Una soltera se queda sin palabras al conocer a su cita de 'First Dates': «No, por favor»

Sandra acudió al programa porque nunca se ha enamorado, pero los músculos de Manu tampoco le impresionaron

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Sandra en 'First Dates' Cuatro

Sandra (54) trabaja de monitora como gimnasio de día y de camarera en un local de intercambio de parejas por la noche. Con semejantes horario, encontrar un compañero de vida se le ha complicado. De hecho, admitió al preguntarle Carlos Sobera sobre ello, ... jamás se ha enamorado. «¡Nunca! ¿En serio?», espetó el presentador de 'First Dates' con asombro.

La colombiana afincada en Madrid explicó por qué cree que no ha llegado a experimentar nada tan profundo. «He sentido encantamiento. Pero voy perdiendo el interés, y con el tiempo veo más defectos que virtudes», se justificó en los totales.

Sin embargo, Sandra no repitió ese patrón con la cita que conoció en el 'dating show' de Cuatro, donde acudió este martes 25 de noviembre en busca de «una relación liberal con un hombre que le guste el deporte y que esté duro». Los fornidos músculos de Manu (64), un cocinero madrileño coqueto y culturista, no le bastaron para sentir una mínima atracción por su pretendiente.

Nada más verlo entrar por la puerta del restaurante, Sandra negó con la cabeza en complicidad con Matías, el barman. Ante las cámaras, estalló en un ataque de risa nerviosa. «He visto… Que no, que es muy bajito, por primera vez me he sentido alta. No, por favor. Menos mal que no tenía lunares en la cabeza, ya bastante me estaba llamando la atención con las cejas pintadas». Mientras tanto, Manu declaraba sentirse encantado con el bellezón que lo acompañaría esa noche. «Es una mujer muy sexual y sensual», señaló.

Los fetiches de Manu espantan a Sandra

Una vez en la mesa, rompieron el hielo charlando sobre lo poco que compartían en común: el culturismo. La impresión del cocinero respecto a su cita se hizo todavía más grata y la escuchó embelesado hablar sobre su trabajo. Aunque ella se guardó el dato de que trabajaba en un local de 'swingers'. «Suelo ser muy clara en mis cosas, pero como no lo vi en plan pareja, digo 'no hace falta'», argumentó en privado.

El momento de la decisión final Cuatro

Por lo demás, no sintonizaron. Manu escucha house y rock; Sandra, ritmos latinos. Él es del Atlético de Madrid, ella del Real Madrid. Rivalidades que el soltero pasó por alto, solo le importaba complementarse con su cita. Pero Sandra ya había dejado claro varias veces que «sexualmente no me provoca nada». El 'Rasca del amor' empeoró la situación, pues el camarero confesó que sus zonas erógenas eran un tanto peculiares: el cuello, las axilas y los pies. «Me excita que me los toquen», reveló. Su acompañante hubiera preferido no saber esa información.

La velada finalizó en el reservado. En la intimidad del restaurante, Manu disfrutó de lo lindo mientras Sandra le enseñaba unos pasos básicos de bachata. No obstante, tampoco congeniaban como pareja de baile. Por más simpático y agradable que le hubiera parecido, la soltera ya tenía decidido desde el comienzo de la noche que no quería una segunda cita.

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