El Cónclave del fin del mundo
Los cardenales cuentan «lo inesperado y rápido» de la elección de Jorge Bergoglio como Papa
El Cónclave del fin del mundo
Los primeros sorprendidos de la elección de Francisco han sido los cardenales electores en la Capilla Sixtina, la mayoría de los cuales entraron en el Cónclave con otros «favoritos» en mente. No esperaban votar al cardenal Bergoglio, y no esperaban que ganase apoyos ... con tanta rapidez hasta superar los dos tercios de los votos en el quinto escrutinio.
El cardenal Giovanni Battista Re, que presidía la reunión en la Capilla Sixtina, manifestó a un diario de Brescia, cerca de su pueblo natal, su inmensa sorpresa por el desarrollo de las votaciones: «Estaba sucediendo lo que nadie había previsto. Es decir, que en un periodo brevísimo, 115 cardenales, iluminados por el Espíritu Santo, daban a la Iglesia un nuevo Papa. Tan ‘nuevo’ que dejaba estupefactos incluso a los observadores más veteranos».
El veterano cardenal de Chicago, Francis George, reveló haber tenido la misma impresión: «No me pregunten por qué los cardenales cambiaron el voto. Pero lo que se hizo claro a medida que votábamos es que las cosas iban a suceder de modo diferente, inesperado. Y además bastante rápido». La única explicación que el cardenal americano aporta es que «hay sorpresas. Es un signo del Espíritu Santo».
Una «hermosa sorpresa»
George comentó con sencillez que «yo no esperaba que la cosa sucediese tan rápido ni tampoco el modo en que se produjo respecto a las opciones que teníamos. Creo que el Espíritu Santo indicó la dirección, y nosotros seguimos ese camino muy rápido».
Palabras similares -sin romper el juramento de secreto- utilizó el cardenal brasileño Raymundo Damasceno, antiguo presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM): «Bergoglio fue subiendo… Y fue una hermosa sorpresa». Damasceno, que preside la Conferencia Episcopal de Brasil añadió que «le conozco muy bien. Trabajamos juntos en el encuentro de obispos de Aparecida. Ha sido una gran elección».
A juzgar por comentarios indirectos y «pistas» de varios cardenales electores, el «descubrimiento» del purpurado argentino tuvo lugar la tarde del martes en la primera votación «de tanteo», en la que cada uno vota a su «favorito» y que sirve para aclarar quiénes de entre los «favoritos» son realmente «elegibles» al recibir apoyo sustancial. Al parecer, Jorge Bergoglio obtuvo más votos de los esperados, mientras que Ángelo Scola, Marc Ouellet y Odilo Scherer se quedaron por debajo de las previsiones.
En la Capilla Sixtina no se habla sino que tan sólo se reza y se vota. Los dos momentos en que los electores hablaron intensamente entre ellos fueron la cena del martes y el almuerzo del miércoles. Según el cardenal de Boston, Seán O’Malley, que era uno de los «favoritos», en el almuerzo del miércoles, el cardenal de Buenos Aires coincidió a su lado en la mesa, «y parecía muy abrumado por lo que estaba sucediendo». Dos escrutinios más tarde, Bergoglio superaba el listón de dos tercios de los votos, situado en 77, y seguía subiendo hasta 90 gracias al efecto «avalancha». Cuando se ve que alguien va a ganar, todos tienden a votarle como gesto de unidad y también como señal de ánimo a quien le cae encima un peso demoledor.
Con su viejo Crucifijo
El encargado de preguntar al arzobispo de Buenos Aires si aceptaba la elección fue el cardenal Giovanni Battista Re. El purpurado relata que «le formulé la pregunta ritual rigurosamente en latín. Él miró al Crucifijo. Después, con las manos recogidas en gesto de plegaria, y con una leve sonrisa dulce, me dijo que aceptaba. Y que su nombre seria Francisco, en memoria del santo de Asís».
El cardenal Re, que nació cerca de Brescia y siente debilidad por los diarios de la zona, confesó estar impresionado por los primeros gestos del Papa recién elegido como «pedir llevar sobre su sonata blanca su viejo Crucifijo, en lugar de otro, nuevísimo y brillante, previsto por el ceremonial». Francisco salió al balcón sin la muceta roja y con una Cruz de hierro. Pero un corazón de oro.
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