Los patios ocultos más bonitos de Sevilla que tienes que descubrir
Hacemos un recorrido por los patios sevillanos menos conocidos; unos lugares en los que se puede admirar los estilos arquitectónicos del pasado mientras se toma el aire y se disfruta del relajante sonido de las fuentes
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Q. P.
Sevilla
Entre las estrechas y serpenteantes calles de su casco histórico, Sevilla guarda miles de historias, leyendas y secretos; también edificios que no son demasiado conocidos pero que no por ello dejan de ser joyas arquitectónicas ni de maravillar a quienes los observan. Lo mismo ... ocurre con algunas calles, callejuelas, plazas y, sobre todo, patios, espacios perfectos para guarecerse del ajetreo de la ciudad, pararse a respirar y a reflexionar. A continuación, damos un paseo por la capital hispalense y paramos en algunos de sus patios más bonitos a la vez que desconocidos:
Empezamos por el Hospital de los Venerables, en el número 8 de la plaza de los Venerables. El edificio nació en el siglo XVII para amparar sacerdotes ancianos, pobres e impedidos; luego, pasó a ser una fábrica de tejidos y, en la actualidad es sede de la Fundación Focus (Fondo de Cultura de Sevilla). Su patio central destaca por su belleza: en el centro, posee una fuente escalonada con gradas circulares que decoradas con azulejos originales azules y amarillos; alrededor, hay galerías de arcadas asentadas sobre columnas de mármol toscano. Decorado en tonos calizos y rojizos, resultado de una mezcla de cal y adobe, cuenta con numerosos naranjos y es el ejemplo perfecto de un patio del barroco sevillano.
Siguiendo un hilo histórico nos trasladamos a la construcción a la que los sacerdotes de los Venerables fueron trasladados cuando este edificio dejó de darles asilo: el Hospital de la Caridad, en el número 3 de la calle Temprado. Su patio principal está dividido en dos cuadrados iguales y porticado con arcos de medio punto sujetados por columnas de mármol. En el centro de ambos patios hay sendas fuentes de mármol genovés con esculturas que representan la Misericordia y la Caridad. Los muros están decorados con paneles de azulejos de origen holandés del siglo XVII, que, con sus tonos azulados, representan escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Inspiración para los poemas en los que Machado recordaba su infancia, el Palacio de Dueñas, en el número 5 de la calle Dueñas, es quizás uno de los edificios más conocidos de este listado. Fue construido entre los siglos XV y XVI, por lo que mezcla el gótico-mudéjar con la estética renacentista. Aunque en un principio fue residencia de los Pineda, señores de Casa Bermeja, ahora -y desde el siglo XVII- es propiedad de la Casa de Alba. Su patio principal es reflejo del arte morisco. Al igual que los anteriores, está rodeado de dos galerías de arcos de medio punto dispuestos sobre columnas de mármol: la de la planta inferior tiene arriba una cenefa de yeserías que adorna todo el perímetro, mientras que la superior dispone de una balaustrada corrida de estilo gótico. Es recomendable detenerse en las obras pictóricas, muebles y objetos antiguos que aderezan la estancia, así como en el artesonado mudéjar a tres aguas que cubre el techo del porticado, decorado con pinturas y piñas de mocárabes.
De Dueñas nos vamos a otra casa-palacio, en este caso, la de la condesa de Lebrija, en el número 8 de la calle Cuna. Aunque data del siglo XVI, cuando se construyó como casa señorial sevillana, no fue hasta el principios del siglo XX cuando tomó su nombre actual: Regla Manjón Mergelina, condesa de Lebrija y antecesora de los actuales propietarios, compró y restauró la casa familiar durante trece años. De su patio central destacan las yeserías que adornan arcos con columnas de mármol y el mosaico romano que data de los siglos II y III. Sus paredes constituyen además un auténtico muestrario de estilos arquitectónicos con arcos de traza árabe, adornos platerescos, zócalos de azulejos procedentes de un convento en ruinas, un artesonado de un palacio del siglo XVI, un friso renacentista, así como la fachada y planta al estilo andaluz sevillano.
También del siglo XVI data nuestra siguiente construcción, la Casa de Salinas, en el número 39 de la calle Mateos Gago. Reflejo del esplendor de la Sevilla del Siglo de Oro español, puerta de América, es una muestra perfecta de palacio de estilo renacentista entrelazado con reminiscencias del gótico y del mudéjar. En el interior destaca el patio principal de doble altura rodeado, en la primera planta, por columnas de mármol, traídas de Italia, que forman arcos de medio punto adornados con bellas yeserías platerescas. Por su parte, en la segunda planta, resaltan las vidrieras del siglo XIX y la balaustrada de mármol.
El Palacio de los marqueses de Villapanés, en el número 31 de la calle Santiago, es un edificio del siglo XVIII considerado como una de las principales manifestaciones de arquitectura civil del barroco en Sevilla. Aunque a lo largo de su historia siempre ha estado en manos de familias de alta alcurnia, a día de hoy es un hotel de lujo, propiedad de la cadena hotelera CoolRooms, lo que no quiere decir que haya perdido ni un ápice de su autenticidad ni de su poderío arquitectónico. Muestra de ello es su patio central, un espacio de planta cuadrada rodeado por arquerías sostenidas por columnas de mármol y con una fuente hexagonal en el centro adornada con palmeras.
Ubicado en la Plaza de la Virgen de los Reyes, encontramos el colosal Palacio arzobispal de Sevilla. De su interior es necesario subrayar los dos patios de estilo manierista construidos entre los siglos XVII y XVIII con los que los visitantes se topan nada más traspasar la portada del edificio. Es altamente aconsejable reparar en la fuente del siglo XVI que ocupa la segunda de estas estancias y en la majestuosa escalera central, de un solo tiro y tres tramos, una auténtica obra de arte que data de la segunda mitad del siglo XVII y que fue diseñada por fray Manuel Ramos: realizada con mármoles de colores, está también decorada con pinturas murales atribuidas a Juan de Espinal.
Patio de la Contratación
El número 3 de la plaza de la Contratación es la sede de la delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla. Lo que muchos no saben es que el edificio guarda un secreto en su interior: un patio de origen (y, por ende, estilo) andalusí que evoca la imagen del paríso, uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura almohade. Se trata de un patio de crucero, es decir, de forma rectangular con andenes o paseos en sus dos ejes normales que se encargan de dibujar una cruz en su planta. Sus arquerías, ornamentadas con paneles de sebka calados, conforman un corredor que bordea todo el perímetro; a ellas se suman otras dos que se cruzan en el centro, donde además hay una fuente elevada.
Una vez que se entra en el Patio del León de los Reales Alcázares de Sevilla, basta atravesar el muro de los tres arcos para llegar al Patio de la Montería. Se llama así porque era el lugar en que caballeros y monteros, jaurías y caballos, se reunían cuando el Rey se disponía a salir de caza hacia la marisma del Guadalquivir, en aquella época mucho más cerca de Sevilla. Se trata del patio principal y sirve para distribuir los edificios palaciegos: el Palacio Mudéjar, el Palacio Gótico y el Palacio de la Contratación. Llama poderosamente la atención el pavimento, diseñado por arquitecto municipal Juan Talavera, y la puerta que lo preside, el Pórtico de Montería, cuya fachada, de estilo mudéjar, consta de tres partes bien diferenciadas: la primera, con arcos ciegos polilobulados y yeserías; la segunda con más arcos del mismo tipo, propios de la arquitectura islámica, y un friso de cerámica; y la tercera, un artesonado.
El Palacio de los Pinelo, en el número 12 de la calle Abades, es una de las joyas de la arquitectura renacentista sevillana y, a pesar de estar en el barrio de Santa Cruz cerca de la Casa de Pilatos, es un gran desconocido. Construido en el siglo XVI por la familia de navegantes genoveses afincados en Sevilla Pinelo, cuenta con un Patio Principal o de Honor de estilo italiano decorado con una mezcla de ornamentación renacentista y mudéjar. En el centro hay una pequeña fuente de mármol rodeada por naranjos y arcos sobre columnas que soportan yeserías mudéjares con temas mitológicos; sobre ellos, descansan las galerías de la primera planta.
Patio de la Fundación Cajasol
La Fundación Cajasol tiene su sede principal en la sevillana Plaza de San Francisco, en concreto, en el número 1. Se trata de un edificio muy conocido por los sevillanos debido a su belleza, su buena ubicación, a los eventos que se organizan en su interior [como, actualmente, la exposición 'World Press Photo 2023'] y, sobre todo, al portal de Belén que expone cada Navidad. Lo que pocos saben es que se trata de una construcción del siglo XVI que antes albergaba la Real Audiencia de Sevilla y que, en su planta baja, cuenta con un patio central de estilo renacentista que merece la pena visitar.
Patio de la Casa Guardiola
La Casa Palacio Guardiola, en el número 5 de Puerta Jerez, es una auténtica obra de arte, un referente en el estilo arquitectónico sevillano. Fue construida en 1880, en pleno auge del movimiento del romanticismo, y, según los historiadores, fue detonante del regionalismo o historicismo sevillano, un movimiento que alcanzó su esplendor 50 años más tarde con la Expo del 29. Mención aparte merece su Patio de Columnas, repleto de arcadas con un estilo ecléctico y único. En él se pueden encontrar joyas históricas como la réplica de la antigua Cruz de la Inquisición, tiene más de 400 años y que conmemora el ultimo acto de fe celebrado por la Inquisición.
Seguramente has pasado mil veces por la Casa de las Sirenas, en el número 30 de la Alameda de Hércules, e, incluso, hayas entrado para asistir a alguna exposición, conferencia u otra actividad. Sin embargo, quizás, por las prisas del día a día, nunca te hayas parado a apreciar la arquitectura del edificio, un palacete residencial del siglo XIX, ubicado en el que era el lugar de paseo oficial de la burguesía y la nobleza. Fue el Marqués de Esquivel quien encargó su construcción al arquitecto Joaquín Fernández Ayarragaray, que dotó a la casa de un exterior por el que bien podría pasar por un palacete francés. No obstante, en su interior, guarda la esencia sevillana: todas las dependencias están distribuidas en torno a un patio que les otorga luz natural.
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