De los 9.000 muertos del volcán Laki al caos aéreo por el Eyjafjalla: las mayores erupciones en Islandia
La isla mantiene la respiración en estado de emergencia a la espera de la que podría ser la mayor erupción en medio siglo
590 seísmos y un túnel de magma subterráneo en Grindavík: la erupción volcánica en Islandia es inminente
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Iniciar sesión«El sol empieza a oscurecerse, la tierra se hunde en el mar, las estrellas brillantes se dispersan en el cielo. El vapor brota con lo que alimenta la vida, la llama vuela alto». Así refleja la 'Voluspá', el más conocido poema medieval islandés, ... el apocalíptico escenario en el que los dioses paganos vieron extinguirse su hegemonía ante la llegada de un nuevo y único ser superior. Curiosamente, la descripción coincide con los efectos de una potente erupción, como la que experimentó el volcán Eldgjá en la misma época de la composición, el siglo X, cuando el país se convirtió al cristianismo.
La historia de Islandia ha estado marcada durante miles de años por una intensa actividad volcánica, que desde hace unos días mantiene en vilo al país, en estado de emergencia y a la espera de la que podría ser la erupción más destructiva en medio siglo. Con más de 2.000 terremotos en apenas dos días, las previsiones hablan de un episodio inminente que amenaza con arrasar por completo la localidad de Grindavík, en la península de Reykjanes.
Una de las grandes preocupaciones de buena parte del planeta no es únicamente las consecuencias sobre suelo islandés, sino que se repita el caos generado en el tráfico aéreo por la erupción del Eyjafjalla en 2010. Aunque probablemente se trata de la más recordada, son muchos los episodios vividos por Islandia en distintos momentos de la historia.
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Erupción del Eyjafjalla en 2010
La erupción más señalada de la historia reciente de Islandia es probablemente la del volcán Eyjafjalla en 2010 por sus consecuencias a nivel internacional. Ubicado en el sur de la isla, las cenizas emitidas sembraron el caos al provocar el cierre del espacio aéreo de la mayor parte del norte de Europa durante una semana a partir del 15 de abrir, lo que dejó en tierra a aproximadamente 10 millones de pasajeros.
Tras 200 años dormido, el Eyjafjalla despertó a finales de 2009 y, en marzo de 2010, comenzó la erupción a través de una de sus grietas. La magnitud del episodio se incrementó en poco tiempo hasta dejar una docena de fuente de lava y la consiguiente evacuación de buena parte de la población. Sin embargo, lo peor estaba por llegar: la confusión se desató el 10 de abril, tras un breve descanso, cuando el magma comenzó a salir de forma explosiva del centro del glaciar.
El deshielo provocado por la erupción causó el desbordamiento de los ríos de la zona y obligó a cortar carreteras y a desalojar a casi un millar de personas. Además, la ceniza volcánica expulsada se elevó rápidamente a la atmósfera hasta una altura de varios kilómetros en forma de columna con partículas de roca, cristal basáltico y arena. La presencia de estos elementos, unida a la falta de visibilidad, suponía un grave riesgo para los aviones, ya que podían introducirse en los motores y provocar su sobrecalentamiento, una pérdida de potencia y hasta su parada o explosión.
Estos peligros llevaron a varios Estados a cerrar su espacio aéreo apenas cinco días después. Reino Unido, Noruega, Dinamarca y Bélgica fueron los primeros, pero los siguieron horas más tarde Países Bajos, Suecia, Finlandia, Alemania, Francia... a causa de una erupción entre diez y veinte veces más intensa que la de marzo. En diciembre de 1989, un vuelo de la aerolínea neerlandesa KLM había visto bloquearse sus cuatro motores al sobrevolar la columna del Monte Redoubt, entonces en erupción, y ni compañías ni naciones querían favorecer algo semejante.
El balance de la erupción del Eyjafjalla fue de más de 100.000 vuelos cancelados en todo el mundo y cerca de 10 millones de pasajeros afectados en un colapso del tráfico aéreo que los británicos calificaron como el mayor de la historia. Desde entonces, no se ha vuelto a repetir un caos similar.
Erupción del Grímsvötn en 2011
Con el recuerdo del colapso de 2010 todavía vivo, el 21 de mayo de 2011 fue el volcán Grímsvötn el que obligó a los islandeses a contener la respiración. Emitió columnas eruptivas de hasta 12.000 metros de altura acompañadas de varios terremotos antes de provocar una nube que llegó a elevarse hasta 20 kilómetros, la mayor de este cráter en 100 años. Apenas dos días después, la erupción liberó cerca de 2.000 toneladas de cenizas por segundo, y un total de 120 millones en las primeras 48 horas. La situación supuso la cancelación de 900 vuelos de 900.000 programados.
El Grímsvötn ya había erupcionado poco antes, en 1998 y 2004. En ambos casos, el episodio duró aproximadamente una semana, y en el segundo las cenizas alcanzaron Europa continental y causaron una interrupción a corto plazo del tráfico aéreo en Islandia.
Fagradalsfjall: 2021, 2022 y 2023
Casi una década después del caos generado por el Eyjafjalla, en diciembre de 2019 una serie de terremotos comenzó a sacudir la península de Reykjanes: dos de ellos alcanzaron una magnitud de 5,6 y suscitaron el temor de una erupción inminente. Sin embargo, no fue hasta el 19 de marzo de 2021 cuando la lava comenzó a fluir por la superficie por primera vez en la zona en 800 años y en esa montaña en 6.000. En las tres semanas anteriores, los sismógrafos registraron más de 40.000 temblores.
Un año más tarde, la montaña del Fagradalsfjall volvió a rugir y a escupir lava, después de varios días de incremento de la actividad sísmica de este volcán, a 30 kilómetros de la capital del país y a 15 del aeropuerto. Igual que en 2021, el episodio atrajo a numerosos turistas y residentes deseosos de presenciar el espectáculo, a pesar de que las autoridades pidieron evitar la circulación por la zona.
La situación se repitió en julio de este año, cuando la lava comenzó a brotar al noreste de la base de Litli-Hrútur, una pequeña montaña en el área volcánica de Fagradalsfjall. El área circundante tembló durante varios días y se registraron más de 12.000 terremotos antes del inicio de la erupción, donde en apenas una semana el cráter creció hasta unos 30 metros de altura.
Erupciones históricas
Aunque estas son algunas de las últimas registradas, las erupciones han sido habituales en Islandia a lo largo de los siglos. Uno de los volcanes más activos de la isla es el Hekla, que ha arrojado lava al exterior en veinte ocasiones desde el año 874 y varias veces a lo largo del siglo XX. De estos episodios recientes, el más intenso se produjo en 1947, cuando la columna de fuego y cenizas ascendió a 30.000 metros, si bien hubo otros en mayo de 1970, agosto de 1980, abril de 1981, enero de 1991 y febrero de 2000.
El Katla es otro de los volcanes más activos de la isla, con dieciséis erupciones desde el año 930, la última de las cuales tuvo lugar en 1918. Ahora bien, las más intensas en el último milenio las protagonizaron el Laki en 1783 y el Bárðarbunga en 1477. El primero de estos dos expulsó unos 14 kilómetros cúbicos de lava basáltica y nubes tóxicas de ácido fluorhídrico y dióxido de azufre que acabaron con 9.000 islandeses y más del 50% del ganado de la isla, de acuerdo con un estudio de la Universidad Estatal de Nueva Jersey. El segundo, el más extenso del país, fue el artífice de la mayor erupción conocida del país.
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