Del 11-M al incendio de Murcia: así trabajan los psicólogos de emergencias
Están en primera línea del dolor, en tragedias tan diversas como el incendio de Murcia o la erupción del volcán de La Palma, pero también en los accidentes del día a día. Son expertos en acompañar y prevenir traumas posteriores
«El volcán no se ha cobrado vidas físicas, pero sí emocionales«
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Iniciar sesiónLos días posteriores al incendio en las discotecas de las Atalayas, Juan Diego Marín no podía conciliar bien el sueño. Él no ha perdido a ningún allegado en la tragedia que se llevó por delante trece vidas, pero pasó cerca de once horas acompañando ... a los familiares de Eric, primero en a incertidumbre y luego en el duelo. Él es parte del equipo de psicólogos voluntarios del Equipo de Respuesta Inmediata de Intervención Psicosocial (ERIE) de Cruz Roja, que ayudó a familiares y amigos a digerir esos momentos de angustia y desesperación que se vivieron en el Pabellón de Deportes de Murcia.
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«Hicimos un triaje y se habilitaron salas, por familias, para que estuvieran más arropados entre ellos», recordaba un par de días después del fatídico fin de semana Marín. «Al final, nuestra labor es darle apoyo psicológico, acompañamiento y cubrir sus necesidades básicas, como agua o alimento. Nos encargamos también de darles la opción de canalizar cualquier información contrastada que nos fueran trasladando la Policía. Era un momento de incertidumbre y caos, los familiares no sabían si sus seres queridos estaban dentro de las víctimas, aunque los primeros indicios apuntaran a que sí. Lo importante era que ellos vieran que no estaban solos, transmitirles serenidad y cariño«.
La tensión y el dolor no se pueden mitigar, señala este psicólogo clínico especializado en emergencias, pero es importante que las personas que viven un 'shock' así puedan ir calmándose y desahogándose poco a poco. En esas horas que se hicieron eternas, rememora Marín, los familiares de las víctimas les enseñaban fotografías y vídeos de los buenos momentos que habían pasado juntos antes del incendio. El comportamiento de todos ellos fue «ejemplar»: «Había tanta unidad, respeto, educación y agradecimiento ante la ayuda que a mí me impactó. No exigían nada, sólo querían saber«, destaca este psicólogo, que pese a sus años de experiencia reconoce que no deja de sorprenderse por la gratitud que muestran siempre con ellos las personas que viven eventos tan traumáticos en primera persona.
Tras estos desastres, los psicólogos también realizan sesiones de ventilación emocional para desahogarse
Él acabó su labor cuando cerraron el Pabellón de Deportes de Murcia , pero Cruz Roja no. A lo largo de toda la semana, distintos equipos de primeros auxilios psicológicos se han ido relevando para acompañar a los familiares de los fallecidos a la identificación de los cuerpos e incluso a los entierros. Victoria Azorín, otra de las psicólogas movilizadas por el incendio de tres discotecas en Murcia, acudió el viernes al sepelio de varias víctimas en Caravaca de la Cruz. «La continuidad en el apoyo es muy importante«, asume esta especialista, que reivindica la importancia de mantenerse »centrado en el trabajo y aislado del bullicio« para poder valorar en medio del caos las reacciones normales y aquellas que requerirán una atención más continuada.
Las reacciones posteriores a estas vivencias pueden ser tan distintas como el abanico de emociones de la persona que las experimenta. «Lo más habitual es que los días posteriores te cueste dormir, estés mucho más irritable, que no tengas tantas ganas de comer o tengas demasiadas, que percibas una intranquilidad que no sabes de dónde viene, que te despiertes con imágenes del momento del suceso. La experiencia nos dice que todo esto es normal en el proceso de elaboración, hasta que nuestro cerebro integra todo lo que ha pasado para que no nos siga haciendo daño«, plantea María Abengózar, responsable de Intervención Psicosocial en Emergencias Internacionales de Cruz Roja.
El precedente del 11-M
Ella sabe bien de lo que habla, y no sólo por su trabajo sobre el terreno. Como no hay demasiadas entidades públicas que cuenten con este tipo de profesionales fijos en sus filas, relata que, desde hace años, son de los primeros recursos que movilizan los organismos públicos ante situaciones de crisis que desbordan sus servicios: actuaron en pandemia, pero también en la erupción del volcán de la Palma, el accidente del Alvia en Galicia, el de Spanair en Barajas... Ellos están además en constante formación y realizan a menudo simulacros para que sus equipos de voluntarios sepan cómo moverse en medio del desastre.
Con todo, cuidar a los que nos cuidan, recuerdan todos estos psicólogos, es esencial. Su afectación depende de la tragedia, pero también de su propia experiencia. Un padre o una madre sufrirá más una intervención con menores, por ejemplo. «Cualquier persona que asiste y ve el sufrimiento tan de cerca necesita también un apoyo. Una vez acabada la emergencia, hacemos sesiones de desconexión o ventilación emocional, que van encaminadas a que los profesionales comprueben que no son las única personas que se sienten así, que lo que están viviendo es algo natural y que pasará en pocos días o semanas«, resume Abengózar.
Los profesionales de la salud mental son conscientes desde hace mucho de la necesidad de contar con psicólogos en primera línea de emergencias. «No hay una receta mágica, sí ciertos protocolos sobre lo que no se debe hacer y cómo encaminar a la víctima a frenar esa entropía. Nadie le va a quitar la pena, pero el duelo no va a ser el mismo ni patológico», asegura Jesús Miranda, director de la Cátedra de Seguridad, Emergencias y Catástrofes en Universidad de Málaga, que señala la riada del camping de Biescas como uno de los antcedentes en el desarrollo de esta disciplina. Aunque hay un punto de inflexión que hizo aún más visible a nivel social la labor de estos psicólogos: los atentados del 11-M, donde se removió cielo y tierra para ayudar a los familiares a encauzar su dolor. A raíz de este brutal atentado, los colegios oficiales de Psicología se plantearon que había que crear grupos de trabajo específicos sobre esta temática, pero esto es «un arma de doble filo», señala este experto, porque los poderes públicos entendieron que entre el colegio profesional y la Cruz Roja la necesidad estaba cubierta, por lo que no son demasiados los que han incorporado a estos equipos de salud mental en plantilla.
«No obstante, las emergencias no son solamente grandes catástrofes como atentados o desastres naturales», apunta Timanfaya Hernández, vocal de área de emergencias del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, que estuvo sobre el terreno en el accidente de Spanair de 2008, donde tuvieron que atender incluso a los bomberos porque, pese a estar acostumbrados a intervenciones límite, vivieron «imágenes y situaciones devastadoras». «También hay sucesos que se producen todos los días, como accidentes de tráfico o intentos de suicidio, que también requieren atención«, insiste esta psicóloga. El modelo a seguir, continúa Miranda, es el de Samur y Summa 112, que sí cuentan con psicólogos en sus filas. »Si los gestores cogen la calculadora, verán que lo que cuesta movilizar una UVI móvil para atender una crisis de ansiedad, por ejemplo, lo podemos suplir con un vehículo en el que vaya un psicólogo de emergencias con un técnico o auxiliar«.
Crisis del día a día
Así es precisamente como trabajan en el Summa 112 de la Comunidad de Madrid, que en 2019 incorporó a seis psicólogos a sus filas, convirtiéndose en «el primer sistema nacional de salud» que ofrece este tipo de atención en emergencias 24 horas al día los 365 días del año. «Nos activan en intentos graves suicidio, accidentes múltiples víctimas, incendios, desapariciones, abusos, violencia de género... La peculiaridad de nuestro oficio es que intervenimos en entornos incontrolables«, relata Marta Álvarez Calderón, psicóloga clínica de emergencias del 112. No saben dónde van a tener que atender, ni a quienes, ni cuánto tiempo, porque sus intervenciones, relata esta profesional desde la base de Pozuelo de Alarcón, son largas, mínimo tres cuartos de hora.
No hay que decir: 'Tranquilo, todo va a estar bien', sino lo contrario, aceptar esas emociones
«Es frecuente que la gente diga a los afectados: 'No llores, tranquilo, todo va a estar bien', porque no nos gusta ver sufrir a los demás, pero la verdad es que eso no ayuda. Hay que hacer lo contrario, aceptar esas emociones, y es cierto que no es fácil», reconoce Álvarez, que decidió entrar en emergencias porque en el hospital veía a muchas personas con síntomas de un estrés postraumático que podría haberse evitado con la adecuada atención 'in situ'.
Para el resto de equipos sanitarios que intervienen en emergencia su llegada ha sido también un bálsamo. Hace años, atendieron un accidente laboral en el que un trabajador atropelló a otro con un toro mecánico. Al herido se lo llevaron al hospital, pero el que llevaba el vehículo estaba devastado, y no pudieron hacer mucho más que darle un tranquilizante. «Nosotros damos continuidad en la asistencia e informamos a los pacientes de lo que deben hacer», asume Calderón. «No dejamos a nadie solo«.
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