«El problema del mundo no tiene que ver con el agua sino con la renta»

Según Naciones Unidas, 1.600 millones de personas no tienen acceso al agua potable y 2.500 millones carecen de saneamiento

El problema está relacionado más con el reparto de la renta que con el del agua. Disponemos de la tecnología necesaria para convertir el agua salada en dulce, pero 2.000 millones de personas aún subsisten con menos de dos dólares al día. Aquellos países que experimentan dificultades de abastecimiento y saneamiento poseen deficitarios sistemas educativos, sanitarios y de alimentación. El agua dulce es un elemento esencial para la vida y, por tanto, se considera un derecho humano. Por suerte, es un recurso renovable: todos los años llueve exactamente lo mismo, aunque las precipitaciones pueden originarse en sitios diferentes y de distintas formas, de ahí los fenómenos naturales extremos que observamos a veces. Por desgracia, el agua dulce es también un recurso finito. Por ello, debe gestionarse con cabeza a la hora de su provisión, distribución y tratamiento.

El consumo medio de agua por habitante y día no ha parado de bajar desde hace casi una década (2000: 168 l hab/día-2008: 154 l hab/día, según los datos ofrecidos por el INE)

El ratio ha descendido porque somos más cuidadosos y porque los aparatos domésticos (lavaplatos, cisternas, duchas) cada vez son más eficientes. Existen, además, otras importantes herramientas, como la que ha desarrollado el Canal de Isabel II , que avisa a los madrileños cuándo deben regar sus jardines o llenar sus piscinas en función de la previsión meteorológica. Sería bueno, también, establecer políticas tarifarias que penalicen el despilfarro estableciendo bloques de consumo.

¿Debe preocuparnos más la agricultura que el abastecimiento urbano?

España cuenta con 3,5 millones de hectáreas (ha) de regadío. El 20% de la superficie cultivada genera el 80% de nuestra producción agrícola. Así que hay que cuidarla para asegurar la alimentación. El Ministerio de Medio Ambiente está invirtiendo en la modernización de los regadíos; ya lo ha logrado con 1,5 millones de ellos. La aspersión y el goteo han sustituido al riego por inundación. Los suelos españoles son salitrosos, de modo que el regadío es imprescindible: nutre a la planta y lava el terreno evitando que las sales suban arriba y conviertan en auténticos eriales a los campos en poco tiempo.

Algunos expertos consideran que los embalses sólo dan de beber al sol. ¿Son un fracaso los sistemas de aguas superficiales en un país semiárido como el nuestro?

Si España no contara con mil presas, que albergan 40.000 hectómetros cúbicos, no podríamos vivir. Por supuesto, hay que planificar las que se necesitan y situarlas dónde corresponda. La construcción de presas para enriquecer a promotores o para subvencionar cultivos improductivos es un dislate.

Los consumidores se quejan de la falta de unificación en cuanto a los precios del agua, aunque, por lo general, desconocen que sólo destinan el 0,6% del presupuesto familiar a cubrir su factura

A diferencia de lo que ocurre con la luz, en materia de agua no se ha establecido un precio único ni una cámara de compensación para toda España. Los ciudadanos pagan sólo por los costes del agua decretados por los municipios. Llevar agua a la red urbana de Granada desde Sierra Nevada (agua de calidad 10, con cota 0 de gravedad) es más barato que proporcionar energía a las desalinizadoras que funcionan en las Islas Canarias, por ejemplo. El filtrado del turbulento río del que se capta el agua que beben en Santiago de Compostela también es complejo. Y el agua de Melilla es la más barata de España, pese a que su proceso es el más caro, porque está muy subvencionada por la Administración. El coste del agua repercute de manera discreta en la economía doméstica; no obstante, si preguntas a la gente cuánto paga por ella te responderán que «mucho». El precio del agua debería duplicarse durante los próximos cinco años para garantizar la calidad de los servicios y cumplir con la Directiva Marco del Agua (DMA) (pdf) .

La DMA habla de utilizar el recurso de forma eficaz, introduciendo incentivos, y de que los diferentes sectores económicos contribuyan a la recuperación del coste de los servicios

La norma europea propone continuar con el esfuerzo iniciado; pero poco a poco, sin improvisar. El Plan Nacional de Calidad (pdf) puesto en marcha por España, 19.000 millones de euros destinados al tratamiento de aguas residuales de cara a 2015, es pasarse de la raya.

«Agua para las ciudades; respondiendo al desafío urbano» es el lema elegido por Naciones Unidas para el Día Mundial del Agua. ¿Qué retos debe afrontar España en materia de abastecimiento y saneamiento?

El tema del abastecimiento está resuelto. Por supuesto, habrá que seguir aplicando las últimas tecnologías para mejorar el tratamiento del agua, ya que algunas de las fuentes (de las de mejor calidad) de las que nos hemos ido aprovechando ya no existen y hay que empezar a usar agua de peor calidad -más dura-. En cuanto a la fase del saneamiento, existen algunas deficiencias técnicas en la red de alcantarillado, que recoge tanto los residuos de las casas como el agua de las lluvias, debido a que todo el esfuerzo se ha enfocado a la construcción de colectores y depuradoras, y, por tanto, sería conveniente su rediseño.