El riesgo de infarto en las personas con VIH es más del doble
Debido a que la terapia antirretroviral ha revolucionado el pronóstico de las personas que viven con VIH y ha aumentado drásticamente su supervivencia hay cada vez más enfermedades concomitantes, como es el caso de la salud cardiovascular
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Las personas que viven con el VIH tienen un riesgo un 60 % mayor de sufrir un infarto de miocardio, en comparación con sus los que no son portadores del VIH, según una investigación presentada en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2022) , ... que ha visto además que la situación se agrava con el paso del tiempo.
Estos hallazgos subrayan la necesidad de un control continuo y de intervenciones para controlar las enfermedades cardiovasculares en esta población, señala Michael Silverberg , de la División de Investigación de Kaiser Permanente en Oakland (EE.UU.).
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo. De acuerdo con el estudio Global Burden of Atherosclerotic Cardiovascular Disease in People Living With HIV , la infección por VIH se asocia con un riesgo de enfermedad cardiovascular que es comparable a otros grupos de alto riesgo, como el de la diabetes (60 casos por 10.000 personas al año).
Investigaciones anteriores han demostrado que las personas que viven con el VIH tienen un mayor riesgo de problemas cardiovasculares que las personas sin VIH, probablemente atribuible a las tasas más altas de los factores de riesgo tradicionales, como la presión arterial alta y el tabaquismo.
Pero la inflamación debida al VIH crónico, las anomalías del sistema inmunitario y el tratamiento antirretroviral también pueden influir.
Además, se da la paradoja de que debido a que la terapia antirretroviral ha revolucionado el pronóstico de las personas que viven con VIH y ha aumentado drásticamente su supervivencia, hay cada vez más enfermedades concomitantes que cobran relevancia , como es el caso de la salud cardiovascular, una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en la población infectada por VIH, sobre todo en los países desarrollados.
La inflamación debida al VIH crónico, las anomalías del sistema inmunitario y el tratamiento antirretroviral también pueden influir.
El equipo de Silverberg valoró los cambios a lo largo del tiempo en las tasas de infarto de miocardio entre los miembros con y sin VIH de dos grandes sistemas de salud que tenían perfiles de riesgo cardiovascular similares. Compararon dos etapas diferentes: 2005 a 2009 y 2010 a 2017.
El análisis incluyó a 9.401 adultos seropositivos. Cada uno de ellos se emparejó con tres o cuatro personas VIH negativas (para un total de 29.418) con características demográficas similares y parecido cardiovascular valorado mediante la escala de Framingham -medida que incorpora la presión arterial, los niveles de colesterol o el índice de masa corporal, la diabetes y el tabaquismo-.
Casi el 90 % de los participantes del estudio eran hombres, lo que refleja las poblaciones con VIH en San Francisco y Boston , y la edad promedio era de aproximadamente 44 años. Aproximadamente la mitad eran blancos, alrededor del 18% eran de raza negra y el resto de otros grupos raciales/étnicos. Alrededor de una cuarta parte fumaba, una cuarta parte tomaba medicamentos para la presión arterial alta y el 6% tenía diabetes.
Las características del grupo de seropositivos cambiaron con el tiempo. Durante la primera etapa, el 76 % estaba en tratamiento antirretroviral, el 61 % tenía supresión viral (menos de 400 copias) y el recuento medio de CD4 era de 470. En la segunda, de 2010 a 2017el 88 % tomaba antirretrovirales, el 77 % tenía supresión viral y el recuento medio de CD4 era de 587.
Durante 2005 a 2009, la incidencia acumulada de infarto de miocardio durante cinco años fue la misma en los grupos seropositivos y seronegativos, con un 1,1 % cada uno. Pero en la etapa posterior, las tasas divergieron.
La tasa de infarto de miocardio a cinco años aumentó al 1,2 % en el grupo con VIH positivo mientras que cayó al 0,9 % en el grupo con VIH negativo
Así, vieron que la tasa de infarto de miocardio a cinco años aumentó al 1,2 % en el grupo con VIH positivo mientras que cayó al 0,9 % en el grupo con VIH negativo , una diferencia estadísticamente significativa. Después de ajustar la demografía y los factores de riesgo, las personas con VIH tenían un riesgo 60 % mayor de infarto de miocardio en comparación con el grupo sin VIH durante 2010 a 2017.
Se observó un patrón similar cuando los investigadores observaron 10 años de datos de seguimiento y cuando estratificaron los resultados por sexo, aunque había muy pocas mujeres para sacar conclusiones firmes.
Los investigadores observaron que la diferencia en el riesgo de infarto de miocardio en el último período parecía estar impulsada en gran medida por una reducción en el riesgo para el grupo sin VIH más que por un aumento en el riesgo para el grupo con VIH positivo.
En el estudio sugiere que los factores específicos del VIH, como vivir con el VIH durante más tiempo y el uso de antirretrovirales más nuevos, podrían haber impedido que las personas con VIH lograran la misma mejora que sus contrapartes seronegativas.
Estos hallazgos, concluye Silverberg, apuntan a la necesidad de un seguimiento continuo de las tendencias de las enfermedades cardiovasculares y más intervenciones de prevención para las personas que viven con el VIH.
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