CRÍTICA DE MÚSICA

Willem de Vriend/ROSS: un antes y un después

Con frecuencia comparamos, a veces sin querer, los distintos protagonistas que pasan por la ROSS. Pero esta vez comparábamos al director holandés de la primera parte con la segunda, como si fueran distintos.

Leonor Bonilla (soprano) y Jan Willem de Vriend (director) MARINA CASANOVA

CARLOS TARÍN

Sevilla

TEMPORADA 2025-26

TUTTO MOZART

  • Programa: Selección de obras vocales e instrumentales de Mozart.
  • Intérpretes: Leonor Bonilla (soprano). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
  • Director: Jan Willem de Vriend.
  • Lugar: Teatro de la Maestranza.
  • Fecha: 04/11/2025.

Dedicarle un programa completo a Mozart no es frecuente, y no porque al salzburgués nos cansemos de oírlo, pero es cierto que queremos variedad y este la tiene sin salir del mismo compositor. Porque la obertura de 'Lucio Silla' no es muy ... conocida, y eso que es la parte más sobresaliente de la ópera de un Mozart todavía joven (17 años), pero que seguía buscando el secreto del éxito. Era su tercer y último viaje a Italia y el barroco estaba todavía muy presente en la península y en un Mozart en formación. Así que la forma mantenía la estructura barroca, con tres tiempos y rápido-lento-rápido; y sin embargo, el primero de estos tiempos era ya una forma sonata sin desarrollo (como la obertura del 'Barbero de Sevilla' de Rossini).

Su planteamiento parecía basarse en el equilibrio, sobre un sonido correcto, que buscaba la cohesión, a lo que contribuía el cortinaje que preserva el decorado de 'Lucrezia'. Aunque mantenía la disposición habitual de la orquesta, nos resultó llamativo el sonido más presente de trompas y trompetas y un desarrollo atento del resto de la orquesta, aunque los violines no siempre mantenían el mismo nivel de afinación.

Tampoco eran corrientes las tres arias que nos traía Leonor Bonilla, ya que son conocidas como 'de concierto'. La que iniciaba su actuación era 'Popoli di Tessaglia', prevista para incluirla en la ópera 'Alceste' de Gluck. No sabemos por qué previó esta como la primera, dado el enorme peligro que contiene. Fue compuesta para su futura cuñada, Aloysia Weber, de la que estaba enamorado y que debía tener unas facultades vocales extraordinarias, ya que además de los virtuosismos propios de un aria de concierto, la soprano ha de alcanzar dos veces un Sol que está a un tono completo hacia el agudo del de la reina de la noche (Fa). Para justificar este agudo extremo recurre a un grito de la reina ante la muerte del rey Admanto. Pues lo dio sin pestañear, sin esperar a calentar habiendo alguna de las otras dos que la siguieron, y que no tienen semejante reto; de hecho, estuvo durante muchos años como el aria más imposible de la historia del canto.

La siguiente era 'Vorrei Spiegarvi, Oh Dio!' K. 418, que debería cantarse en medio de 'Il curioso indiscreto' de Anfossi. Su excelente técnica permite a Bonilla subir hasta el agudo apoyándose bien en los 'escalones' que Mozart le prepara para llegar arriba (algo así también como en el aria de la Reina de la Noche). De todas formas, hubo un 'grupetto' en agudo que se le fue un tanto, tal vez por un despiste o un titubeo: lo decimos porque no volvió a repetirse. En cambio, procuró agudos delicados y mantenidos, y sobre todo una expresión cuidada y dramatizada.

Por último, 'Ah se in ciel, benigne stelle', K. 538 sí que tiene méritos para figurar la última por las intrincadas coloraturas, que es necesario articular con gran claridad, a pesar de la velocidad que se imprimió, teniendo que lidiar con algunos grandes saltos interválicos.

Fue muy aplaudida, pero aún con la tablet en la mano como para dar una propina, lo cierto es que se volvió a meter para dentro y el público se apagó de golpe. No sabemos si la tenía preparada, pero hubiera sido natural, aunque una sola la hubiésemos asegurado, y el público se hubiese alegrado; pero a lo mejor no hay que hacerse tanto de rogar: se suele dar la propina a la tercera salida, pero este público las requiere más pronto que tarde.

Jan Willem de Vriend (director) MARINA CASANOVA

En fin, afrontábamos la segunda parte del concierto rumbo a lo conocido, con la sinfonía 'Júpiter'. Es demasiado famosa y se ha oído muchas veces, en las antípodas que las obras de la primera parte. Pero Willem es un enorme y venerable veterano, de sonrisa bonachona y que fue el primero en aplaudir a Bonilla, así que esperábamos una 'Júpiter' bonancible y resultona. Tras el descanso, Willem de Vriend parecía haberse tomado la poción mágica y salió convertido en otro director, cargado de fuerza y de un dinamismo asombroso. Grandes contrastes desde el principio, de ataques furibundos y pianísimos que absorbían el sonido con delicada intensidad. ¿Han visto esos anuncios o programas de 'antes' y 'después', donde el primero aparece en blanco y negro, o sepia, o al menos con colores lavados? Pues así.

La primera parte parecía una verdadera planicie comparada con la segunda mitad; como desganada y blanquecina. Ahora, el color más vivo salía de todos lados, pero sobre todo con algo que sólo hemos visto en los más grandes: todo se movía con ímpetu, y a la vez cada uno conservaba su personalidad tímbrica, porque todo se oía, nadie se quedaba atrás, nadie se opacaba. Está claro que era el Mozart más grande, pero lo cierto es que los violines sonaban limpios, muy afinados, como un paquete sin fisuras, unido al resto de la cuerda que también se salía. Los metales volvían a lucir, apuntalando las secciones y aplicando su brillo estelar por melodías o simples notas. La flauta travesera con cuerpo de madera de Juan Ronda se unió al oboe de José M. González en un empaste tímbrico peculiar; o la viveza de los fagotes, especialmente de su solista Ángela Martínez. Está claro que el juego de imitaciones constante de la obra, la alternancia de los protagonismos, pero sobre todo, la sensación de oírlo todo nos hizo sentirnos como atravesados por la música, de verdad increíble. Volveremos a oírlos en el video que grabaron, por ver si la sensación es siquiera parecida a la que vivimos en directo.

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