El pantano de Melonares salva a Sevilla de sufrir restricciones de agua por la actual sequía
La UE puso reticencias al proyecto, que se elevó hasta los 200 millones de euros, mientras que ecologistas y partidos políticos criticaron la construcción de la presa
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Construcción del pantano de Melonares, en el año 2005
De los 185 hectómetros cúbicos (hm3) de agua que puede embalsar el pantano de Melonares, en la actualidad se encuentra al 65% de su capacidad, lo que supone 121 hm3. Este dato cobra una mayor relevancia en el contexto en que se halla Sevilla ... debido a la sequía que azota a la provincia en los últimos tres años y que este otoño dejará a la capital y su área metropolitana —cerca de 1,4 millones de habitantes— en alerta, lo que supondrá, no restricciones en el consumo, pero sí las primeras sanciones por malgastar el agua potable.
El pantano de Melonares, que costó unos 200 millones de euros (128 en la presa y 80 en las conducciones) está situado en el cauce del río Viar, afluente del río Guadalquivir, entre los términos municipales de Castilblanco de los Arroyos y El Pedroso, ambos en plena Sierra Morena sevillana. Emasesa, la encargada de gestionar el agua en Sevilla capital y once municipios de su corona, cuenta con seis pantanos que, en su conjunto se hallan al 42% de su capacidad, si bien es el de Melonares el que registra un mayor volumen de agua embalsada.
Por todo ello, y con el paso del tiempo, la construcción del pantano de Melonares se considera, bajo esta perspectiva actual, todo un acierto puesto gracias a él los sevillanos no están sufriendo restricciones de agua, como las registradas en el anterior período de sequía, entre los años 1991 y 1996, coincidiendo esos años de sequía con años de consumo incontrolado de agua, como fueron 1991 y 1992, en los que las demandas se dispararon, como se comprueba por comparación con los consumos reales de los dos últimos años de abundantes lluvias.
La Unión Europea no quería que la construcción de Melonares se dirigiera a regadío, de ahí las múltiples trabas que puso
En el comienzo del año hidrológico 1990-91, en septiembre de 1990, los tres embalses entonces disponibles por Emasesa para el abastecimiento urbano de Sevilla (Aracena, La Minilla y El Gergal), con una capacidad total de embalse de 221 hm3, se hallaban al 75% de su capacidad. Durante los cinco años siguientes, los embalses de Emasesa (los anteriores más Zufre, que entró en servicio en 1991) recibieron unas aportaciones netas totales de 261 hm3, a consecuencia de las escasas precipitaciones registradas.
La construcción de la presa de Melonares levantó las reticencias de algunos partidos políticos y, aunque parezca extraño decirlo, de los propios ecologistas que consideraban un atentado contra el medio ambiente una obra faraónica en la provincia de estas características en pleno parque natural Una obras, cuyo coste total se disparó hasta los 128 millones de euros sin incluir los 80 de las conducciones —inicialmente estaba presupuestado en 72—, de los que la mitad aproximadamente los costearía la Unión Europea, que posteriormente, y con el embalse ya construido, asumiría años más tarde el presupuesto de las conducciones necesarias para traer el agua hasta la capital y su área metropolitana.
Críticas al proyecto
Los ecologistas consideraban que era un despropósito su construcción porque se iba a inundar uno de los últimos valles de la Sierra Morena sevillana. Aun así, y para compensar el impacto del embalse se aplicaron medias de compensación ecológica, por valor de 28 millones de euros, para la creación de una zona de 1.500 hectáreas en las que pudieran habitar conejos y perdices que sirvieran de presa a las aves y linces del lugar. Además se destinaron otros 13 millones de euros para compensar a los municipios afectados.
Desde el punto de vista político, también recibió muchas críticas, en el sentido de que la construcción del embalse de Melonares no habría sido necesaria, puesto que las proyecciones de demanda hasta el año 2012 que se hicieron se consideraron excesivas. La evolución de la demanda de agua en Sevilla y su zona de influencia (Emasesa más Aljarafesa) presenta un comportamiento típico en «diente de sierra», correspondiendo el mínimo a los años justo después de cada sequía y el máximo a los años inmediatamente precedentes a cada período cíclico de sequía.
Desde el anterior período de sequía (1991-1996) en Sevilla no se han producido restricciones de agua entre los hogares
Como se recoge en www.habitat.aq.upm.es, la toma en consideración del embalse de Melonares empieza en 1972, cuando la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) encarga al Servicio Geológico de Obras Públicas un estudio para el emplazamiento de dos presas alternativas sobre el Viar. Apreciada su idoneidad geológica (aspectos meramente constructivos, topográficos y de impermeabilidad) en 1975, transcurren algunos años hasta que en 1985 la Consejería de Obras Públicas de la Junta encarga a una consultora el estudio y proyecto de la presa de Melonares.
A partir de entonces, por precepto legal, se inicia el trámite de evaluación de impacto ambiental, a petición de la Dirección General de Medio Ambiente del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (Moptma) que encomienda a la CHG la redacción del correspondiente informe, al que le siguió un segundo más exhaustivo.
Las negociaciones con la UE para que asumiera el coste de la presa (sin las conducciones) levantaron bastante polémica que hicieron que los plazos inicialmente previstos se fueran alargando durante cuatro años (de 1997 a 2001), puesto que la construcción del pantano estaba supeditado a que sólo se iba a usar para consumo y no para regadíos.
El pantano inundó una franja de 16 kilómetros longitudinalmente sobre el curso del río, cubriendo una superficie de unos 15 kilómetros cuadrados, siendo los municipios afectados por la inundación Castilblanco de los Arroyos, El Pedroso, Almadén de la Plata, El Real de la Jara y Cazalla de la Sierra.
En 2001 se aprobó definitivamente el proyecto después de en el año 1997 se resolviera como favorable la declaración del impacto ambiental. Las obras para la construcción de la presa se llevaron a cabo desde 2003 hasta 2007, año en que se iniciarían las obras —presupuestadas con fondos europeos en unos 80 millones— de la red de tuberías necesarias para unir el embalse a la red de suministro de Emasesa, las cuales fueron concluidas en julio de 2018.
El Viar: regadío y consumo
El Viar, como casi todos los ríos de Sierra Morena, tiene su curso interrumpido por obras hidráulicas. Pero a diferencia de la mayoría de los valles, dispone de un largo tramo final no represado, con lo que se mantienen en su cauce fenómenos de hidrología de gran dinamismo. Esta singularidad del valle es una de las razones de su excepcional valor.
La obra hidráulica más dura del Viar es el embalse de El Pintado, en el límite norte de la provincia, con Badajoz. Se trata de una gran presa, destinada al regadío a unos 40 kilómetros aguas arriba del lugar donde se proyectó situar la presa de Melonares.
De ahí las reticencias de la UE de no tenerlas todas consigo que el pantano de Melonares fuera destinado para consumo y no regadío. Fue en marzo de 2015 cuando la por entonces vicepresidente del Gobierno de España, Soraya Sáez de Santamaría, daba por finalizadas las conducciones.
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