Locus amoenus
Isaiah Berlin en la peña Torres Macarena
Isaiah Berlin estaba feliz de haber venido a nuestra ciudad, porque conocía todas las óperas que transcurren en Sevilla. Y -sin embargo- aquí pasó desapercibido, aunque se fue encantado del soniquete de la peña Torres Macarena
Sevilla
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Iniciar sesiónEntre 1990 y 1994, cada vez que algún invitado mío me pedía ir a un recital flamenco, mi primera opción siempre era la peña Torres Macarena, adonde fui por primera vez en 1985. A la peña Torres Macarena he llevado a mis padres, a mis ... hermanos y a una constelación de amigos de varios países. De hecho, las dos primeras ediciones del Premio de Soleares para Jóvenes Cantaores que promoví como director de la Fundación Cristina Heeren, se celebraron a fines de los 90 en la peña Torres Macarena, bajo el patrocinio de El Corte Inglés y con la colaboración de Susana Díaz, por entonces concejala de juventud del Ayuntamiento de Sevilla. Pero en el amable espacio de hoy, quiero centrarme en los visitantes ilustres que llevé a la calle Torrijiano, antes de dirigir la fundación y escuela de arte flamenco creada por Cristina Heeren.
Debo admitir que fue una suerte que Mario Vargas Llosa fuera la primera personalidad que llevé a Torres Macarena, porque a Mario lo reconoce todo el mundo. Aquella noche de 1991 había invitado además al escritor Jorge Edwards, al cineasta Luis García Berlanga y al dramaturgo José Monleón, pero al único que identificaron fue a Vargas Llosa. Fue así como conocí al gran Jerónimo Roldán -entonces secretario de la peña- quien nos ubicó en un lugar preferente y le pidió al presentador que anunciara los nombres de los ilustres visitantes que asistían esa noche a la peña. A partir de ahí, cada vez que me presentaba en Torres Macarena acompañado de amigos que llamaban la atención del respetable, Jerónimo se acercaba diligente y me preguntaba con mucha discreción, quiénes eran los señores que venían conmigo «para darle los nombres al presentador». Así fueron nombrados y aplaudidos Octavio Paz antes del Nobel, el ensayista francés Jean-François Revel, el escritor indio Vikram Seth, el historiador inglés Eric Hobsbawm y el novelista cubano-estadounidense Óscar Hijuelos, quien además se compró una guitarra en la tienda de José Luis Postigo. Sin embargo, recuerdo con singular emoción la noche del 3 o 4 de abril de 1992, cuando llevé al filósofo Isaiah Berlin a la peña Torres Macarena.
Isaiah Berlin fue uno de los invitados del simposio «El Descubrimiento de Occidente», que bajo la presidencia de Hugh Thomas dirigí cuando me ocupaba de gestionar el área de cultura de la Fundación San Telmo. Aquel simposio -inspirado y promovido por Gerarda de Orléans-Borbón- reunió en Sevilla a un extraordinario elenco de humanistas e intelectuales, aunque luego de las sesiones cada uno bailaba con su pañuelo. Y así, Isaiah Berlin -melómano, enamorado de la ópera y fascinado por los cantos populares- quiso conocer el cante jondo que escuchaban los verdaderos aficionados, y a la Torres Macarena nos fuimos, junto con el historiador Hugh Trevor-Roper. Cuando Jerónimo vio a ese Isaiah Berlin cruzar el umbral de la peña con sombrero, corbata y pipa, intuyó que debía tratarse de otra celebridad y -del tirón- me centró al presentador, para que pudiera anunciarlo como se merecía.
Lo de filósofo y profesor de Oxford no fue problema, pero eso de que el señor «Berlín» fuera inglés, ruso y judío resultó más complicado de explicar. Jerónimo convenció al cantaor para que le dedicara una petenera al ilustre visitante, atenciones que Isaiah Berlin recibía entre sonrisas y apretones de manos, porque los socios de la peña fueron de lo más atentos. Era fascinante conversar con aquel sabio que pasaba de Tolstoi a comentar los compases rítmicos, que respondía mis preguntas sobre Vico y luego me pedía que le tradujera las letras de los cantes, o que le parecía menos importante hablar de las utopías que de las posibles relaciones entre el cante flamenco y el canto lírico. Cuando salíamos pletóricos de la peña, Jerónimo me susurró: «tu amigo será judío, pero se ha jartao de jamón».
Isaiah Berlin estaba feliz de haber venido a nuestra ciudad, porque conocía todas las óperas que transcurren en Sevilla. Y -sin embargo- aquí pasó desapercibido, pues aparte de una columna que le dediqué en Diario 16 Andalucía y de la entrevista que le hizo Juan Cruz para otro medio nacional, Isaiah Berlin no dejó nada en Sevilla. Ni el jamón de la peña Torres Macarena.
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