entrevista
Antonio Mellet: «Francisco no parecía un Papa y siempre nos preguntaba antes de cada reunión si teníamos hambre o sed. O si estábamos cansados»
El sacerdote sevillano y oficial de la Congregación para el Clero en Roma forma parte desde hace tres años de la Curia vaticana y tuvo trato con el Santo Padre: «Fue conmovedor el esfuerzo que hizo el 8 de febrero para recibirnos, muy fatigado y con la neumonía que le haría ingresar en el hospital seis días después»
Un papable español: «El cardenal Omella es muy parecido a Francisco, muy cercano y accesible. Y formó parte del G-9, el círculo más íntimo del Papa»
«Aunque no vino a Sevilla al Papa Francisco le encantaban las hermandades. En Roma hay pero no es lo mismo»

El sacerdote sevillano Antonio Mellet se incorporó como oficial a la Congregación para el Clero en Roma hace tres años y desde entonces forma parte de la Curia vaticana, que él desmitifica de las intrigas y veleidades que les atribuyen películas y novelas. Este sacerdote, ... que fue párroco en la Algaba y Sevilla Este y rector de la Macarena, es doctor en Derecho Canónico y fue vicario judicial en el Tribunal Metropolitano.
-¿Le sorprendió la noticia de la muerte del Papa?
-Sí. De hecho, cuando me lo dijo mi hermano, pensé que era un bulo. Aunque era un desenlace esperado a causa de su enfermedad, al haberlo visto un día antes de su muerte dando la bendición «urbi et orbi», todos teníamos la esperanza de que se recuperara y pudiéramos disfrutar aún durante muchos meses de nuestro Papa.
-Usted estuvo en la audiencia papal del pasado 8 de febrero a la delegación que presidió monseñor Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, para informarle del balance y conclusiones del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Pupular. ¿Cómo la recuerda?
-Fue el último día que tuve la ocasión de ver personalmente al Papa. Ya sufría la neumonía y seis días más tarde fue ingresado en el hospital. Fue un encuentro muy emotivo porque todos éramos conscientes del esfuerzo que tuvo que hacer para atendernos. Nos conmovió a todos su preocupación por nosotros, quería que estuviéramos a gusto y que nos expresáramos con libertad y nos sintiéramos acogidos. Él se olvidó de su dolencia, a pesar de que se le notaba muy fatigado. Me emocioné mucho y hablé con él en dos momentos de esa audiencia y me despedí diciéndole: «Santo Padre, que se mejore usted».
-El arzobispo de Sevilla le llevó un jamón de bellota y unas yemas del convento de San Leandro. ¿Se las pudo comer?
-No lo sé. Supongo que en esos seis días antes de ingresarlo, algo probaría. Me consta que las yemas de San Leandro le gustaban mucho porque ya se las había llevado antes. El jamón también le gustaba mucho, de modo que eran dos apuestas seguras. El arzobispo de Sevilla le dijo con mucha gracia: «Aquí le traigo medicina natural para su neumonía».
-¿Cómo era su relación con el Papa?
-No quiero que parezca que tomaba café con él todos los días, porque no era así. Tuve relación con el Papa cuando he acompañado al arzobispo de Sevilla o a otras personas en alguna audiencia papal. Y también tuve relación con él por algunos encuentros de trabajo, llamémoles así, relacionados con mi trabajo en la Congregación para el Clero.
-¿Cuál fue su primera impresión, cuando le conoció?
-Lo conocí antes de empezar a trabajar en el Vaticano, en el año 2019. Y esa primera impresión fue muy formal porque fue un saludo protocolario en una audiencia en Roma. Cuando empecé a trabajar en el Vaticano y lo empecé a tratar, la impresión que me causó fue la de una persona muy cercana y de un trato muy fácil.
-¿Casi no parecía un Papa?
-No, no lo parecía. No era un hombre solemne en sus formas, todo lo contrario, era una persona muy accesible.
-Se ha escrito estos días de él que parecía un párroco de pueblo.
-No diría eso exactamente. La impresión que me dio fue la de un cura preocupado por la gente, pero no un párroco. Se preocupaba también de detalles muy pequeñitos.
-¿Cómo cuáles?
-En esas reuniones que tuvimos con él, lo primero que nos preguntaba era si habíamos tomado algo antes de entrar, si teníamos hambre o sed. Y luego nos preguntaba si estábamos cansados y queríamos hacer una pausa. Se preocupaba también de las cosas sencillas. Era un hombre muy empático y sencillo.
-A pesar de eso, se decía de él que tenía bastante carácter y lo demostró en varias ocasiones.
-Eso no he podido comprobarlo en directo pero existen imágenes que demuestran que era un hombre de carácter. No era nada pusilánime y alguna vez llamó la atención en público a alguna persona. Tener carácter es bueno y más para un Papa que tiene que lidiar con muchas cosas.
-Entre ellas, con la Curia romana. Se han hecho muchas películas sobre el ambiente que rodea a los Papas en el Vaticano. ¿Tienen algo que ver con la realidad que usted ha vivido en estos tres últimos años?
-Cuando llegué a Roma, reconozco que estaba en alerta pensando que me iba a topar con muchísimo formalismo y que tendría que medir mucho mis palabras para no meterme en un lío. En fin, que no debía decir una palabra más que otra. Pero la realidad que me encontré era todo lo contrario. El trato con los obispos, cardenales y altos cargos de la Curia es muy cercano. Por supuesto, con mucha educación y respeto para todos ellos, pero siempre muy cercano. Creo que lo de las supuestas intrigas de la Curia vaticana en torno al Papa es más película que otra cosa.
-¿No hay corrientes enfrentadas en la Curia?
-Hay distintas sensibilidades, por supuesto, pero como en cualquier otro organismo o empresa en la que trabajan miles de personas. Pero no he visto intrigas o intereses ocultos. Lo que yo he percibido en estos tres años en la Curia vaticana es un interés general por buscar el bien de todos.
-Desde fuera se habla de cardenales y obispos conservadores y de cardenales y obispos progresistas. ¿Percibió estas diferencias?
-Esas dos categorías no se pueden aplicar ni a la Iglesia ni al Papa. La Iglesia no es ni progresista ni tradicionalista. Lo que tiene la Iglesia es el Evangelio y el magisterio de los Papas. Un Papa puede tener sensibilidad social y estar comprometido en la lucha contra la pobreza, como era Francisco, pero eso no permite calificarlo de «progresista». Y que a un Papa le guste especialmente la solemnidad litúrgica no quiere decir que sea tradicionalista o conservador. Es como si quisiéramos llamar progresista o conservador a un jugador de golf.
-¿Cómo definiría al Papa ideológicamente?
-El Papa Francisco no ha cambiado un milímetro ni una palabra de la doctrina de la Iglesia. Ha conservado toda esa doctrina pero eso no le hace conservador. A su vez, el Papa Francisco ha demostrado una gran sensibilidad hacia los pobres, pero eso no le hace progresista.
-¿Qué ambiente se espera encontrar en Roma cuando regrese?
(La entrevista se hizo en Sevilla el miércoles 23 de abril, dos días después de la muerte del Papa y pocas horas antes de que Antonio Mellet embarcara en un vuelo de regreso a la capital italiana). La verdad es que estoy deseando llegar a Roma y dar una vuelta por la plaza de San Pedro.
-¿Qué cree que se va a encontrar?
-Muchísima gente y un ambiente de tristeza. Ese silencio pesado que cae muchas veces en las ciudades y las personas, ese silencio que muestra pocas ganas de cháchara y de diversión. También espero encontrarme un ambiente religioso.
-Se han contado muchas cosas en estos días sobre posibles sucesores del Papa y de cómo podría ser el cónclave del que saldrá el nuevo Sumo Pontífice. Se habla de un sucesor continuista o de lo contrario. ¿Qué cree que va a pasar?
-Es una buena pregunta. Creo que muchos pasos de los que ha dado el Papa Francisco en estos doce años son irreversibles, de modo que el que le suceda respetará muchas de las decisiones de Francisco. Es decir, que será continuista en un gran porcentaje. Por supuesto, el sucesor incluirá sus novedades y puede ser que rompa con algunas decisiones del Papa anterior, pero creo que será en general, continuista.
-¿Cuáles son, en su opinión, esos pasos irreversibles que dio Francisco?
-Por ejemplo, la idea de la Iglesia sinodal, en la que todos se sientan partícipes y protagonistas de la vida de la Iglesia, no es algo reversible.La Iglesia está cambiando para que los laicos y los ministros ordenados nos sintamos miembros activos de la Iglesia. Por tanto, todos tenemos que sentirnos corresponsables de la evangelización.
-Además de a los laicos, el Papa Francisco le dio más protagonismo a las mujeres. ¿Eso también es irreversible?
-Sí. La mujer es como mínimo el cincuenta por ciento de la Iglesia. Y su papel tiene que ser más destacado pero quiero recordar que la mujer ha estado presente en la Iglesia desde siempre y que cogió más fuerza durante el Papado de Juan Pablo II. Francisco ha concretado muchas novedades iniciadas por él y sus predecesores.
-El Papa fue bastante beligerante con la pederastia y los abusos sexuales. ¿Es otra línea irreversible?
-Por supuesto. Ahí no cabe dar marcha atrás, al contrario, hay que seguir luchando para que se acabe esta lacra y dando pasos hacia adelante.
-Una de las líneas disruptivas del Papa Francisco fue quizá esa cercanía y ese deseo de llegar a toda la sociedad, como demuestra que en 2016 abriera una cuenta en Instagram. El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, también usa las redes sociales. ¿Es ese otro cambio sin marcha atrás?
-Yo creo que sí. La Iglesia ha reconocido a las redes sociales como un medio para acercar el mensaje del Evangelio y de la Iglesia a la sociedad. No sólo a los jóvenes sino también a personas de cualquier edad. A mí cualquier acercamiento me parece bueno y, de hecho, hay muchos sacerdotes y religiosas que usan las redes sociales para acercarse a personas a las que no podrían llegar de otro modo.
-¿Cuál cree que va a ser el legado más valioso del Papa Francisco?
-El legado de la misericordia y de la esperanza. Cuando pasen unos años, el Papa Francisco será recordado como el Papa de la misericordia y de la esperanza. Esa palabra siempre estaba en sus labios, en homilías, catequesis, hasta el punto de convocar un año extraordinario de la misericordia en 2016. Y al año jubilar ordinario de 2025 lo llamó peregrinos de la esperanza.
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