CRÍTICA DE ÓPERA
'Don Juan', ópera en feminista plural
'Don Juan no existe, es un personaje', sería el título completo. Una aristócrata entre el XIX el XX no está satisfecha con la figura del 'Don Giovanni' de Mozart y decide escribir ella uno. Con los años el libreto se pierde y en 2024 Helena Cánovas escribe esta ópera.
CARLOS TARÍN
Sevilla
Producción del Teatro de la Maestranza en el Festival de Ópera de Sevilla
DON JUAN NO EXISTE
- Programa: Obra de Helena Cánovas (música) y Alberto Iglesias (libreto).
- Intérpretes: Don Juan / Agustín: Josep Ramón Olivé (barítono), Miguel: Iván Sánchez Águila (tenor) y Helena / Carmen: Sachika Ito (soprano). Royal String Quartet: Izabella Szałaj-Zimak y Elwira Przybyłowska (violines), Paweł Czarny (viola) y Magda Bojanowicz-Koziak (violonchelo). Proyecto Lorca: Manu Brazo (saxo) y Antonio Moreno (percusión).
- Dirección musical: Jhoanna Sierralta.
- Dirección de escena: Bárbara Lluch.
- Escenografía: Blanco Añón.
- Iluminación: Urs Schönebaum.
- Vestuario: Clara Peluffo.
- Diseño de sonido: Sixto Cámara.
- Coproducción: Festival de Peralada, Gran Teatre del Liceu y Teatro de la Maestranza.
- Participación: Teatro Real y Teatros del Canal.
- Lugar: Foro Magallanes de la Real Fábrica de Artillería.
- Fecha: 07/10/2025.
Llegábamos a la parte más espinosa de este Festival de Ópera de Sevilla, al incluir la ópera contemporánea, que no llenó el reducido auditorio de Artillería (unos dos tercios del llamado Foro Magallanes de la Real Fábrica, para unas 150 personas). ... La obra es un pasquín maniqueo a partir de una obra perdida de Carmen Díaz de Mendoza Aguado, Condesa de San Luis, quien después de asistir a una representación del 'Don Giovanni' de Mozart y no gustarle, decidió escribir uno suyo, que se llegó a estrenar, aunque luego nunca más se supo de él. De ahí, la actual autora deduce que se perdió por ser mujer: pero si se perdió ¿cómo sabe que merecería la pena que se conservara?
Sin salir de la sala de la representación, pudimos reconocer a mujeres que han montado empresas en Sevilla de respetable tamaño, dando trabajo a hombres y mujeres; o a otras vinculadas a la administración en puestos de relevancia o en compañías privadas, algo que han conseguido por trazarse una meta y conseguirla, y no por cuota o dando pena.
La obra nos habla del don Juan maléfico, luego de los 'malditos donjuanes' para llegar a 'calladas nos quieren los hombres de este mundo...' O en la misma estrofa habla de 'Pobres mujeres de esta tierra' y kuego de 'Malditos los hombres que aspiran a gozar en la vida real lo que no debiera ser más que un mal sueño' (?).
En el aspecto musical digamos que la música está trabajada, que la autora conoce los rudimentos tímbricos, pero de igual manera nos parece que no aporta ninguna novedad reseñable. Un magnífico cuarteto de cuerda funcionó como excelente soporte expresivo, reforzado por el saxo de Manu Brazo, de frecuente presencia solística (¿tal vez evocando a Don Juan, por el registro galante, corpulento y seductor de su sonido?) Lo completaba también la percusión. Pero todo esto para enredarse en disonancias, abruptos 'crescendi', repentinos 'pianissimi', marcados golpes percusivos, e incluso hace tiempo que no oíamos un plato frotado en su filo por un arco, coordinándose con los cantantes, que se movieron, como es habitual en estas obras, entre el recitativo y el 'arioso'. Las únicas melodías como tales fueron los ecos casi descompuestos del 'Don Giovanni' mozartiano, que aunque se dijo que no había nada contra Mozart -que fue también un mujeriego-, lo cierto es que sus melodías parecen ajadas, al borde de la descomposición (buscando un sentido). También se recurrió a la música o charlas de gente grabadas, mezcladas con los sonidos naturales, recurso que se experimentó a mediados del pasado siglo denominándolo música 'concreta' (Pierre Schaeffer).
Por cierto, otra vez volvíamos a la amplificación en una sala donde vimos 'Suor Angelica' de Puccini y no echamos de menos los micrófonos. La verdad es que si no hubiésemos disfrutado con la voz de los cantantes no hubiésemos entrado en el tema, porque la puesta en escena tampoco brilló en exceso. El problema de la amplificación es que nos obliga a oír la voz de los cantantes mediatizada por la calidad de megafonía, que tiende a imponer 'su' sonido frente al original de los cantantes; y, por otro lado, unificamos a los que tienen suficiente voz con la que apenas les sale del cuerpo, pero, total, es cuestión sólo de girar el botón de volumen…
Sin duda lo más atractivo fue la voz de Sachika Ito, una soprano japonesa que nos asombró con un registro poderoso, de agudos precisos, bien colocados en todo su ámbito, y con facilidad para moverse por las diferentes matizaciones de sus personajes (Helena / Carmen). Iván Sánchez Águila es un tenor de voz muy clara, con tendencia a lo lírico, color uniforme, que en su papel de acompañante preferido de la Condesa, nos recordaba -tal vez por el contexto mozartiano antedicho o el carácter del personaje de Miguel- al Don Ottavio de carácter conciliador y un punto conformista. Por cierto, cerca del final se marcó un número muy rítmico y como rapeado, que eso sí que nos sorprendió, con ayuda especial de la caja de la batería.
También oímos a Josep Ramón Olivé (Don Juan / Agustín) de voz recia, con una inteligibilidad estupenda (y aún así, tuvimos títulos proyectados, y eso que el texto estaba en español, pero no vino mal en más de una ocasión) y voz redondeada y matizada.
Para terminar, la directora venezolana Jhoanna Sierralta mantuvo la tensión y el ritmo con gestualización firme, seguida por los cantantes gracias a distintos monitores repartidos por la sala dirigiendo. No comentamos la puesta en escena porque como criticaba la Condesa sobre un crítico, la cosa se presentó como un 'boceto'.
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