Sevilla
San Luis de los Franceses: el noviciado de las probaciones jesuíticas
En las instalaciones de la Compañía de Jesús en la calle Real se formaba a los aspirantes a ingresar en la orden hasta la expulsión decretada por Carlos III
La Diputación de Sevilla restaura el noviciado de San Luis para exponer su patrimonio
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Iniciar sesiónHablar de noviciado jesuita , como el que estuvo funcionando bajo el nombre de San Luis de los Franceses en Sevilla desde 1600 hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 , es hacerlo de las probaciones , que ... todavía hoy siguen marcando las fases de formación por las que pasan los hijos de San Ignacio de Loyola hasta convertirse en sacerdotes. Entre diez y quince años entre el primer discernimiento vocacional y los últimos votos con tres exámenes de recapitulación en medio.
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Obviamente, en el siglo XVIII, cuando estuvo funcionando el noviciado de la calle San Luis, estos tiempos se acortaban, pero manteniendo las etapas formativas. Los jesuitas fundaron el noviciado de San Luis en 1600 para formar a los integrantes de la Compañía en la provincia Bética, que incluía Andalucía y Canarias hasta 2014 en que se reunificaron las provincias en España . Para la preparación de los aspirantes, se seguía el modelo dictado por San Francisco de Borja como prepósito general, quien había erigido el primer noviciado en España en Simancas.
En honor de una viuda
El noviciado de Sevilla tomó el nombre de San Luis de los Franceses (el San Luis jesuita, el apuesto joven de la familia Gonzaga presente en el habla popular como 'más bonito que un sanluis de palo', subió a los altares en 1726) de doña Luisa de Medina, viuda de Juan Fernández de Castro con cuya donación se compraron las casas de la calle Real (hoy, San Luis) de la familia Enríquez de Ribera , duques de Tarifa y marqueses de Alcalá de los Gazules.
La expulsión de la Compañía de Jesús de las dos Españas (la europea y la americana), decretada en pragmática sanción por el ilustrado Carlos III en 1767 marcó el fin de la historia jesuítica de San Luis de los Franceses. En el momento de su inauguración en 1731, el noviciado contaba con quince presbíteros, 32 escolares y 27 coadjutores . La setentena de aspirantes bien podría tomarse como cifra promedio del noviciado a lo largo de su funcionamiento.
Catorce años cumplidos
Para ingresar en la orden, se exigía haber cumplido los catorce años , lo que de entrada suponía una diferencia notable con los clérigos seculares que entraban a los seminarios menores con diez u once años. A partir del momento en que el aspirante a jesuita pedía el ingreso, se le sometía a una primera probación o revisión para escrutar las razones que le movían a entrar en la vida religiosa. Ese primer escrutinio correspondía al maestro de novicios durante dos o tres semanas.
Una vez superada, era admitido como novicio en la orden , dedicado al estudio y a la práctica de tareas cotidianas en las que se forjaba el carácter y la identificación con la Compañía. Al término de dos años, el candidato era sometido a una segunda probación que le abría las puertas del juniorado tras haber prestado los primeros votos de pobreza, obediencia y castidad .
Formación intelectual
Como junior, el futuro jesuita se iniciaba en la formación intelectual en diversas ramas no exactamente espirituales sino en los saberes del mundo como historia, literatura, idiomas o artes. De ahí que florecieran tanto las trayectorias científicas, artísticas o profesorales entre los miembros de la Compañía. Todavía en la actualidad, tras el juniorado de dos años en Roma, los candidatos adquieren títulos universitarios civiles en las más variadas ramas del saber como bagaje formativo que les acompañará toda la vida.
El juniorado servía para discernir si el candidato quería unirse a la orden como hermano (coadjutor temporal sin orden sagrado, similar a los legos de un monasterio) para desarrollar tareas profesionales en alguna casa de la Compañía o presbítero ordenado , para lo que debía continuar su formación en Filosofía y Teología. Por ejemplo, sabemos que el arquitecto Francisco Gómez , el último destacado en la historia de la Compañía en Andalucía, que residió en el noviciado desde 1705 hasta 1718 y participó en la construcción de la iglesia, era jesuita coadjutor.
'Maestrillo'
La etapa de magisterio (no confundir con la carrera civil del mismo nombre) llevaba al escolar a alguna obra de la Compañía de Jesús donde llevaba a cabo su labor apostólica y aprendía a vivir en comunidad.
La tercera probación aguardaba al final de esta etapa de «maestrillo» , en la terminología propia de los jesuitas. Esta, para los escolares del noviciado de San Luis , se llevaba a cabo en San Ignacio de Baeza durante un semestre al término del cual, el jesuita recibía el sacramento del orden y se convertía en coadjutor espiritual tras jurar a perpetuidad los tres votos.
La condición de profeso , con acceso a todas las instancias de gobierno de la Compañía de Jesús incluidas las congregaciones generales (capítulos universales de la orden a la muerte del prepósito general), se obtenía tras emitir el cuarto voto , el de obediencia reforzada al Papa que instituyó San Ignacio.
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