encuentro con el Papa, las víctimas se habían reunido con el arzobispo de Malta, Paul Cremona, quien afirmó que “la Iglesia debe ser lo suficientemente humilde para reconocer los fallos y los pecados de sus miembros”.
El ejemplo personal del Papa, que la pasada semana invitó a “hacer penitencia” por los pecados “de los que el mundo nos acusa”, va calando entre varios altos cargos del Vaticano empeñados hasta ahora en negar lo evidente y en atacar a la Prensa como si los delitos graves no existieran o fueran el problema secundario.
Poco a poco se va abriendo paso la idea de que la única solución es seguir al pie de la letra los consejos que el Papa dio en su carta a los católicos irlandeses para “emprender un camino de curar las heridas, renovación y reparación”, en lugar de ofender de nuevo a las víctimas, sus familias o sus abogados con comentarios despectivos como todavía hacen algunos eclesiásticos.
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