Un hijo más para los chinos
El Partido Comunista anuncia la ‘política del tercer hijo’ para atajar los desequilibrios demográficos de un país cada vez más envejecido
En dos décadas un tercio de su población tendrá más de 60 años, según el pronóstico de la OMS
Jaime Santirso
Del hijo único a la parejita y ahora a la familia numerosa . El Gobierno elevará a tres los hijos que los matrimonios chinos pueden concebir, una decisión histórica con la que pretende atajar los desequilibrios demográficos de un país cada vez ... más envejecido. La medida fue anunciada, tras una reunión del Politburó -el más alto órgano de toma de decisiones en el seno del Partido Comunista- encabezado por el líder Xi Jinping.
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«Las políticas de natalidad se mejorarán. Se introducirán normas que permitan a una pareja tener tres hijos junto a medidas de apoyo (...). Esto mejorará la estructura demográfica de China», apuntaba el comunicado distribuido por la agencia estatal de noticias Xinhua. El texto gubernamental subrayaba, además, que «responder de manera proactiva al envejecimiento de la sociedad está relacionado de manera directa con el desarrollo del país, el bienestar de la gente y la salvaguarda de la seguridad nacional y la estabilidad social».
Disparidad de sexos
La política del hijo único entró en vigor en 1979, con el propósito de frenar el rápido crecimiento de la población china. De acuerdo a estimaciones oficiales, durante los 36 años que estuvo en vigor previno hasta 400 millones de nacimientos. Dado que la mayoría de familias prefería descendiente varón, la medida generó también una disparidad entre sexos todavía vigente: 723 millones de hombres (51,24%) por 688 millones de mujeres (48,76%). Esta asimetría es uno de los motivos que explican el acelerado desplome de la natalidad.
A partir de 2015 , el Gobierno permitió que todas las parejas tuvieran hasta dos vástagos , algo que ya era legal para segmentos de la población como familias rurales o minorías étnicas. Esta novedad, sin embargo, no se tradujo en un repunte demográfico.
La política del tercer hijo anunciada ahora no supone un reconocimiento de los errores del Partido ni una liberalización absoluta de los nacimientos, sometidos todavía a cotas estatales. «Sigue siendo un modo de planificación familiar y control de la población . Las autoridades chinas aún no han retirado la mano de la entrepierna de sus ciudadanos», incide en declaraciones a ABC Yi Fuxian, profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison y experto en demografía. Y predice: « La política de dos hijos fue demasiado poco, demasiado tarde. No mejoró la tasa de fertilidad y lo mismo sucederá con la política del tercer hijo».
Esta medida llega apenas tres semanas después del censo correspondiente a la nueva década , cuyos resultados revelaban el hundimiento de la natalidad a mínimos históricos . «Las decisiones de implementar la política condicional del segundo hijo en 2014 y la universal en 2015 fueron tomadas, en ambos casos, durante el Congreso del Partido. En esta ocasión las autoridades se han mostrado ansiosas por anunciar la política del tercer hijo, probablemente porque los datos demográficos reales son tan preocupantes que no se han publicado», apunta el académico.
El resultado del censo llegó con un mes de retraso. A finales de abril, ‘Financial Times’ adelantó que esta tardanza se debía a que la población del gigante asiático había menguado por primera vez desde la Gran Hambruna (1959-1961) -cuando entre 15 y 55 millones de personas fallecieron a causa de las erráticas políticas del Partido-, una cuestión «políticamente sensible». La Oficina Nacional de Estadística china (NBS, por sus siglas en inglés) desestimó entonces la noticia, como corroborarían más tarde los guarismos oficiales. El diario británico, sin embargo, aseguró que estos habían sido alterados.
Desplome en las ciudades
En los últimos diez años China ha sumado 12 millones de habitantes hasta un total de 1.411 millones. La población del gigante asiático ha aumentado un 5,38% con respecto a 2010, lo que arroja un avance medio del 0,53% anual. No consta ritmo más lento en la serie histórica que se remonta al primer censo, elaborado en 1953.
La mayor parte del aumento se concentra, además, en el segmento de los mayores de 60 años: un 18,7% de la población (262 millones), 5,44 puntos porcentuales más que en 2010. Los pronósticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculan que para 2040 casi un tercio de la sociedad superará esta edad.
Los menores de 14 años, por contra, representan el 17,95% de la sociedad (252 millones). La natalidad cayó en 2020 por cuarto año consecutivo: en todo el país apenas nacieron 12 millones de bebés, una bajada del 18% con respecto al ejercicio precedente y el peor resultado en casi seis décadas. En núcleos urbanos el desplome resulta aún más acusado: en Pekín, por ejemplo, perdió un 24,3%.
La combinación de costes de vida crecientes, largas jornadas laborales y falta de alternativas asequibles para el cuidado infantil provoca que en China, replicando la tendencia global, las generaciones más jóvenes posterguen o rechacen la idea de tener descendencia. Cabe esperar que la política del tercer hijo anunciada ayer vaya acompañada de una batería de medidas destinadas a aliviar estos obstáculos. «En el mejor de los casos, el Gobierno chino podría limitarse a copiar lo que Japón está haciendo. Por ejemplo, proporcionando educación y atención médica gratuita para niños, así como subsidios a la vivienda para parejas jóvenes. Las políticas japonesas son muy expansivas, pero no muy efectivas. La tasa de fertilidad de Japón aumentó de un 1,26 en 2005 a un 1,45 en 2015, y luego menguó a 1,36 en 2019», expone Li. «China se está volviendo vieja antes que rica, y el envejecimiento hace que la economía se ralentice».
Otros, en cambio, creen que las autoridades deberían optar por un camino diferente. El magnate hongkonés Shih Wing-ching, fundador de la inmobiliaria Centaline, defendía en un artículo reciente, titulado «Cómo solucionar el problema de la fertilidad decreciente», que la solución pasa por limitar el acceso de la población a los anticonceptivos .
«No estoy a favor de una prohibición total. Pero creo que podemos esperar hasta que los individuos hayan completado las más básicas responsabilidades reproductivas, por ejemplo dos vástagos, para tener acceso a productos que eviten el embarazo ». Según él, el sistema que por imperativo político limitó la descendencia de sus ciudadanos podría, por el mismo motivo, hacerla obligatoria. De momento, los chinos pueden hoy volver a formar familias numerosas.
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