Hazte premium Hazte premium

Científicos españoles logran extender el tiempo de vida con un trasplante fecal

La Universidad de Oviedo abre la puerta al tratamiento del envejecimiento humano modulando la flora intestinal

Clea Bárcena y Pedro Moral Quirós, miembros del equipo de investigación Universidad de Oviedo

Nuria Ramírez de Castro

Las bacterias ya no son ese enemigo permanente. Sabemos que los microbios que habitan nuestro intestino –microbioma o microbiota- desempeñan un papel fundamental en la salud humana y trascienden a las enfermedades digestivas. Se ha descrito su papel en problemas tan dispares como el cáncer, los trastornos cardiovasculares, la obesidad, la diabetes o incluso la salud mental . La lista es cada vez más larga, pero hasta ahora nadie había intuido que la flora intestinal pudiera dirigir el número de años que vivimos y, quizá, ser la base de tratamientos antienvejecimiento. Una investigación de la Universidad de Oviedo abre ahora esa puerta.

El equipo de Carlos López-Otín, en colaboración con otras quince instituciones europeas, han demostrado que el envejecimiento se puede modular con intervenciones en la flora intestinal . Lo han probado con un trasplante fecal en ratones con diferentes tipos de progeria , la enfermedad que provoca un envejecimiento acelerado durante la infancia. Bastó con introducir oralmente una bacteria probiótica, la «Akkermansia muciniphila» extraída del intestino de ratones sanos para repoblar la flora intestinal y notar beneficios escriben los autores en la revista «Nature Medicine».

«El tratamiento aumentó 19 días la vida media de uno de los modelos y 33 días la del otro. En ambos casos, esto es un aumento de alrededor del 13,5%. Si esto fuese trasladable directamente a pacientes con progeria, sería un aumento de su esperanza de vida de aproximadamente 2 años , casi un mundo para ellos», asegura López-Otín, catedrático de la Universidad de Oviedo. Los ratones tratados vivieron más y también mejoraron su calidad de vida : tardaron más en perder peso y mantenían durante más tiempo valores normales de temperatura corporal. También mejoraron parámetros metabólicos como la glucemia y disminuyó la inflamación intestinal.

Una bacteria probiótica

La bacteria probiótica utilizada en el tratamiento no fue elegida al azar. Antes los investigadores estudiaron y compararon el microbioma de los ratones con progeria, con el de los pacientes con la misma enfermedad y el de sus hermanos sanos para buscar diferencias en su composición. También analizaron la flora intestinal de 17 personas que habían llegado a centenarios para encontrar un patrón. El objetivo era identificar qué alteraciones estaban presentes en la microbiota de estas personas excepcionalmente longevas, así como en los ratones y pacientes con progeria para identificar los microbios que podían ejercer un papel perjudicial o beneficioso.

Así fue como descubrieron que las personas con progeria tenían en su microbioma una elevada presencia de proteobacterias y una reducción de probióticos como la Akkermansia, a diferencia de lo que ocurría en las muestras de los ciudadanos excepcionalmente longevos que eran ricos en esta bacteria.

La investigación española demuestra que la modulación de la flora intestinal podría ser una de las herramientas para luchar contra las enfermedades relacionadas con el envejecimiento humano, desde los problemas cardiovasculares a la demencia . El trasplante fecal, con bacterias extraídas de intestinos sanos, suena extraña, aunque no es una terapia desconocida. De hecho, ya es el método más eficaz para combatir graves infecciones intestinales como la que produce «Clostridium difficile». Su uso podría extenderse a otras patologías.

¿Bastará con diseñar un cóctel con ciertas bacterias beneficiosas para vivir más y mejor? «Podría ser una vía, pero lo ideal sería hacer un perfil personalizado para cada persona para poder detectar qué características particulares tiene su microbiota y en qué alteraciones debería centrarse su 'cóctel' particular. En cualquier caso, estas cuestiones requerirán estudios adicionales», añade el catedrático de la Universidad de Oviedo.

Menos comida procesada y más vegeales

Mientras se perfila esa receta para alterar la flora intestinal en nuestro beneficio, lo mejor es mantener la que tenemos lo más en forma posible. La dieta es una buena forma de conseguirlo. Nuestro microbioma empieza a modelarse en el momento del nacimiento y será distinta dependiendo de muchos factores desde el tipo de parto –por cesárea o vía vaginal- o la alimentación que recibe el recién nacido. La leche materna marca en los primeros meses de vida es clave en la composición del microbioma.

La dieta para mantener una flora intestinal más saludable comienza con la leche materna. Después, los consejos coinciden con los que tradicionalmente lanzan los especialistas en nutrición: más frutas y verduras y grasas de origen vegetal y menos procedentes de animales. Los probióticos suelen ser microorganismos procedentes de fermentos lácteos, pero aún no está claro cómo puede ayudar el consumo de lácteos en la edad adulta. «Con el conocimiento actual que tenemos, no se puede afirmar que los lácteos aporten una flora antienvejecimiento en el adulto», asegura el investigador de la Universidad de Oviedo. «El único lácteo con un impacto beneficioso demostrado en la flora intestinal es la leche materna en el lactante», insiste López Otín.

Al otro lado, los principales tóxicos de nuestra flora intestinal serían el alcohol y los antibióticos . Pero no hay que olvidar que nuestras emociones también pueden dañar el microbioma. «Una receta complementaria para cuidar el microbioma sería intentar mantener la armonía molecular y personal en el mejor estado posible».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación