De Bajo Guía a Pureza: la intrahistoria de la plegaria flamenca que cerró la Misión de la Esperanza de Triana

Reportaje

El compositor José Miguel Évora convocó a una nutrida representación del cante que puso boca abajo al respetable como sucede cada Jueves Santo en la sanluqueña calle Sargenta

La letrilla de «Esperanza y verde» se la inspiró la dolorosa del barrio marinero un año después de perder a su padre, el tocaor Isidro Muñoz, en una historia que hoy revela

Manuel Lombo, Arcángel, Argentina y otros artistas cantan a la Esperanza de Triana en la calle Pureza

Dos guitarras alcanzan el paso de Gloria de la Esperanza de Triana en su salida extraordinaria que puso el broche a la misión Manuel Gómez

La Esperanza volvió a reunir a los Muñoz Alcón como si fuera tarde de Jueves Santo en Sanlúcar de Barrameda, pero era el corazón de Sevilla. Las cosas del Guadalquivir. El gaditano José Miguel Évora, hijo del productor Isidro Muñoz y hermano de Manolo ... e Isidro Sanlúcar, de una de las familias más brillantes que ha brindado la cultura en Andalucía, se puso al frente de una extraordinaria comitiva que esperaba ansiosa para cantarle al público más paciente de Triana. Allí que llegaba la dolorosa para ponerle el colofón a la salida extraordinaria de la Misión de la Esperanza. Lo que nadie esperaba era que más allá de la fina lluvia que hizo acto de presencia en el tramo final, la verdad del flamenco y su literatura iba a abrir en canal la calle Pureza, tal y como sucede pocas horas antes de la Madrugá sanluqueña en el barrio marinero cuando la que sale es María Santísima de la Esperanza de la ermita de San Nicolás.

Tal y como sucediera con el coro de Julio Pardo, nuevamente Cádiz y Sevilla se estrecharon la mano para júbilo de quienes vivieron el momento en primera persona. Se escuchó primero el quejío de la onubense Argentina, Hija Predilecta de Huelva, y mano a mano su voz se entrelazó suavemente con la de Arcángel en un prólogo exquisito. «Soy estrella y me recojo / una madrugada larga / se bebe el viento en tus ojos / lágrimas de almendra amarga. / De cristales que derraman / tu boca, tu cara. / Por el puente pasa / por el puente tiembla el río, / por Pureza canta el agua / Triana, Triana, Triana». Una letra y una música nacida de las manos de José Miguel Évora, que en atención a ABC desvela que fue precisamente produciendo el trabajo de estos dos artistas cuando recibió la llamada de la hermandad, que se lo pidió «apurada»: «Para mí fue como si me hubiera entrado un rayo de luz. Porque cantarle a la Esperanza de Triana... ¿habrá algo más grande, Dios mío?», refiere. «A nadie le pedí nada porque todos dijeron que sí», alega sobre su tropa de flamencos.

La frase

«Ojalá fuera un instrumento de Dios, aunque sea desafinado. Yo que me iba todos los Jueves Santos al puente para ver a la Esperanza, y sentía cómo el puente temblaba. Me ponía allí a imaginarme que cantaba frente a la Virgen»

José Miguel Évora

Compositor y director de orquesta

Las palmas y el talento de los allí presentes fueron al vuelo —el grupo Papá Levante, Palo Dulce de Huelva, José María de Lepe hijo, Mae, Francis, Manuel León— y seguidamente fue el nazareno Manuel Lombo, que se vino de Nueva York expresamente por el jipío, quien evocó una letrilla que tiene una historia que jamás ha trascendido en prensa hasta hoy. «Mira cómo viene: Esperanza y verde», fue lo que entonó el aguaor de la Macarena, antes de que todas las voces flamencas tomaran su testigo y ahora sí, ahora el eco de sus gargantas supieran más que nunca al primer sorbo de manzanilla, a cualquier Virgen de la Esperanza y a la calle Sargenta en la que se prodigaban en el barrio marinero con aquello de: «Viene, ya viene: Esperanza y verde / Paso, dulce paso de María. / Madre Purísima, Inmaculada. / Espejo de justicia / rosa mística, / torre de marfil / Virgen de las Vírgenes / Fuente del amor / raíz sagrada matriz». Y hasta el propio José Miguel Évora no pudo contenerse, uniéndose a la conjunción de semejante jarana: «Cuando por mi barrio / pasa la Esperanza / bendice mi calle / bendice mi casa».

Esperanza y verde

Y lo de bendecirla no era un decir. La Esperanza de Sanlúcar pasaba todos los años por su balcón, muy cercano a la panadería de la familia. «Y nuestra costumbre desde hace años era esperarla tras el almuerzo», añade. «Un día mi mujer le dijo a mi padre, que fue tocaor, que si se atrevía a cantarle una saeta. Y ahí que fue mi padre a cantarle a la Virgen», rememora José Miguel Évora. Pero llegó aquél terrible enero de 2006 en el que la Esperanza fue la que alcanzó al célebre Isidro Sanlúcar. «Al año siguiente de morir mi padre, no había quien le cantase ya a la Virgen. Y yo estaba jugando con mi sobrino Guille, que me dijo: 'Ya viene, ya viene: Esperanza y verde'. Compuse el tema entero en los diez minutos que llegó el palio, y lo cantamos todos juntos en familia. Ahora cada Semana Santa esa calle se hace fiesta en Sanlúcar», relata.

Remataba la faena en calle Pureza el pasado domingo Gala Évora, que con su garganta sacaba para gloria de la actuación «un pañuelito muy chiquitito, Madre de Dios, / al hilo de sus lágrimas / bordando su dolor», antes de que todo el público reunido en torno a la capilla de los Marineros se sumara al fin de fiesta. Alentaron todos a los balcones de Triana mientras la dolorosa se disponía a recorrer los últimos metros de la misión, ahora sí, rotundamente cumplida: «Desde los balcones / cantando oraciones / te damos las gracias / adiós Madre mía / adiós Reina mía / adiós Virgen mía de la Esperanza. / Ya se va, ya se va, ya se va...».

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