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SALUD PERINATAL

Las embarazadas con sobrepeso o altos niveles de azúcar tienen hijos más grandes

El peso del bebé está condicionado por el IMC y los niveles de azúcar en sangre y de presión sanguínea de su madre durante el embarazo

La salud de la madre en el embarazo determina el peso del futuro bebé ARCHIVO

A. OTERO

La salud de los neonatos está condicionada por numerosos factores, caso del comportamiento de sus padres antes de su concepción o de las características de su madre durante la gestación. Por ejemplo, su apetito estará directamente influido por el peso de su padre , mientras que su tamaño vendrá determinado por el riesgo de diabetes o el índice de masa corporal (IMC) de su madre. No en vano, el sobrepeso, la obesidad o unos niveles elevados de azúcar en sangre durante el embarazo conllevan que el futuro hijo tenga un mayor tamaño. Así lo muestra un nuevo estudio internacional dirigido por investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido), en el que asimismo se observa que unos niveles de presión arterial durante la gestación provocan que el neonato tenga menor longitud y peso.

Como explica Rachel Freathy, co-directora de esta investigación publicada en la revista « JAMA », «nacer con un tamaño mucho mayor o mucho menor del considerado como normal puede conllevar riesgos para la salud del neonato, muy especialmente en los casos más extremos. Así, los mayores y los menores pesos durante el nacimiento se asocian con distintas enfermedades , caso del desarrollo de diabetes tipo 2 a lo largo de la vida. En consecuencia, conocer qué características de la madre ejercen una influencia sobre el peso de sus hijos puede ayudarnos a individualizar las medidas para lograr un embarazo saludable y reducir el número de recién nacidos cuyo tamaño es demasiado grande o demasiado pequeño».

Bebés más grandes

Para llevar a cabo la investigación, los autores revisaron los datos de 18 estudios llevados a cabo en Europa, Estados Unidos y Australia con la participación de más de 30.000 mujeres sanas y sus neonatos. Concretamente, analizaron las variantes genéticas asociadas al IMC, los niveles de azúcares y lípidos en sangre y las cifras de presión arterial de las madres durante el embarazo, así como el peso de los bebés en el momento de nacer.

Como refiere Jess Tyrrell, co-directora del estudio, «una gran parte de la investigación realizada sobre el embarazo y el peso en el nacimiento ha sido de tipo meramente observacional, lo que dificulta en gran medida el establecimiento de una relación ‘causa y efecto’ y, por tanto, ofrece una visión confusa tanto para las madres como para los profesionales sanitarios. Así, nuestro modelo genético es mucho más preciso y ofrece una evidencia clara sobre cómo el peso y los niveles de azúcar y presión sanguínea de las madres influyen sobre el tamaño de sus bebés».

Nacer con un peso mucho mayor o menor del normal puede conllevar riesgos para la salud del neonato, sobre todo en los casos más extremos

Rachel Freathy

Los resultados mostraron que un exceso de peso durante el embarazo, así como una concentración elevada de glucosa en sangre, conllevan que el futuro hijo tenga un mayor peso en el momento de nacer. Un peso, sin embargo y contrariamente a lo sugerido por numerosos estudios previos, que no se ve influenciado por los niveles de lípidos en sangre.

Por el contrario, las gestantes con unas cifras elevadas de presión arterial tienen bebés con un peso inferior a la media.

¿Para toda la vida?

En este contexto, debe tenerse en cuenta que, por lo general, el sobrepeso y la obesidad se asocian con unas cifras elevadas de presión sanguínea, en muchos casos con la hipertensión arterial. Entonces, ¿qué sucedía con aquellas embarazadas que, además de un IMC alto, tenían una presión arterial elevada? ¿No deberían tener hijos con un peso mayor a la media? Pues como muestran los resultados, no. Cuando la presión sanguínea es alta en la gestación, el neonato tiene un tamaño reducido , lo que como explican los autores «sugiere la presencia de factores complejos que afectan al crecimiento del feto en el útero».

Sea como fuere, concluye Debbie Lawlor, de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y co-autora del estudio, «esta es una investigación realmente importante que solo ha podido llevarse a cabo gracias a la colaboración de un gran número de científicos y de participantes de distintos países. Una colaboración que, asimismo, nos permitirá responder en un futuro próximo a una pregunta igual de importante: si este efecto del IMC, la glucosa en sangre y la presión arterial de las madres sobre el peso del bebé tiene consecuencias ulteriores sobre la salud de los niños según crecen y se convierten en adultos».

O dicho de otra manera, como pregunta Debbie Lawlor, «¿los niños nacidos de madres con

altos niveles de glucosa en sangre durante la gestación mantienen este mayor peso a lo

largo de toda la vida?».

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