Leydy Pech, la «guardiana de las abejas» contra los transgénicos

Se ha enfrentado durante más de diez años al mayor productor de semillas del mundo desde una pequeña comunidad al sur de México

Leydy Pech Fundación Misión Esperanza

Borja Rama

Leydy Pech se ha enfrentado durante más de diez años al mayor productor de semillas del mundo desde una pequeña comunidad al sur de México por lo que le ha sido otorgado el «Nobel medioambiental». No es la única.

A Luther King, Mandela ... y a Gandhi les unía una irrefrenable puesta en escena que atraía masas, pero sobre todo el pacifismo que junto con su ímpetu y afán consiguieron enfrentarse a los poderosos para alcanzar lo que anhelaban. Como si de una súper producción de Hollywood a lo Erin Brockovic, a lo Forrest Gump o mejor volviendo a la realidad, que como ya saben siempre supera a la ficción, a lo Mariana Rodríguez del Toro, Leydy se deshizo de los invasores, de los abusadores, de los que no respetan en uso de su superioridad para aprovecharse de la situación. Movida por su amor a la apicultura que desarrolla con varias colmenas dentro de su comunidad indígena en la zona del Yucatán desde hace más de 3000 años, Pech se enfrentó al monstruo empresarial de Monsanto. Gracias a su pugna la mexicana ha conseguido ganar el Goldman Evironmental Foundation, considerado el «Nobel medioambiental», correspondiente a la región de América del Norte.

Ya coronada como la «dama de la miel» se enfrentó al mastodonte, una empresa multinacional estadounidense cotizada en bolsa productora de agroquímicos y biotecnología destinados a la agricultura. Proclamada líder mundial en ingeniería genética de semillas y en herbicidas ( creadora del controvertido glifosato ) y adquirida por Bayer en 2016 por 66000 millones de dólares lo que ha dado lugar a un gigante agroquímico.

La también conocida como «guardiana de las abejas» luchó para retirar la plantación de soja transgénica que se expandía por siete estados mexicanos y que indirectamente provocaba la retirada de su sustento, las abejas melipona beecheii, una curiosa especie desprovista de aguijón, cultivada por los mayas desde la época precolombina que se caracteriza por no abandonar el lugar de su crianza. Tratadas por «Science Times» como el ser vivo más importante del planeta y las culpables del 70% de la agricultura en el mundo gracias a la polinización. Nuestra protagonista vive en una pequeña aldea denominada Hopelchén cuya área está especialmente afectada por la deforestación y la agricultura industrial que erradica de forma letal al insecto himenóptero cuya cera y miel se exportaban a Europa desde la época virreinal.

Esta batalla de la indígena de 55 años contra los transgénicos y las pesticidas le llevó a liderar la afrenta durante 10 años contra el mayor fabricante de semillas del mundo.

Denunció que desde finales de 2015 se había otorgado el permiso para la siembra sin el consentimiento de comunidades campesinas en Campeche. «Ha sido un atropello a nuestros derechos, ha sido una burla», ya que sólo se consultó a seis de las 34 comunidades oriundas del sur de México. La Corte Suprema mexicana dictaminó que el Gobierno había violado los derechos de los mayas y suspendió la sementera. Gracias a su empeño se revocó el permiso gubernamental a Monsanto para cesar el cultivo de esta soja transgénica. «No sólo ha sido una lucha contra ellos, sino contra todo el modelo de desarrollo agroindustrial que se ha impuesto en México y que nos está perjudicando», admitía en videoconferencia al recibir el premio. La oposición en los tribunales tuvo un final tan inesperado que el abogado defensor llegó a esputar: «No puedo creer que esta mujer tan pequeña nos haya derrotado», informan desde Comunicación de Goldman. Parece que la sentencia ha calado en las altas esferas con el compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador de prohibir el cultivo de semillas transgénicas y el uso del glisofato como herbicida en los programas agrícolas del Gobierno.

El 2 de diciembre instaurado por la ONU como el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud y tomando como referencia el caso ha sido denominado por la presidencia de los premios como «un modelo para otros movimientos indígenas en la protección de sus derechos y de sus tierras».

Pero, no se confundan no es una batalla de una (mujer) contra todos sino de una (muchas) para todos y todos para una (causa). Otra mujer indígena, Nemonte Nenquimo, que se opuso a las extracciones petroleras que arrasaban las más de 500000 hectáreas de los bosques húmedo-tropicales en el Amazonas ecuatoriano, ha sido galardona con idéntico merecimiento. «No esperen que sólo los pueblos indígenas defendamos la Amazonía, es una lucha para defender la vida de todos», contestaba en una entrevista para la BBC. Nemonte consiguió que en 2019 los tribunales de Ecuador dieran la razón a su tribu waonari por violar sus derechos de una consulta libre e informada de la autodeterminación.

Conociendo los casos de Pech y Nemonte viene a la mente el Premio Nobel de la Paz Menájem Beguín con su célebre frase: «La paz es la victoria de una causa justa, el triunfo de la verdad». Ese triunfo ya lo describió Gandhi: «Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan, entonces ganas», Mandela: «Un ganador es un soñador que nunca se rinde» y Martin Luther King: «Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas». A estas dos pequeñas y grandes mujeres no les hacen falta más consejos, pero toman como suyo el proverbio indígena: «No me subestimes. Sé más de lo que digo. Pienso más de lo que hablo. Y me doy cuenta de mucho más de lo que crees».

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