Entrevista

Adrián Pino, actor, cómico y mitad de 'Elfos del Rocío': «Tengo tatuado a Juan y Medio»

El andaluz Adrián Pino, que empezó su carrera como actor, es también creador de contenido, cómico y, desde hace unos meses, la mitad de Elfos del Rocío, creadores del folclore friki

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El actor gaditano Adrián Pino. Cedida

Todo cambió con un pasodoble de Carnaval. «Estaba en el Metro de Madrid y en el teléfono de alguien estaba sonando el pasodoble a Andalucía de los 'Daddy Cadi'. Empecé a llorar. Llevaba gafas de sol y estaba allí y de repente digo: ... estoy llorando con este pasodoble». Como tantos otros andaluces, Adrián Pino (Chiclana, 1990) decidió irse a Madrid con la intención de prosperar como actor. Y durante un tiempo lo hizo: de salir en la conocida webserie 'Malviviendo' a saltar a la plataforma Netflix con 'El Vecino', entre otros proyectos.

Sin embargo, aquel pasodoble removió algo en él: «En 2022 trabajaba en Mediaset como guionista y sentía que no era feliz. Entonces dije: tengo que volver a Andalucía, a Sevilla. Y para comprometerme con ello hice un pacto con la comedia: decidí tatuarme a Juan y Medio o a Chiquito de la Calzada, uno de los dos. Al final, me tatué a Juan y Medio», afirma Pino. «No lo enseño, pero lo tengo tatuado [se señala el revés de la pierna]. El de Chiquito era muy bonito, pero yo quería un tatuaje que cuando la gente lo viera se riera. Por eso no hago fotos de él, porque si no el chiste se pierde», explica.

Así, Pino apostó por Andalucía y por su compañía de comedia y teatro, 'Noche de Repálagos'. «Trabajaba de guionista en distintos programas de Telecinco. O sea, cobrándolo bastante guay. Además ya estaba como coordinador de guión, pero es que no era feliz. Dejé un buen sueldo por venirme aquí a luchar por la cultura, a luchar por mi compañía de teatro, por mis proyectos, porque es que yo soy feliz aquí», confiesa y cita a Manu Sánchez, quizás su principal referente tanto en lo profesional como en lo personal: «Como diría él, a Madrid hay que ir, pero de Madrid hay que irse. Es mi mantra».

Como actor, esta decisión de volver a su tierra, por supuesto, tuvo no solo un precio a nivel salarial, sino también en cuanto al número y al tipo oportunidades laborales que le llegan: «Me he dado cuenta que el cine es hacer política. No digo política de partidos, sino que hay una gran parte del cine que es ir a fiestas, ir a eventos y yo iba porque suponía que había que ir, pero un día me di cuenta de que me aburría como una ostra, ¿sabes? Además, hay bastante hipocresía y a mí no me gusta esa movida».

Lejos de arrepentirse, reivindica su felicidad: «Soy feliz en la Alameda, aquí en Sevilla. Puedo coger un tren y estar en Madrid cuando quiera. Cuando decidí venirme, fue también porque hablé con David Sainz, que es de mis mejores amigos. Y aquí estaba Borja Iglesias, que también es de mis mejores amigos. Y tantos otros… aquí estaban todos y dije: si es que Sevilla es donde está mi gente».

Pino es consciente de que puede que su carrera actoral se haya resentido, pero eso no le quita el sueño porque, por otra parte, se le han abierto muchas otras puertas: «Es interesante que lo menciones, porque a nivel actoral es verdad que se ha parado un poco la movida, pero es que no soporto que mi pan dependa de factores externos», expresa el chiclanero. «Me han dado menos papeles por venirme, por no estar en los sitios que tengo que estar, pero también aquí han podido nacer proyectos propios con los que estoy muy contento y me han llevado por buen camino, aunque son de un horneado un poquito más lento».

De hecho, uno de los principales proyectos que tiene ahora entre manos es su propio «canal» de Instagram, el lugar donde Pino habla no solo de su trabajo y su día a día, sino también donde expresa sus opiniones y expone su vertiente más cómica. En tan solo un año, Pino ha pasado de 14.000 seguidores a casi 65.000: «De hecho, con mi representante de redes he estado hablando de cambiar el nombre y dejar el mío, porque lo de Adrivisión era por una coña de cuando Berto tenía la sección de Bertovisión, que me gustaba mucho, pero lo voy a cambiar porque no quiero que haya algo así como un alterego o algo».

Lo de «centrarse en las redes», explica, es porque perdió un casting frente a otro actor —«él es muy bueno, muy bueno», apostilla— que tenía más de un millón de seguidores en su cuenta: «Prefiero reservarme el nombre por aquello de darle misterio. Yo también lo hubiera cogido a él, porque tenía un millón de seguidores frente a mí que tenía 13.000 en ese momento. Entonces dije: vale, me he formado con los mejores profesores de interpretación, me he gastado muchísimo dinero en cursos, he sido prota en varios proyectos gordos a nivel nacional, ¿qué más hace falta? ¿Este juego? Pues vamos a jugar».

Y el juego, la verdad, no se le da nada mal. No solo por la cuantía de seguidores que ha sumado en un año, sino por la repercusión de sus vídeos y sus proyectos. Uno de ellos, el himno que le hizo a un club de segunda división japonesa, el Vegalta Sendai: «Salimos hasta en los periódicos», presume con orgullo. «Es muy loco, es un periódico con una tirada de medio millón de ejemplares. Borja [Iglesias] ha estado allí este verano y me dijo si me pillaba una edición y aún tengo que ir a recogerla, porque me parece muy loco que esto haya pasado», afirma, ante la repercusión del vídeo

Eso sí, como creador de contenidos, Pino es consciente de que esto es tan solo parte del juego: «Empecé con una técnica de pesca de arrastre, que es a vídeo por día, y me enfoqué en eso. Actualmente estoy así hasta llegar a mi meta, que son los 100.000 seguidores. Ahí voy a levantar un poquito el pie del acelerador, porque no quiero ser influencer», se sincera. «Para mí las redes son una vía para poder tener más trabajo de lo mío, que al final es hacer comedia, tanto delante como detrás de las cámaras».

Uno de esos vídeos que, como tantos otros, comenzó siendo tan solo una idea graciosa, fue el de las «Sevillanas de Hogwarts». En él, se ve al propio Adrián Pino junto a un guitarrista, Carlos Moya, en una dupla que se da a conocer como los Elfos del Rocío: «Aquello lo petó muy fuerte», reconoce Pino. La idea encendió algo en ambos y pronto empezaron a trabajar en el proyecto mucho más en serio: «Todo esto nace porque con Carlos hay una amistad previa y una afinidad en todos estos temas que nos gustan», relata Pino. «Nos conocimos en un campamento de verano al que voy desde hace diez años y al que sigo yendo porque me hace feliz. Incluso he modificado rodajes de Netflix por ir al campamento». Allí, detalla, conoció a Moya hace un par de años: «Nos hicimos hermanos».

Tras el éxito de los vídeos de los Elfos del Rocío, tanto Pino como Moya están intentando llevar la broma al extremo (hasta donde les dejen llegar). El verano pasado actuaron en el box de Icónica Santalucía Sevilla Fest y el próximo 23 de octubre harán lo propio en la sala Malandar, en un evento donde, además, tendrá lugar la grabación de un documental sobre el propio grupo, otra de las patas más de esta broma-proyecto: «Nos lo tomamos muy en serio, vamos con un grupo de músicos profesionales y llevamos muchas horas de ensayo a las espaldas», afirma y añade: «No he estado en un proyecto tan serio en mucho tiempo. Porque aunque la unión del folclore y ese frikismo derive en comedia, aunque haya una comedia irónica, lo que cantamos es de verdad. Hay mucha verdad ahí». Recuerden: Pino hizo un pacto con la comedia. Así que no es de extrañar que la comedia esté cumpliendo con su parte.

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