Botox para el dolor

Utilizada inicialmente en cirugía estética para borrar las arrugas, se observó que en algunas personas sometidas a este tratamiento remitía la frecuencia e intensidad de los dolores de cabeza crónicos. Cuando se sometió a prueba su poder analgésico se demostró su eficacia y buena tolerancia en diversas formas de dolor.

El mecanismo de acción analgésico se relaciona con la inhibición de liberación de neurotransmisores relacionados con el dolor, puesto que esta toxina bloquea la apertura de las vesículas que los trasportan y liberan, permitiendo su paso de una neurona a otra. El resultado es que la toxina botulínica tipo A lográ silenciar la transmisión de los impulsos dolorosos, con lo que éste disminuye.

Calidad de vida

Según el estudio PREEMPT, el programa de ensayos clínicos más extenso realizado en migraña crónica, después de 12 meses en tratamiento con toxina botulínica tipo A, cerca del 70% de los pacientes experimentan una reducción de más del 50% en el número de días que sufren migraña. Asimismo, su uso reduce significativamente los días con cefalea moderada a severa y mejora la calidad de vida.

Inicialmente este tratamiento se administraba en nuestro país sólo en clínicas privadas o como uso compasivo, pero dada su relación coste-eficacia (debido al ahorro en analgésicos y días de trabajo perdidos) ha sido aprobado también en centros públicos.

El tratamiento del dolor requiere 155 Unidades de toxina repartidas en 31 puntos fijos de la cabeza y el cuello (7 áreas musculares específicas), con la posibilidad de aumento de dosis hasta 195 en 3 de esas áreas.