Blais Revaldería: «En pantalla plana, la Rapa das Bestas se nos quedaba corta»

La cinta sumerge al espectador en la Rapa das Bestas, una tradición ancestral gallega que cada verano enfrenta a hombres y caballos salvajes en un ritual destinado a cortar las crines y desparasitar a la manada. Más allá del rito, el filme propone una reflexión sobre la conciencia ecológica y el contraste entre la energía eólica que domina los montes gallegos y la pureza del paisaje que los rodea: el viento, el monte, los caballos y la naturaleza.

Desde que el proyecto comenzó hasta los ocho años siguientes, Brais y su equipo regresaron año tras año -salvo en 2020, debido a la pandemia- para documentar esta costumbre. En total, alrededor de 80 personas han participado en su creación, entre rodaje y postproducción, tejiendo con paciencia una obra en la que se respira naturaleza en cada fotograma.

– En alguna ocasión se ha referido a este proyecto como un «mito de la infancia». ¿A qué se refiere?

– Soy de Lugo y llevo viendo la Rapa das Bestas en la televisión desde que soy pequeño. Visualmente me fascinaba, pero no entendía por qué lo hacían ni cómo. Eso fue lo que me impulsó a ir en 2017 para buscar el origen de la historia y contarlo en el documental.

– ¿Cómo organizaron el trabajo durante los ocho años de rodaje?

– Los primeros años fuimos entendiendo la tradición: por qué lo celebraban, sus orígenes y los grandes enemigos, que son los molinos eólicos. El primer año no conocíamos a nadie y tuvimos que correr tras de ellos para conseguir material. El segundo año ya teníamos confianza con la gente del pueblo, así que empezamos a reconducir el proyecto. Tras la pandemia, tuvimos claro hacia dónde dirigirnos y buscar una manera de diferenciarnos del ruido que había alrededor de la tradición.

– ¿En qué momento se le ocurre salir del marco de una pantalla de cine para convertir la Rapa das Bestas en una experiencia de 270 grados?

– Estábamos grabando un documental tradicional y evolucionó a esta idea porque era muy difícil traducir el contexto de lo que es ser parte de Sabucedo, vivir en los montes, vivir esos momentos en la niebla, y demás. En una pantalla plana, la Rapa das Beatas se nos quedaba corta, así que buscamos otra forma de hacerla más vivencial, para que la gente pudiera experimentar esos momentos, que normalmente requieren horas o días buscando los caballos. La idea era que el público pudiera vivirlo como si estuviera allí.

– Además de por ser una proyección de 270 grados, 'Fillos do Vento' es una experiencia inmersiva gracias a la incorporación del viento y el olor a hierba. ¿Con qué fin se incluyeron estos elementos?

– Yo ya había hecho proyectos experienciales que estimulaban varios sentidos, como el de Juego de Tronos. Aquí queríamos añadir más sentidos, además de la vista y el oído, y el olor del monte gallego es muy característico, así que añadimos hierba recién cortada, y por ejemplo, durante la proyección en Cannes, también incluímos olores animales. Esto se consigue gracias a una máquina que utiliza un líquido que ha sido creado específicamente para el proyecto, que va liberando una esencia de hierba programada por milímetros cúbicos por minuto, dando ese toque al espacio. A Sevilla no hemos podido traer el olor a animales porque es una fragancia difícil de conseguir. ¿Por qué el olfato? Porque conecta con la memoria más rápido que otros sentidos. Nuestro objetivo era que la gente empiece a conectar con la historia desde el momento en que entra a la sala.

– ¿La cronología de las imágenes refleja el proceso real o habéis organizado un poco los eventos?

– En el largometraje entraremos en más detalle sobre las Rapa das Bestas, mostrando motivaciones y enemigos. Si vas a Sabucedo durante la fiesta, verás el orden que mostramos: van al monte, buscan los caballos, los juntan, los bajan al pueblo, los meten en el curro, los rapan y los vuelven a liberar. Esa es la esencia pura de la Rapa das Bestas. La única diferencia es que esta versión es más poética.

– Viéndolo en esta experiencia, ¿resulta más espectacular que en la vida real?

– No es ni mejor ni peor, sino más organizado. Aquí hemos recopilado ocho años de seguimiento, así que la gente puede vivir todo el recorrido en 30 minutos, algo que en la vida real sería imposible, porque a veces vas tres días al monte y no ves un solo caballo.

– ¿Cree que proyecciones como esta podrían marcar el mundo del cine?

– Sí, creo que el futuro cine va a evolucionar hacia algo así. Dependerá de la tecnología, pero seguramente habrá más proyectos de este tipo, incorporando estímulos de otros sentidos. Además, los cines están sufriendo, así que hay que buscar nuevas formas de conectar con el público.

– ¿Está trabajando en algo ahora?

– Tengo un par de proyectos relacionados con Galicia. Uno busca capturar la ola más grande del mundo, a escala real. Para ello, estoy trabajando con surfistas locales. También estoy grabando la historia personal de Adiaratou Iglesias, la atleta lucense y paralímpica campeona del mundo. Me gusta enfocarme en España para dar visibilidad a otras regiones aparte de Madrid y Barcelona. Por ejemplo, he trabajado en Málaga para ESPN. Galicia me apasiona y quiero mostrar su riqueza cultural al mundo, porque creo que el norte está un poco olvidado, especialmente para turistas.