Antes de ser elegido Papa , Jorge Mario Bergoglio no era tan conocido como otros cardenales, pero en su Argentina natal tenía una gran reputación y conseguía sorprender a su gente, cuando se acercaba por las zonas chavolistas a difundir el catecismo.
«Nosotros nos quedamos todos mirando. Decíamos, ¿quién es? ¿El cardenal? No, esto es una broma»
«Llegó solo, ... sin custodios, sin coche oficial, como una persona totalmente humilde. Nosotros nos quedamos todos mirando. Decíamos, ¿quién es? ¿El cardenal? No, esto es una broma», recuerda Juan Manuel Duarte, catequista en una de las áreas más pobres de Argentina , que conoció a Bergoglio por primera vez durante una misa en la que un grupo se preparaba para ir a predicar el Evangelio entre los más necesitados.
«Hizo toda una explicación de lo que era dar catecismo y de lo que era dar catecismo en las villas», cuenta Duarte sobre el estilo sencillo y humilde que ahora impresiona en Roma . El catequista argentino asegura que el entonces cardenal nunca pidió un trato especial, a pesar de ser una de las figuras religiosas más destacadas de Argentina.
«Se quedó a comer después con el padre, con los catequistas, con la gente, lo mismo que comían todos. De la olla popular, gigante, el guiso villero, la torta frita», relata.
El Papa Francisco, cuando recorría las chabolas para difundir el catecismo
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