El Papa elogia como «bonita y atractiva» una Iglesia que «ama el mundo sin juzgarlo y se entrega a sí misma»

Aunque solo han podido participar 180 personas -muchas de ellas luciendo preciosos vestidos tradicionales-, el Papa hablaba desde el altar de la cátedra de San Pedro a todo el país, el t ercero del mundo en población católica después de Brasil y México, seguido por Estados Unidos e Italia.

«Quiero daros las gracias por la alegría que lleváis al mundo entero y a las comunidades cristianas», les dijo Francisco, elogiando en especial «la presencia discreta y laboriosa» de las colaboradoras domésticas que suponen buen parte de los diez millones de emigrantes filipinos dispersos por más de cien países.

Aprovechando ese rasgo evangélico de los filipinos para dirigirse al mundo entero, el Papa ha añadido: «Con vuestra alegría hacéis que también se pueda decir de la Iglesia que ‘ha amado mucho al mundo’ . Es hermosa y atractiva una Iglesia que ama al mundo sin juzgarlo y que se entrega a sí misma por el mundo».

Después de citar un pasaje del Evangelio de San Juan - «Dios ha amado tanto al mundo que le dio a su Hijo Unigénito»-, Francisco ha advertido que «si la práctica de nuestra fe no nos expande el corazón para entender la grandeza de ese amor , y si caemos en una religiosidad seria, triste y cerrada, es señal de que debemos pararnos y escuchar de nuevo la Buena Noticia: Dios te ama».

En sus palabras de saludo al Papa al comienzo de la ceremonia, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, prefecto de Evangelización de los Pueblos, ha recordado que en su país le llaman cariñosamente «Lolo Kiko», o «abuelo Kiko» usando un antiguo diminutivo español.

Después de la misa, Francisco ha rezado el Ángelus desde el balcón del Palacio Apostólico con t res centenares de personas dispersas en la plaza de San Pedro por motivos de seguridad sanitaria.

El Papa ha recordado el décimo aniversario del comienzo de la guerra que sigue desangrando Siria, y también el inicio del Año especial de la Familia el próximo viernes 19 de marzo, fiesta de San José.

A partir de mañana, la plaza volverá a estar cerrada durante tres semanas de confinamiento en Italia para evitar que los viajes turísticos y las reuniones familiares de Semana Santa provoquen una cuarta ola de contagios de Covid-19 como sucedió en las Navidades.